Del lugar teológico de la vulnerabilidad social, la discriminación y la exclusión hacia el lugar teológico de la liberación, de la recuperación de la dignidad y de la inclusión,

Primer domingo del Tiempo de la Iglesia o Tiempo Ordinario.
Bautismo de Jesús - Mensaje Semanal:


“Jesús fue de Galilea al río Jordán, donde estaba Juan, para que este lo bautizara. Al principio Juan quería impedírselo, y le dijo: —Yo debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

Jesús le contestó: —Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que es justo ante Dios.

Entonces Juan consintió. En cuanto Jesús fue bautizado y salió del agua, el cielo se le abrió y vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo, que decía: “Este es mi Hijo amado, a quien he elegido.” (Mt. 3,13-17).


El texto del Evangelio de hoy, sitúa a Jesús en camino de Galilea al río Jordán. Dos lugares geográficos con un alto contenido teológico.

Galilea era la periferia del centro político y religioso. Tierra de frontera por lo tanto de intercambio cultural con pueblos vecinos, por eso su población era considerada impura frente a la población de Judea y Jerusalén que se mantenía apegada a sus costumbres y tradiciones. Una región de familias agricultoras empobrecidos por los impuestos que debían pagar al imperio romano, al gobierno local y al Templo de Jerusalén; en muchos casos terminaban perdiendo sus tierras y entregándose a la esclavitud para pagar las deudas.; insegura por la presencia del movimiento de los zelotas, rebeldes armados que se oponían a la ocupación romana y a la complicidad del poder político y religioso local; con movilidad de población por los períodos de siembras y cosechas que empleaban a gran cantidad de personas empobrecidas y desempleadas. Toda ella, gente que mantenía la esperanza en un cambio prometido por Dios y esperado por el pueblo humilde que se encontraba en situación de vulnerabilidad social, entre o otras cosas, por la discriminación y la exclusión.

El río Jordán, evocaba un momento histórico significativo en la experiencia política y religiosa de Israel. Por allí había cruzado Josué a la cabeza del pueblo, dejando atrás la esclavitud de Egipto y las peripecias del éxodo para entrar a la tierra de la promesa. El río Jordán evocaba nada más ni nada menos, que un cambio socio cultural, económico político y religioso que se dio en las tribus nómades al instalarse al cumplirse las promesas divinas e instalarse en su propia tierra.

Un primer aspecto a señalar de este texto, es la figura de Jesús en movimiento de Galilea al río Jordán, es decir, desde el lugar teológico de la vulnerabilidad social, la discriminación y la exclusión hacia el lugar teológico de la liberación, de la recuperación de la dignidad y de la inclusión.


Y en este camino de Galilea al río Jordán, el Evangelio presenta a Jesús integrado a la multitud que fue a escuchar a Juan y a bautizarse para el perdón de los pecados. No se ubicó en un lugar aparte o de privilegio, sino entre los grupos de personas pecadoras que bajaban hasta el agua para recibir el perdón.

Un segundo aspecto es la figura de Jesús en medio del pueblo, semejante a la multitud de personas que fueron en busca de ese cambio personal y colectivo que tanto esperaban. Tal vez, este es uno de los gestos más profundos del amor divino a la humanidad, el Emmanuel, Dios con nosotros y nosotras y entre nosotros y nosotras, dirá Pablo en la carta a los Filipenses “tomó la condición humana haciéndose uno de tantos” (2,7).


Otro aspecto de alto contenido teológico, que presenta el Evangelio de hoy es la apertura del cielo y el Espíritu enviado.

En Israel habían pasado varios siglos sin que surgieran profetas. Parecía que la profecía había desaparecido o se había extinguido. El pueblo oprimido, aún mantenía la esperanza en la venida del profeta anunciado por Moisés, que lo conduciría a la liberación y establecería la justicia. Sin embargo, el liderazgo político y religioso, se había instalado en el poder y se había solidarizado con el imperio. Al igual que en tiempos antiguos, el pueblo, alejado de sus líderes, clamaba al cielo por justicia.

Al abrirse el cielo y descender el Espíritu, se restablece la profecía en medio del pueblo. Los profetas y las profetizas, tenían por misión mantener viva la conciencia moral en el pueblo, denunciando situaciones abusivas que vulneraban los derechos y la dignidad de las personas, poniéndolas en situación de indefensión, de victimización, de exclusión social; y anunciando la solidaridad divina con esas personas a las que hará justicia.

En el cielo abierto sobre Jesús de Nazaret, Dios vuelve a suscitar la actividad profética, recuperando la conciencia moral del pueblo, por eso, las enseñanzas y los gestos de Jesús están orientados a restituir la dignidad de las personas, incluyéndolas en una comunidad de iguales.

Un tercer aspecto es la figura de Jesús como restaurador del espíritu profético en medio del pueblo. El es la confirmación de que la justicia divina triunfa sobre la injusticia humana. Su vida entera, es la ratificación del amor preferencial de Dios por las personas vulneradas en sus derechos y su dignidad.


Entonces, para ser la Iglesia de Cristo, el conjunto de sus discípulas y discípulos tenemos que:

- situarnos en el lugar teológico de la solidaridad y el compromiso con las personas cuyos derechos y dignidad son vulnerados;

- descubrir el rostro de Jesús entre la multitud de personas vulneradas, discriminadas y excluidas, para lo cual es necesario dejar nuestro lugar de poder, de privilegio, de seguridades para caminar con y entre la multitud;

- asumir la denuncia de todas las situaciones de injusticia y exclusión y el anuncio de que otra sociedad es posible donde se establezcan relaciones de equidad para que todas las personas tengan garantizado el acceso a oportunidades, bienes y servicios; otra Iglesia es posible comprometida en la defensa de los derechos humanos y la restitución de la dignidad a todas las personas.

Tengan buena semana y un año 2011 lleno de bendiciones.
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Dibujo de cerezo, tomado de la pág de Koinonía. 































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