27º Domingo después de Pentecostés – Último domingo del Tiempo de la Iglesia: Jesucristo ¿rey o servidor?
Lc 23,35-43
1. El texto en su contexto:
Lucas nos sitúa en el
escenario de la crucifixión (23,26-43). Las autoridades se burlaban de Jesús
(versículo 35), sin lugar a dudas se refiere a los fariseos, maestros de la ley
y los ancianos de Israel, es decir las autoridades religiosas; se burlaban de Jesús
como Mesías condenado a muerte y crucificado. Los soldados también se burlaban
de él (versículo 36), pero las burlas hacían referencia a Jesús como rey.
Jesús, Mesías y Rey,
vencido por el poder político y religioso es ejecutado entre malhechores (versículo
32 cf 39-43). Uno de ellos se sumaba a las burlas de las autoridades religiosas
y de los soldados (versículo 39), pero el otro, le confiesa como Dios
(versículo 40) y le pide que le recuerde cuando esté en el reino (versículo 42).
La respuesta de Jesús no se hace esperar. En medio del fracaso y la
desesperanza, todo estaba perdido, estaban agonizando y la muerte era
inminente, Jesús infunde esperanza a su compañero de ejecución (versículo 43).
El paraíso es el lugar de felicidad, donde las personas justas esperan el
juicio final y la resurrección.
2. El texto en nuestro contexto:
Muchas iglesias
celebran hoy a Cristo Rey con imágenes con cetro y corona, sentado en un trono.
Nada más lejos de los hechos sucedidos en Jerusalén.
Jesús había predicado la
inminencia del Reinado de Dios (Mt 3,2; 4,17), un reinado en medio del pueblo
(Lc 17,21). Algunas personas malinterpretaron el mensaje, esperando que Jesús
organizara una revolución contra el imperio romano. Jesús tenía otra concepción
del Reinado de Dios, para él el Reino irrumpía en la historia humana cada vez
que una persona vulnerada en sus derechos y su dignidad, era liberada, sanada e
incluida en una comunidad de iguales. Por este proyecto, Jesús entregó la vida.
La Iglesia, comunidad de
discípulos y discípulas de Jesús, continuadora de su obra, está llamada a
imitar a su Maestro en el servicio a la humanidad (Mt 20,28). Hoy, al igual que
en tiempos de Jesús, hay personas que el sistema religioso oficial demoniza; estas
personas endemoniadas necesitan ser liberadas. Hay personas que el sistema
religioso oficial silencia y paraliza; estas personas necesitan que se le
devuelva la voz y se las levante. Hay personas que el sistema oficial
discrimina y excluye, como lo hacía con los leprosos en tiempos de Jesús; esas
personas, los leprosos del siglo XXI, necesitan ser limpiadas,
desculpabilizadas e incluidas.
La Iglesia está llamada
a infundir esperanza en aquellas personas crucificadas por el sistema político
y religioso. En la actualidad son millones quienes como Jesús cuelgan de la
cruz y esperan la liberación: unas con uso problemático de drogas, otras viven
con vih, unas por su orientación sexual, otras porque se han divorciado,
algunas porque practican métodos anticonceptivos o se han realizado abortos,
otras víctimas del sistema patriarcal sufren violencia de género, muchas son
oprimidas y explotadas por un sistema económico injusto, otras son rehenes del
consumismo … pero todas tienen en común dos cosas: la primera, su dignidad
humana vulnerada; la segunda, sus derechos humanos limitados. Pero esta
esperanza, no puede ser pasiva, alienante, no puedo anestesiar las conciencias;
muy por el contrario, la esperanza cristiana es transformadora, liberadora, generadora
de nuevas realidades.
La Iglesia está llamada
a trabajar solidariamente con las víctimas del sistema político y religioso por
la justicia (Heb 12,14 cf Sal 34,14; Jer 29,7), ese es el Reinado de Dios (Mt
6,33).
Este domingo, el último
del año litúrgico, nos desafía a trabajar por otra Iglesia posible: una
comunidad de iguales; y otro mundo posible: una sociedad planetaria solidaria y
justa, creciendo y desarrollándose en armonía entre sus habitantes, de éstos
con la naturaleza y con Dios. Esta esperanza es posible pero con compromiso y
con trabajo. Exige denunciar las situaciones injustas, las que generan
discriminación, opresión, exclusión. Exige asumir riesgos poniéndose de parte
de las víctimas y no de los poderosos.
Jesús nos dejó su
ejemplo.
Buena semana para todos
y todas +Julio.
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