Introducción a los Comentarios de la Biblia Queer (continuación)

INTRODUCCIÓN 
A LA “THE QUEER BIBLE COMMENTARY”
Desarmemos la exclusión a los gays basada en la Biblia.
Traducción de nuestra hermana MCRP

Desde una perspectiva erudita, el centro de Milgrom en la llamada a Israel para ser santa – como el Dios que mora en el templo es santo – falla, desde mi punto de vista, en hacer adecuada justicia a la idea de “lo abominable”, como frecuentemente se traduce el término “to’eba”. El Libro del Levítico generalmente toca el tema de “abominación” (o, en forma más general, “impurezas”) como una amenaza para la nación. Una abominación tiene la capacidad de ensuciar la tierra, tanto que “vomita” al pueblo fuera. Existe evidencia de que, cuando los asirios invadieron el reino del Norte, deportaron al menos a algunos de las clases superiores de la población derrotada (Noth 1960: 261-2) La deportación a Babilonia es una práctica bien probada de los babilonios, sucesores de los asirios, que más tarde derrotaran al Reino del Sur, Judá. (Presumiblemente, la deportación de los líderes provinciales minimizó la posibilidad de revuelta) El Libro del Levítico fue escrito después de estas deportaciones, y refleja el temor a un nuevo “exilio” para la restablecida nación hebrea. Sin duda, mucho de él puede verse como una carta para la Israel post-exilio, por la cual podría evitarse la posibilidad de otro exilio, otro caso de ser “vomitados” de la tierra. Pero poner el tema exclusivamente en este punto is dejar de notar la forma en que el Dios de Israel está implicado en cualquier posible futuro exilio. El templo es literalmente la “Casa de Dios”, un lugar donde Dios habita. Como tal, templo es un tipo de central planta generadora de poder, el lugar desde donde irradia el poder de Dios, dando vigor a la tierra y asegurando el bienestar y la integridad de la población.

La enfermedad de la tierra representa una acción del divino poder, incluso una retirada de la energía divina. La presencia de impureza, y particularmente  de ese tipo más serio de impureza llamada “to’eba”, amenaza con enfermar la tierra por un efectivo corte del poder de Dios, quizás incluso la retirada de la presencia divina.

La afirmación de que la impureza es de alguna manera nauseosa colabora, pues en la consideración antropológica, lo “impuro” es que aquello que en una cultura golpea al pueblo como algo enfermante, lo que hace que ellos respondan con un “¡Ugh!” Consideremos la reacción de un contemporáneo a quien se le acaba de decir: - Lo que acabas de comer no era en realidad pollo, sino gato – o la reacción de un público ante el postre de sesos de mono, servido en la película “Indiana Jones y el Templo de Doom”. L. William Countryman (1988: ch. 2), siguiendo a Mary Douglas (1966), ha ofrecido un resumen de la lógica por la cual la relación anal hombre-hombre pudo ser construida como una realidad “enfermante”. Sin duda, en esta línea de pensamiento, una “abominación” resulta de confusiones categóricas (como cuando animales en la categoría “mascota” son erróneamente tomados como “alimento”) o es en sí misma algo parecido a una monstruosa deformidad. Lo que es “puro”, es “verdadero para el tipo”. Aquí, algo está ubicado como paradigmático (o esteotípico). Las monstruosidades son cosas que, o fallan de una manera significativa en ser verdaderas, o combinan elementos que pertenecen esencialmente a otro tipo de cosas. Si un pez como el salmón es una criatura marina paradigmática, entonces, los cangrejos u otros crustáceos son formaciones monstruosas, porque no se parecen al modelo paradigmático. Si la vaca es el animal terrestre paradigmático, entonces una criatura como el cerdo es “impuro”, porque no se conforma al ideal de rumiante. Esas criaturas impuras están entonces prohibidas en la mesa israelita, así como la vaca manchada no es apropiada para la mesa sacrificial. Si la vaca es idealmente de un solo color, entonces la pureza de Dios requiere lo más puro de lo puro, el sacrificio sin mancha. De acuerdo con esto, la relación hombre-hombre debe ser considerada impura, debe presuponer alguna norma para lo que es sexo real. En este caso, implica un pene y una vagina. Cualquier otro tipo de sexo no se conforma a los estándares: el sexo anal implica el uso del ano de alguna manera como si fuera una vagina, y el sexo anal homosexual implica una inadecuado reparto de roles. ¿El resultado? La relación hombre-hombre es una deformación monstruosa de la cosa real. La amenaza subyacente es de desorden cósmico: las formaciones monstruosas amenazan con romper el orden divino y el mundo se destruye. Pero, otra vez, ¿por qué es la relación homosexual anal prohibida? ¿Por qué no prohibir todo sexo anal, sea hetero u homosexual? ¿Por qué no prohibir todo sexo no-vaginal.

Saul Olyan (1994) ha intentado una posición media, combinando visiones típicas de los abordajes de Milgrom y Countryman, respectivamente. Para él, el poder de Dios no está amenazado tanto por el desorden, como lo es por la mezcla explosiva de las cosas de la vida con las cosas de la muerte. El sexo anal implica una mezcla explosiva, la deposición del fluido de vida (fluido seminal), en el lugar del excremento. Su teoría sería particularmente convincente, si el Levítico hubiera sido escrito por sacerdotes que hubieran conocido la tradición de Zoroastro, en la cual el diabólico Angra Mainyu (el enemigo del dios bueno Ahura Mazdha) crea su poderosa horda de demonios, a través de la auto-sodomía (Sproul 1979: 142) Sin embargo, una vez más, el tema vuelve: ¿Por qué prohibir solamente el sexo anal homosexual?

Yo sospecho que aquí hay algo más profundo en juego, que llega a la luz cuando se considera también la historia de la hospitalidad de Lot y los hombres de Sodoma. Pero, ya debe quedar claro que el horror del Levítico por el sexo homosexual, pierde su fuerza fuera del contexto de lo que hemos llamado “religión del templo”.

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Continúa.

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