El Libro de los Doce Profetas Menores - tercera entrega.

El Libro de los Doce Profetas Menores - Michael Garden. Traducido de la Biblia Queer por nuestra hermana MCRP

PROFETAS, PROFECÍA Y LIBROS PROFÉTICOS.-

Los profetas bíblicos han sido leídos de muchas maneras. En tiempos intertestamentales, se entendieron como anunciando eventos significativos que vendrían en el tiempo. Este abordaje fue empleado por la comunidad de Qumran, para interpretar la Escritura. De manera similar, los primeros cristianos vieron la vida de Jesús como cumpliendo las palabras de los profetas.

Muchos cristianos fundamentalistas hoy en día continúan leyendo a los profetas como un medio de comprender los hechos corrientes. En el Judaísmo, los profetas han sido entendidos como comentadores de la Torah. Para los estudios bíblicos del siglo pasado, sin embargo, los profetas han sido considerados como “los primeros y más importantes proclamadores” (Sawyer, 1987) En consecuencia, el objetivo de la erudición era descubrir la “ipsissima verba” de los profetas y así, encontrar a los hombres detrás de los libros. Comenzando con Wellhausen, los estudiosos han comprendido a los profetas como más relacionados con los eventos de su misma época, más que como predictores del futuro. Los profetas eran considerados como maestros de Ética, que de alguna manera transformaron la religión del antiguo Israel. Que este proyecto erudito fue conformado por los preconceptos cristianos es demostrado por Wellhausen en su declaración de que “la Ley es posterior a los Profetas” (citado en Sawyer, 1987) Con la escritura de la ley, llegaron los escritos de los profetas, consagrando así la “muerte de la profecía” (Wellhausen, citado en Conrad, 1999: 13)

Como fue el caso de la Torah (y Moisés es el arquetipo del profeta de las escrituras hebreas), los textos proféticos fueron desmigajados, para descubrir las palabras auténticas de los profetas. Como anota Conrad, los estudiosos “han estado preocupados con la noción de que el profeta, enterrado en la tumba escrita del texto, necesitaba ser resucitado, para vivir otra vez” y, de esta forma, “haciendo su disección (de los libros proféticos)…la palabra hablada podría ser oída una vez más” (Conrad, 1999: 13) Se postuló que las colecciones iniciales de los dichos proféticos fueron escritas en sus tiempos y que estas colecciones menores fueron agregadas, hasta que eventualmente, emergieron como el libro profético final. Los eruditos mantienen conceptos de las antiguas escuelas proféticas y sus discípulos, quienes, venerando las palabras de un Miqueas, un Joel o un Abdías, agregaron material a estas colecciones a través de los siglos, para aplicarlos a sus propios tiempos. Este abordaje puede verse en su forma extrema, en Wolfe (1935), quien propone no menos de doce redacciones de materiales proféticos para formar eventualmente el libro de los Doce, para no mencionar otras alteraciones posteriores, después de su formación. Con el escenario de Wolfe, solo nos podemos preguntar qué relevancia pudieron haber tenido los profetas en los libros que llevan sus nombres, particularmente porque la mayoría de los libros no están realmente interesados en presentar ninguna biografía de los individuos cuyo nombre lleva el título. ¿Cómo puede afirmarse algo acerca de un Joel, quien ha sido datado por los estudiosos en tiempo asirio y post-exilio, a efectos de determinar sus “palabras auténticas”? En efecto, de todos los Doce, es Jonás el que está más encarnado, a través de detalles biográficos y que aparece solo, en las narraciones históricas de Samuel-Reyes (véase 2 Reyes 14.25) Sin embargo, claramente, Jonás es una obra de ficción.

Para complicar más la cuestión de los originales proféticos, están los “links” intertextuales compartidos por el libro de los Doce. Una unión fundamental es el modelo en el cual el final de un libro y el comienzo del siguiente, a menudo comparten vocabulario significativo. El ejemplo más notorio es Joel 4,16 “Y Jehová rugirá desde Sión”, que se reproduce en Amós 1,2: “”Dijo: Jehová rugirá desde Sión”. Hay otros links intertextuales y motivos compartidos entre los Doce, como la imagen sorprendente de Joel en 4.10: convertir los azadones en espadas, transformar las espadas en azadones de Miqueas 4.3 y también Isaías 2.4. En efecto, el texto de Miqueas 4.1-5 es en sí mismo una cita de Isaías 2.2-4 (o viceversa)

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Próxima entrega: "¿Doce libros o un rollo en dos ediciones?"

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