9º Domingo después de Pentecostés: María, la mujer que desafió al sistema cultural y religioso
Lc 10,38-42
1. El texto en su contexto:
Jesús estaba de camino
predicando y llegó a casa de unas amigas (versículo 38 cf Jn 11,1; 12,2-3)
donde se alojó. Una de ellas, llamada María se sentó para escuchar a Jesús (versículo
39) rompiendo claramente con la expectativa social sobre la mujer, como Marta,
María debía estar ocupada en las cosas de la casa, atendiendo a los invitados y
sirviendo, sin embargo asumió el rol de los hombres, se sentó junto a ellos y
se dedicó a escuchar al Maestro.
Marta era la mujer que la
cultura judía esperaba y quería. Mujer de la casa, servicial, preocupada por
los asuntos domésticos, a tal punto que se dirige a Jesús para cuestionar a su
hermana que había asumido un rol masculino (versículo 40). Sin embargo, Jesús
no reforzó las creencias y prácticas culturales apoyando lo que pedía Marta,
muy por el contrario, apoya y promueve lo actuado por María (versículos 41-42).
Jesús, nuevamente vuelve a
escandalizar a su audiencia cuestionando los mandatos culturales, aquellos que
además estaban en las Escrituras del Antiguo Testamento y que Pablo tratará de
imponer a la Iglesia en el Nuevo Testamento (1Co 14,34), más no fue lo que
quiso y enseñó Jesús.
2. El texto en nuestro contexto:
¿Qué lugar ocupan las
mujeres en la vida eclesial?
Tanto las Sagradas
Escrituras del Antiguo como del Nuevo Testamento tienen brechas donde podemos
descubrir otro mensaje, silenciado, escondido e invisibilizado durante siglos.
En esos relatos podemos escuchar las voces de las mujeres, unas con nombres
otras en el total anonimato, que nos cuentan otra historia de salvación, la
historia que milenios de cultura patriarcal intentó borrar: María la profetiza,
Débora, Jael, Ruth, Abigail, Esther, Judit, Febe, María Magadalena, Junias
entre otras.
La historia de la Iglesia no
ha sido ajena a la hegemonía masculina y al dominio del patriarcado, sobre todo
a partir del siglo III dC. Sin embargo, también podemos identificar algunas
brechas que nos permiten ver otra Iglesia, totalmente diferente a la que
conocemos en la actualidad, por lo menos en algunas denominaciones. En esa
Iglesia las mujeres tuvieron un lugar de igualdad con los hombres y a pesar de
los intentos por silenciarlas e invisibilizarlas, sus voces, sus historias, sus
nombres y hasta sus retratos nos llegan hasta hoy, es así que reconocemos a
Tecla, a Teodosia y aquellas que sin nombre quedaron retratadas en pinturas,
sus nombres escritos en lápidas donde consta que eran presbíteras.
La Iglesia tiene la
necesidad de volver a sus orígenes para reencontrarse con su identidad y ser
creíble. Ya no es posible mantenerse en la lógica patriarcal. Ya no es posible
sostener en la Iglesia, al menos, la hegemonía masculina. Urge devolver la voz
y la imagen a las mujeres en la Iglesia. Ellas, al igual que los varones están
llamadas a las mismas tareas eclesiales, el relato del Evangelio de hoy es el
mejor fundamento.
El mismo Jesús cuestionó el
paradigma del patriarcado. Alentó a María a revelarse contra el sistema
cultural y religioso imperante, que la ubicaba en el ámbito doméstico,
privándola de la participación social y cultural.
La Iglesia Antigua – Diversidad
Cristiana, miembro de la Comunión Anglicana Libre viene trabajando
sistemáticamente en la participación de la mujer en la vida eclesial, no una
participación subordinada a los jerarcas varones, sino una participación en
igualada, tanto en los ministerios laicales como en los ministerios ordenados.
Al igual que Jesús, el
Maestro y el Señor, nos revelamos contra un sistema cultural y religioso que
discrimine, oprima o excluya. Invitamos a todas las mujeres que sientan el
llamado al diaconado, al presbiterado, al episcopado a que desafíen el sistema
como lo hizo María, asumiendo lo que en aquel tiempo era propio de los hombres
y estaba vedado a las mujeres. Aquí las
esperamos.
Buena semana para todos y
todas +Julio.
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