Jesús es la plenitud de la manifestación de Dios
2º Domingo del Tiempo
de la Manifestación de Dios a todos los pueblos.
Ciclo A – Jn 1,29-34
Jesús
es la plenitud de la manifestación de Dios
1. El texto en su contexto:
Juan el Bautista da
testimonio de Jesús como el que es Elegido de Dios para revelarlo a todos los
pueblos (Is 49,3-6). Lo señala como el “Cordero de Dios” (versículo 29) haciendo
alusión al cordero pascual (Ex 12,1-24; 1Cor 5,7; 1Pe 1,18-19), al cordero que
se sacrificaba diariamente en el Templo (Ex 29,38-42), o al cordero vencedor
del mal (Ap 17,14); en cualquiera de las tres alusiones hay una referencia
clara al Siervo de Yavé (Is 53,4-7; Hch 8,32) descrito en los cuatro cánticos
del Siervo en el profeta Isaías.
Claramente, señala el
Bautista que Jesús no es simplemente otro profeta, es el Elegido (Jn 1,15.27.30),
en quien reposa la plenitud del Espíritu Santo (versículo 32) para ser
comunicado a la humanidad (versículo 33 cf Is 11,1-2; 42,1; 61,1; Mt
3,11.16-17; Hch 1,5; 2,1-4) y de eso da testimonio (versículo 34).
En Jesús, reconocemos
el rostro humano, el rostro visible de Dios (Jn 1,1-3.14-18; 1Cor 8,6; Col
1,15-17). Dios se ha manifestado a la humanidad de diversas maneras a lo largo
de la historia, pero en Jesús se manifiesta en plenitud a sí mismo (Heb 1,1-3
cf Sab 7,25-26 y Jn 1,4-9). Ver a Jesús
es ver a Dios (Jn 14,9).
2. El texto en nuestro contexto:
Toda la ternura, la
compasión y la misericordia de Dios se revela plenamente en las palabras y las
acciones de Jesús. La Iglesia está llamada, al igual que Juan el Bautista, a
dar testimonio de Él ante todos los pueblos (Mt 28,19). Ella no es propietaria
del mensaje, está al servicio de forma que no tiene autoridad para modificarlo.
Nuestra sociedad
contemporánea está necesitada del mensaje liberador, sanador e inclusivo de
Jesús. Transcurre por la historia dividida, persiguiendo, juzgando y
discriminando; prisionera del individualismo, del consumismo, del capitalismo
que destruye la vida en todas sus formas. La sociedad entera espera de la
Iglesia que manifieste la ternura, la compasión y la misericordia de Dios. Sin
embargo, algunos sectores se han atribuido el derecho a modificar el contenido
del mensaje descontextualizándolo, reforzando el sistema opresivo que excluye a
todas las personas que no se ajustan a las enseñanzas de esas denominaciones
cristianas.
Llamada a ser luz para todos
los pueblos (Mt 5,14-16), la Iglesia debiera liderar en materia de derechos
humanos y dignidad humana y no ser un peso culpabilizador y moralista. Ella
revela a la humanidad a Jesús que es la plenitud de la revelación de Dios (Col
2,9).
Nosotros y nosotras,
que por el Bautismo pasamos a formar parte de la Iglesia (1Cor 12,12-13)
recibimos la misión de dar testimonio de Jesús, el Elegido de Dios que lo
revela a sí mismo, comunicando vida plena, digna y abundante (Jn 10,10);
comprometidos con los cambios profundos que necesita la sociedad y la propia
Iglesia.
Buena semana para todos
y todas +Julio.
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