Domingo del Bautismo del Señor – Enviado a establecer la justicia en todas las naciones
2° Domingo del Tiempo
de Dios para todos los pueblos
Is 42,1-7
1. El texto en su contexto:
Estamos leyendo al
segundo Isaías, el Libro de la Consolación que inicia en el capítulo 40 y se
extiende hasta el capítulo 55. En el capítulo 42, Dios presenta a su enviado y
explica su misión (vv 1-4), se dirige específicamente a él explicando el motivo
de la elección y la misión que se le confía (vv 5-9).
En la primera parte del
oráculo, Dios presenta a su elegido. Su misión es producto de la elección
divina y de la acción del Espíritu (vv 42,1). Su misión es establecer la
justicia en la tierra pero no como lo harían los poderosos de las naciones, a
través de las armas o del establecimiento de fuerzas de paz, imponiéndose por
la fuerza un nuevo orden entre las personas y los pueblos. El elegido realizará
su misión mediante la no violencia (vv 2) y haciendo justicia a las personas
agobiadas por la vida (vv 3) tal como lo hizo Moisés (Num 12,3); sin embargo,
estará firme en el cumplimiento de la misión que es universal (vv 4 cf Mt 3,13;
Mc 1,11).
En la segunda parte del
oráculo, Dios se dirige directamente al elegido confiándole establecer la
justicia convirtiéndolo en la alianza entre Dios y la humanidad (vv 6 cf 2Sam
5,3) no solo para el pueblo de Israel sino para todas las naciones del planeta,
nada escapará a su misión de establecer justicia, liberando a todas las
personas de todas las opresiones (vv 7).
2. El texto en nuestro contexto:
Sin lugar a dudas, el
Libro de la Consolación del segundo Isaías, contiene una reserva de sentido,
inmensamente fuerte y vigente para nuestro tiempo. Una civilización divida
entre el oriente y el occidente, entre el norte y el sur. Caracterizada por
unos pocos opresores que someten a millones de personas en todo el planeta a la
explotación de toda clase, el hambre, la miseria, la expropiación de los
recursos comunes, las migraciones forzadas, el desplazamiento y opresión de
pueblos originarios, la invisibilización y silenciamiento de grupos
minoritarios.
En este contexto de
injusticia institucionalizada, donde los gobiernos no asumen su responsabilidad
de generar condiciones de vida digna para los habitantes del planeta y algunas
comunidades de fe permanecen ciegas y sordas, cómplices de los poderosos, el
segundo Isaías nos recuerda que Dios rechaza todo tipo de injusticia,
explotación y sometimiento, no importa su origen, sea político o religioso.
En las palabras y las
acciones Jesucristo encontramos la clave para el establecimiento de la paz con
justicia en una nueva civilización. Su misión es liberar, sanar e incluir a
millones de personas a lo largo de los tiempos y en todo el planeta y las
Iglesia es continuadora de esa obra.
La Iglesia en el mundo
actual continúa la misión de Jesucristo, de liberar, sanar e incluir a todas
las personas sin excepción (Hch 10,34). No comprometerse con los millones de
personas oprimidas es ser cómplice de los regímenes de poder que deshumanizan y
atentan contra la dignidad humana. Atenta al clamor de las personas oprimidas
(Ex 3,7), con sus fortalezas y debilidades se pone al servicio de la liberación
integral de todas las personas denunciando las injusticias (Ex 5) y recordando
a toda la humanidad que en Jesucristo, Dios hizo una alianza eterna con la
humanidad, un pacto para todos los tiempos y para todos los pueblos (Mt 26,28;
Lc 22,20).
El cristianismo
transita tiempos difíciles. El surgimiento de grupos fundamentalistas como los
neopentecostales que promueven el odio y la discriminación hacia determinados
grupos, el silencio cómplice de asociaciones cristianas como, en Uruguay, el
CICU o la FIEU que han permanecido en silencio frente a temas fundamentales de
derechos humanos. Necesariamente el cristianismo necesita volver a sus fuentes,
dejarse impregnar por el espíritu profético, renunciar a sus intereses y
conveniencias y comprometerse radicalmente con el Evangelio de Jesucristo.
Tenemos por delante, la
construcción del Reino de Dios, una nueva civilización basada en la paz con
justicia, una civilización de alcance planetaria y que trasciende a la propia
humanidad para llegar a todas las especies del planeta (Is 11,6-9; 65,25).
Buena semana para todos
y todas.
Bendiciones
+Julio, Obispo de la
IADC
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