Sembrando Iglesias domésticas, diversas e inclusivas (Romanos 16,1-6; Mateo 13,31-33)


Este domingo cambié las lecturas propuestas por el Leccionario Dominical Ecuménico propuestas para el sexto domingo del Tiempo Ordinario o Tiempo de la Iglesia o Tiempo del Espíritu Santo. La circunstancia lo amerita. Parte de la comunidad de Montevideo se trasladó a la ciudad de Tarariras, en el departamento de Colonia, a la casa de nuestros hermanos Germán y Gastón, a quienes conocimos el año pasado, para sembrar una Iglesia doméstica en esta ciudad. Es la tradición más antigua de la Iglesia, atestiguada en el Nuevo Testamento.


En primer lugar, el trozo que escuchamos de la Carta del apóstol Pablo a las comunidades cristianas en Roma (Romanos 16,1-16), nombra a 38 personas que formaban las cinco comunidades eclesiales de la capital del imperio romano (menos de 8 personas por comunidad):

-       32 personas aparentemente no casadas (solteras / divorciadas / viudas)
-       6 personas casadas (3 matrimonios
-       12 personas esclavas o esclavas liberadas (dato que nos proporcionan los nombres propios)
-       12 personas con posibles nombres de esclavos /as
-       10 mujeres (1 apóstol, 1 diácono, 10 líderes)

Cuanta similitud con Diversidad Cristiana. Nuestras comunidades son pequeñas, diversas en cuanto que se integran con pocas personas casadas; muchas separadas, divorciadas y solteras. A excepción de la comunidad de Montevideo, nos reunimos en las casas, siguiendo el modelo de las Iglesias Hogar de los primeros tiempos del cristianismo. También las mujeres están teniendo predominancia en el liderazgo, la comunidad de Pinamar está liderada por Rita y Estela, la comunidad de Montevideo Ana, Sonia, Cris y Mirian han recibido ministerios eclesiales.

Nuestra experiencia eclesial no es tan distinta a la experiencia de la Iglesia de la antigüedad.

En segundo lugar, el trozo que acabamos de escuchar del Evangelio de Mateo, plantea dos ejemplos de cómo se desarrolla el Reino prometido por Dios, anunciado por los profetas y revelado por Jesucristo: la semilla de mostaza y la levadura en la masa (Mateo 13,31-33).

Ambas, semilla y levadura, para cumplir con su finalidad se mezclan y desaparecen en su entorno, produciendo algo nuevo. La semilla, puesta en tierra y cubierta por ésta, a través de su poder germinativo produce una planta. La levadura, puesta en la harina y el agua y mezcladas con ellas, a través de su poder leudante, produce un crecimiento de la masa que luego se transforma en pan.

Lo mismo sucede con la Iglesia. Comienza siendo un grupo muy pequeño, que se reúne, se fortalece, se consolida y se mezcla en su entorno, intercambiando con el contexto político, económico, cultural, social, religioso. Va transformando ese entorno, humanizando, dignificando, empoderando en derechos. De ese entorno, la Iglesia se va retroalimentando. Ella es transformadora del mundo y a su vez se ve transformada por éste, en un intercambio contante, comprometido, dinámico.

En Diversidad Cristiana hemos establecido esta estrategia, propuesta por el Evangelio de Jesucristo. La comunidad de Aguada en Montevideo se fortaleció, se consolidó y comenzó a mezclarse con su entrono, a través del ministerio hacia las personas GLTB, luego hacia las personas con VIH y actualmente hacia las personas de la tercera y cuarta edad; simultáneamente desarrolló actividades ecuménicas e interreligiosas y participó en eventos ciudadanos y políticos. Finalmente, comenzó a sembrar comunidades, pequeñas Iglesias domésticas, que como las que mencionaba la Carta a los Romanos que acabamos de leer, buscan aproximarse e imitar las comunidades descritas en Hechos de los Apóstoles (2,42-47), reuniéndose en las casas, leen las Sagradas Escrituras, oran, comparten la Eucaristía y practican la solidaridad.

Así surge la primera misión el año pasado, 2013, en Pinamar, departamento de Canelones, actualmente, está en camino de dejar de ser Misión, para transformarse en Iglesia Hogar o Iglesia Doméstica.

Hoy, en 2014, en Tarariras, departamento de Colonia, estamos sembrando la segunda Misión, con la presencia de miembros de la comunidad de Aguada: Ana, Vartán y yo y con miembros de la comunidad de Pinamar, ya que Flavia participa tanto en Aguada como en Pinamar y Ana es la pastora de dicha comunidad.

Aquel primer contacto que realizamos con Gastón y Germán el año pasado con motivo de su matrimonio, que luego se fue intensificando a través de visitas de ellos a la comunidad de Aguada y de llamadas telefónicas periódicas, hoy se concreta en esta nueva Iglesia que sembramos en Tarariras. Iglesia quiere decir comunidad, asamblea, congregación, exige que se junten las personas en el nombre de Jesús, para que se cumpla su promesa: “donde dos o tres se reúnan en mi nombre, yo estaré con ustedes” (Mateo 18,20). Por lo tanto, cuando hablamos de Iglesia, no hablamos de templo, de lugar de culto, de edificio. Hablamos de una comunidad que se reúne en el nombre de Jesús para compartir la vida cotidiana y la fe, en cualquier lugar, una casa, un local prestado, un parque, cualquier lugar es bueno para ello.

A esta Iglesia que sembramos en Tarariras la saludan Sonia que no ha podido venir por compromisos personales, Daniel que está internado y a quien hemos estado acompañando estos días, Gladys y María Julia de la Iglesia Metodista quienes les conocen de las reuniones de Vino y Vida Cotidiana al igual que los obispos Juan Carlos y Luis de la Iglesia Episcopal Antigua.

Que Dios, lleve a buen término, la obra que hoy inicia a través nuestro (Salmo 137,8 cf Filipenses 1,6).


15 de febrero de 2014
Sexto Domingo del Tiempo de la Iglesia
Primera celebración en Tarariras
+Julio, obispo de Diversidad Cristiana - Iglesia Antigua.

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