21 er domingo después de Pentecostés - El Tiempo de la Iglesia: Leprosas y leprosos sanados en el siglo XXI




Lc 17,11-19

Leprosas y leprosos sanados en el siglo XXI

1.     El texto en su contexto:

El relato de la sanación de los leprosos, el evangelista Lucas lo sitúa en el último viaje de Jesús a Jerusalén (versículo 11 cf 9,51-19,27). Este viaje tiene como meta la ciudad santa de Jerusalén, el lugar del cumplimiento definitivo de la misión de Jesús (13,22; 17,11; 18,31-33) iniciada tiempo atrás (4,18-21).

Pasando por una aldea entre Galilea y Samaría salieron a su encuentro diez hombres con lepra (versículo 12). Recordemos que la lepra,  no sólo lo que clínicamente llamamos en día lepra, sino todas las enfermedades de la piel, la Ley prescribía una cuarentena lejos de la sociedad (Lv 13,45-46) quedando la persona en la categoría de impureza ritual, por lo tanto, también queda excluida de la sinagoga y del Templo. Se ponía énfasis en proteger del contagio más que en ayudar a la persona enferma. Muchos rabinos iban más allá y culpaban a la persona con lepra como pecadora. Por lo tanto, las personas con lepra eran discriminadas, marginadas y excluidas; eran ese tipo de personas que el resto de la gente sana prefería pasar por alto, ignorarlas, invisibilizarlas.

De lejos, guardando la cuarentena para no contaminar, gritan a Jesús pidiendo ayuda (versículo 13). La respuesta de Jesús a su pedido se adelanta a lo que sucederá (versículo 14); les envía a los sacerdotes, en cumplimiento de la Ley cuando se producía la curación (Lv 14,1-32). En efecto, eran los sacerdotes quienes examinaban y dictaminaban la curación dándole permiso para reincorporarse a la vida comunitaria; de ellos dependía la inclusión social (Lv 13,45-46; 14,2). De camino al encuentro con los sacerdotes, descubren que fueron sanados.

Uno de los hombres sanados regresa hasta Jesús alabando a Dios delante de quienes acompañaban al Maestro (versículo 15); una actitud común que nos relata el libro de los Salmos, frente a curaciones o liberaciones la persona acude a Dios en presencia de la asamblea. Este hombre era de la región de Samaría (versículo 16). Este gesto del hombre samaritano deja en evidencia la ingratitud de los otros nuevo que eran judíos. Jesús, nuevamente, como lo hizo en Lc 10,33, vuelve con fina ironía a poner a un hombre samaritano, a quienes los judíos consideraban como extranjeros y paganos, como ejemplo de alguien que recibe la gracia de Dios y cumple la Ley (versículo 17-18).

Jesús concluye con una frase lapidaria: “Levántate y anda, tu fe te ha salvado” (versículo 19). Los otros que eran judíos, fueron sanados, éste que era samaritano fue sanado y fue salvado porque creyó.

Un aspecto importante que casi pasa desapercibido es que un samaritano convivía con nueve judíos en una zona descampada entre Samaría y Galilea (versículo 11), dos grupos que eran rivales, los judíos se consideraban superiores, cumplidores de la Ley, discriminaban a la población de Samaría, la despreciaban y consideraban extranjeros y paganos. La lepra es la tremenda condición que degrada a tal punto a la persona que borra toda otra diferencia; más bajo no se podía llegar: expulsado de la vida pública, de la vida cúltica, de la vida familiar, forzado a vivir en la soledad y el aislamiento, considerado peligroso por el contagio, juzgado como pecador, confinado al silencio y la invisibilización.

2.     El texto en nuestro contexto:

 Al igual que el sistema religioso en que Jesús vivió, nuestro sistema religioso continúa expulsando, discriminando, excluyendo, aislando, silenciando, invisibilizando. Antes eran las personas con lepra. Hoy son las personas gays, lesbianas, bisexuales, trans, las divorciadas, las que utilizan métodos anticonceptivos, las que se practicaron abortos, las trabajadoras sexuales. Antes se protegía a las personas “sanas” del contagio de la lepra excluyendo. Ahora se protege las estructuras patriarcales, rígidas e incuestionables consideradas “normales” y “naturales” de quienes el sistema religioso silencia e invisibiliza.

El relato evangélico de hoy demuestra que algunas iglesias están equivocadas, repitiendo el modelo religioso que el Maestro enfrentó y denunció, como inhumano y contrario a la voluntad de Dios.

Dios, que no hace diferencia entre las personas (Hch 10,34) sanó e incluyó, por medio de Jesús (Lc 4,18-21), a los diez hombres excluidos del sistema religioso (Lc 17,11-19), restituyéndoles dignidad y derechos. Sin embargo, aquel que regresó agradecido porque creyó, no sólo restituyó su salud devolviéndolo a la comunidad y la familia, sino que lo recibió en la comunidad de creyentes haciéndolo partícipe de la mesa (Mt 22,1-14) en la fiesta de la vida (Jn  10,10).

La Iglesia, continuadora de la obra del Maestro, está mandatada para incluir no para excluir, para liberar no para condenar, para restituir derechos y dignidad no para violarlos o limitarlos. Muchas personas en la actualidad salen a nuestro encuentro gritando, como los leprosos del Evangelio, pidiendo ayuda. La condición de exclusión y la culpabilización son tan tremendas que ya no pueden caer más abajo; el sistema religioso las colocó en el terrible infierno de la invisibilización y el silencio. A esas personas, nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana les decimos: Dios las sana, las libera y las incluye. Dios les devuelve todo aquello que el sistema religioso les quitó. Dios les restituye sus derechos y su dignidad vulnerada por el sistema religioso. Jesucristo, el Maestro y el Señor, continúa hoy denunciando las injusticias del sistema religioso, continúa hoy comunicando vida plena, digna y abundante (Jn 10,10) a todas las personas, continúa hoy salvando de la exclusión y la discriminación religiosa.

El relato evangélico de hoy es una buena noticia para las personas gays, lesbianas, bisexuales, trans, las divorciadas, las que utilizan métodos anticonceptivos, las que se practicaron abortos, las trabajadoras sexuales. Ustedes tienen un una mesa servida para celebrar en la casa del Señor. Hay Iglesias que hoy denuncian al sistema religioso fundamentalista. Las Iglesias inclusivas les recibimos con los brazos abiertos sin pedirles explicaciones, siguiendo el ejemplo del Maestro.

Buena semana para todos y todas +Julio.



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