Quinto domingo de Cuaresma. La tensión eclesial de la opción preferencial: "queremos ver a Jesús"
Quinto domingo de Cuaresma
Ciclo B – Juan 12,20-33
1. El texto en su contexto:
El relato bíblico nos sitúa
en la ciudad Santa de Jerusalén, más precisamente en el entorno del Templo. Unas
personas extranjeras, simpatizantes del judaísmo (versículo 20), se dirigen a
Felipe, tal vez porque éste hablaba su idioma, para ver a Jesús (versículo 21).
Estas personas simbolizan a todas las personas no judías que después creerán en
Jesús.
La respuesta de Jesús,
parece no tener relación con la solicitud. Jesús habla de su hora, este
concepto en el evangelio de Juan es una referencia directa e indiscutible a su
muerte y también habla de su glorificación, concepto que hace referencia a su
resurrección (versículo 23); ambos temas aparecen con frecuencia en el cuarto
evangelio (2,4; 7,6.8.30; 8,20; 12,23; 13,1; 17,1).
La imagen del grano de trigo
que cae en tierra y muere para dar fruto abundante (versículo 24) es el nexo
entre el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús, que ya se podía predecir
por lo que estaba sucediendo en su entorno y las reacciones de las autoridades
religiosas y políticas, y los versículos 25 y 26 donde Jesús anuncia lo que ya
estaba viviendo la comunidad del discípulo amado; en efecto, cuando se escribe
este evangelios los romanos ya habían destruido el Templo de Jerusalén y gran
parte de la ciudad santa; el judaísmo había expulsado de la sinagoga a la secta
de los nazarenos, es decir, a las personas que creían en Jesús; por lo tanto,
fuera del sistema de protección religioso, los cristianos y las cristianas sufrían
la persecución del imperio romano. En medio de esta situación de persecución un
anuncio de esperanza (cf Mateo 10,38-39; 16,24-25; Marcos 8,34-35; Lucas
9,23-24; 14,27; 17,33).
En los versículos 27 al 33,
el discípulo amado pone en boca de Jesús la forma en que éste moriría.
Recordemos que este evangelio se escribió entre 60 y 70 años después de la
muerte de Jesús. Nos encontramos entre la segunda y la tercera generación de comunidades
cristianas. Ya existían diversas interpretaciones de la muerte de Jesús a la
luz de las Escrituras, tanto en que era necesaria la muerte como rescate (cf
Mateo 26,36-46; Marcos 14,32-42; Lucas 22,39-46), como la forma en que moriría
(Juan 3,14 cf Números 21,4-9; Isaías 52,13; Sabiduría 16,5-8; el discípulo
amado presenta la muerte de Jesús como su regreso al Padre, cf 8,28; 12,32-34; 13,1;
17,1). Y aquí encontramos la conexión con la petición de las personas
extranjeras que querían verle, “cuando yo sea levantado de la tierra atraeré a
todos hacia mí” (versículo 32). La muerte de Jesús pone fin a la lucha entre la
luz y la oscuridad, entre el bien y el mal, entre este mundo y el otro, entre
Dios y el diablo (versículo 31 cf Juan 14,30; 16,11; 2 Corintios 4,4; Efesios
2,1-2; 1 Juan 5,19).
En conclusión, el relato
evangélico nos presenta a las comunidades cristianas, integradas por personas
de distinto origen, perseguidas por el sistema religioso y político al igual
que su Maestro, donde se repite en ellas la muerte y resurrección de Jesús,
asegurando el triunfo de Dios.
2. El texto en nuestro contexto:
En nuestra sociedad muchas
personas nos piden ver a Jesús, así como aquellas personas extranjeras se lo
pidieron a Felipe. Las Iglesias podemos optar por dos posiciones.
Por un lado, podemos mostrar
el cuerpo dogmático que hemos ido construyendo durante dos mil años de
cristianismo, aferrándonos a términos y conceptos que son inentendibles para
nuestra sociedad y nuestra cultura occidental y latinoamericana, asegurándonos
la aceptación del sistema religioso imperante.
Por otro lado, podemos mostrar
un Jesús liberado del dogma y los fundamentalismos, contextualizado en nuestra realidad,
despojado de todo lo que nos impide descubrir su persona, un Jesús histórico,
un Jesús real, asegurándonos el rechazo del sistema religioso imperante.
La Iglesia Antigua de
Uruguay – Diversidad Cristiana, tenemos que optar por una de las dos
posiciones.
Revelar el contenido del
mensaje de Jesús, cambiando el envoltorio, de acuerdo a los contextos y las
coyunturas, es el gran desafío que tenemos sus discípulas y sus discípulos. Su
mensaje es el amor incondicional de Dios a todas las personas (Hechos 10,34) preferencialmente
a quienes están vulneradas en sus derechos y su dignidad (Lucas 4,18-21).
Revisemos a quienes el
sistema religioso, sea cual sea, y el sistema político, sea cual sea, están
rechazando, excluyendo, oprimiendo; esas personas porque están siendo
vulneradas, no importa si son buenas o malas, si son creyentes o no creyentes,
si participan de las celebraciones religiosas o no, esas personas son las que
tienen el amor preferencial de Dios y las iglesias somos enviadas a ellas.
Buena semana para todos y
todas. +Julio.
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