Mensaje de comienzo de año 2019







Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana
Mensaje de Año Nuevo


“La paz esté con ustedes” (Lc 24,36).

Este es el primer salud de Jesús resucitado a la comunidad de discípulas y discípulos que representan a la Iglesia y a la nueva humanidad. Una humanidad liberada, sanada e incluida, “porque Dios no hace diferencias entre las personas” (Hch 10,34).

Este es el saludo de la IADC en este año que inicia, a todas las Iglesias, a todas las comunidades de fe, a todas las personas de buena voluntad que esperan y trabajan por una nueva civilización de paz con justicia.


1.     La paz es el goce de la plenitud de derechos con justicia, con equidad y solidaridad

La paz no es la ausencia de guerras. El imperio romano imponía la paz por medio de las armas en los pueblos ocupados. Acciones similares hacen los países poderosos en este siglo XXI. La paz es el goce de la plenitud de derechos con justicia, con equidad y solidaridad. No es posible vivir en paz mientras hay pueblos enteros que pasan hambre. No es posible vivir en paz mientras hay colectivos enteros que no acceden a medicación básica. No es posible vivir en paz mientras hay grupos excluidos, silenciados e invisibilizados por ser diferentes: diferente etnia, diferente sexo, diferente género, diferente credo. Las diferencias entre las personas y entre los pueblos no es una debilidad sino una fortaleza que enriquece al colectivo humano. Tampoco es posible vivir en paz, mientras algunos explotan salvajemente y expropian los recursos naturales del planeta, patrimonio de toda la humanidad, para su propio beneficio, poniendo en riesgo la existencia de diversidad de especies animales y vegetales, hasta el punto de estar en riesgo de extinción.

Debemos tomar conciencia de que la paz en que vivimos es ficticia. Es una sensación creada e impuesta por los poderosos de este mundo. Miles de millones de personas claman por pan, por trabajo, por medicamentos, por vivienda, por tierra, por identidad, por libertad de expresión, por el derecho a vivir su orientación sexual y su género, por transitar de una tierra a otra sin ser considera inmigrante y persona peligrosa …


2.     Di@s envía personas que anuncian y trabajan activamente por la paz con justicia.

Ciertamente, y sin lugar a dudas, el Ser Indecible a quien llamamos “Di@s” escucha ese clamor (Ex 3,7) e interviene en la historia humana liberando, sanando e incluyendo; generando la esperanza en que es posible la vida digna, plena y abundante (Jn 10,10) para todas las personas en todas partes, en una civilización planetaria de paz con justicia (Ex 3,8).

En todos los pueblos y en todos los tiempos han surgido personas que denuncian las injusticias y anuncian que es posible vivir con justicia y equidad; son profetas que actuando como la conciencia moral del pueblo indican el camino hacia esa nueva civilización del consuelo y la inclusión, sin dolor y sin llanto (Ap 21,4).

Las y los profetas, no son propiedad del judaísmo o del cristianismo; por ejemplo, Mahatma Gandi (1869 – 1948) fue uno de los mayores profetas, perteneciente a otra comunidad de fe, del siglo XX que trabajó por los derechos humanos realizando una verdadera revolución no violenta, donde el pueblo hindú alcanzó la liberación del colonialismo. La historia de la humanidad está llena de estas personas.


3.     Jesús, nuestro Maestro y nuestro Señor (Jn 13,13).

Jesús, “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6) de quienes formamos parte de su movimiento, nos dejó su ejemplo para que sigamos sus huellas (1Pe 2,21). Él “pasó haciendo el bien” (Hch 10,38) restaurando la dignidad humana y los derechos humanos de las personas violentadas por el sistema político y religioso, haciéndolo a través de sus palabras y de sus acciones (Hch 2,22). Fue un trabajador incansable en la construcción de esta nueva civilización que llamó “Reino” (Mc 1,5).

Jesús es nuestro Maestro. La Iglesia, el movimiento de Jesús, es enviada al mundo para anunciar esta civilización de paz con justicia (Lc 9,1-6; 10,1-12) de la que Él fue testigo donde las personas son visibilizadas e incluidas (Lc 7,22).

El siglo XXI se caracteriza por ser una civilización fragmentada, el norte y el sur, oriente y occidente, el G7 y el resto del mundo, la Unión Europea y el Mercosur, el G20 y el resto de los países, los países desarrollados y los países subdesarrollados, los países ricos y los países pobres, los países colonizadores y los países colonizados. En este contexto mundial, el movimiento de Jesús, la Iglesia, es portadora de un mensaje escandalosamente revolucionario, denunciando las injusticias de unos contra otros, la victimización de las personas inocentes (Hch 2,23) pero también, anunciando el triunfo de Dios en medio de la historia de la humanidad, la justicia divina triunfa sobre la injusticia humana, las víctimas de la injusticia no quedan en el olvido, Dios interviene a su favor liberando, sanando, incluyendo (Hch 2,24). En Jesús resucitado, la humanidad entera es restaurada y dignificada haciendo posible esa realidad de paz con justicia. La Iglesia no puede ni debe eludir su misión en el mundo transmitiendo lo que recibió del Señor Jesús.


4.     Un posible nuevo escenario: 2019.

Iniciamos un nuevo año, sin embargo, el desafío de crecer en justicia y paz sigue siendo el mismo que antes. Un nuevo año es una oportunidad para comenzar en unos casos o continuar en otros, la construcción de la paz con justicia, el establecimiento de derechos para todas las personas, para todos los pueblos, en todo el planeta.

La Iglesia tiene la oportunidad de abandonar la seguridad de los templos, los discursos moralistas, la fe mágica, las posiciones fundamentalistas y dogmáticas, para ser luz (Mt 5,14-16) y levadura (Mt 13,33-35), testigo fiel (Ap 1,5). Tremendo desafío para el año que inicia.

Un año nuevo es un año de oportunidades; una invitación a reescribir la historia desde el lugar de las personas silenciadas e invisibilizadas; una posibilidad para transformar las estructuras eclesiales y sociales; una invitación a retomar la ética evangélica en los múltiples escenarios sociales, culturales, políticos, económicos, religiosos.

La IADC convoca a todas las iglesias, las comunidades de fe y las personas de buena voluntad a hacer posible una civilización de paz con justicia, construida sobre los derechos humanos y la dignidad humana. De nuestra participación y protagonismo dependerá que tengamos un año nuevo feliz, una humanidad nueva feliz, una civilización nueva feliz.


Bendiciones a todas y todos.
+Julio, Obispo de la IADC.




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