Reflexiones del domingo 25 de julio.-
Mensaje Semanal.-
“Una vez, Jesús estaba orando en un lugar; cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: —Señor, enséñanos a orar, lo mismo que Juan enseñó a sus discípulos. Jesús les dijo: —Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos han hecho mal. No nos expongas a la tentación.’
También les dijo Jesús: —Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle.’ Sin duda el otro no le contestará desde adentro: ‘No me molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo ya estamos acostados; no puedo levantarme a darte nada.’ Les digo que, aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, lo hará por su impertinencia, y le dará todo lo que necesita. Así que yo les digo: Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre.
“¿Acaso alguno de ustedes, que sea padre, sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lc. 11,1-13. Versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy).
Esta semana, compartimos dos ideas “fuerza” a partir de este texto bíblico. La primera tiene que ver con lo que pedimos realmente, cuando oramos el Padre Nuestro, y lo que ello significa, realmente:
- “Venga tu reino”: el Reino de Dios que Jesús anunció e hizo presente, es justicia y vida digna, aquí y ahora, para todas las personas sin exclusiones (Lc. 4,18-21).
- “Danos cada día el pan que necesitamos”: Jesús nos enseñó a hacerlo posible en la generosidad del compartir solidario (Lc. 9,12-17).
- “Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos han hecho mal”, en otras versiones bíblicas se habla de “deudas” en lugar de “pecados”, Jesús nos enseñó que el perdón es una acción recíproca. Para que nuestra “deuda” sea cancelada tenemos que cancelar las “deudas” que tienen con nosotros – nosotras (Lc. 19,1-10).
- “No nos expongas a la tentación”. Las discípulas y los discípulos enfrentamos la tentación de seguir las reglas de juego que tiene la sociedad: individualismo, autoritarismo, manipulación pero Jesús nos dejó el camino para superarlas (Lc. 4,3-12).
Y finaliza con la gran certeza: “¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”
Una primera conclusión entonces, podría ser que la solidaridad y la justicia, que hacen digna la vida humana, son las manifestaciones del Espíritu Santo en la vida humana, comunitaria y social. Por lo tanto, una persona, una comunidad –por más cristiana que sea-, o una sociedad que no practica la solidaridad y la justicia, no es portadora del Espíritu Santo.
La segunda tiene que ver la forma, cómo oramos el Padre Nuestro. Es la presentación confiada (Lc. 5,12-14), insistente y perseverante (Lc. 5,17-20), solidaria porque no pide para sí (Lc. 7,1-9), de las necesidades y expectativas humanas más concretas, simbolizadas en el Reino de Dios.
Una segunda conclusión, entonces, sobre la forma de orar, está estrechamente relacionada a la forma de vivir esa oración. Las comunidades cristianas no podemos orar el Padre Nuestro sin comprometernos realmente:
- con un reparto equitativo y solidario de la riqueza;
- con la justicia para las personas a las que se vulneran sus derechos humanos, civiles y económicos;
- con la cancelación de todas las deudas injustas entre pueblos y la reparación por los daños producidos;
- con una relación equilibrada entre el ser, el tener y el poder.
Solamente, si la palabra se hace compromiso en nuestras comunidades, serán portadoras el Espíritu Santo dado por el Padre.
Buena semana para todos y todas.
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