Primer domingo después de Pentecostés: Caminar tras las huellas del Maestro



Primer Domingo después de Pentecostés.
Jn 16,12-15

Caminar tras las huellas del Maestro


Con la celebración de Pentecostés, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana comienza el Tiempo del Espíritu Santo que se extenderá hasta el inicio de Adviento. Tiempo que es también de la Iglesia, tiempo en que el Espíritu Santo camina junto al Pueblo de Dios recordando las palabras y las acciones de Jesús, fortaleciendo el testimonio misionero, haciendo fecundo el compromiso en la liberación, la sanación y la inclusión que la Iglesia tiene con Jesucristo, el Maestro y el Señor (Jn 13,13-14).

En este primer domingo después de Pentecostés, el evangelista Juan nos recuerda la promesa de Jesús, promesa que recordamos y celebramos la semana pasada, con la venida del Espíritu Santo (versículo 13). Él nos guiará a la Verdad plena, esa que es Jesucristo (Jn 14,6), quien el apóstol Pablo afirma que por su medio hemos sido pacificados, reconciliados, justificados y tenemos acceso a la gracia (Ef 5,1-2).

A lo largo de estos domingos del Tiempo del Espíritu Santo iremos reflexionando y renovando nuestra fe en el seguimiento del discipulado, iremos aprendiendo aquello que el Espíritu Santo nos enseñe, fundamentalmente por medio de la experiencia de vida eclesial. El Espíritu se manifiesta cuando hay iglesia, es decir asamblea, comunidad de creyentes reunida en el nombre de Jesús (Hch 2,1-4; 10,44-46).

El discipulado no es únicamente participar de la celebración dominical o recitar las oraciones diarias, el discipulado es esencialmente seguimiento del Maestro, decir lo que él dijo, hacer lo que él hizo, creer lo que él creyó (Jn 15,14). Jesús denunció la injusticia del sistema político y religioso, anunció el inicio del reinado de Dios en la humanidad, un reinado con justicia y compasión; Jesús sanó las heridas de las personas, especialmente de aquellas que el sistema religioso y el sistema político habían vulnerado en sus derechos y su dignidad, liberó de las pesadas cargas que la religión impone a las personas y formó una comunidad de iguales, convocando a todas las personas pero especialmente a las empobrecidas, las discriminadas y las excluidas; Jesús creyó en la paternidad de Dios, un Dios próximo y cercano, misericordioso y amoroso al que con toda confianza nos enseñó a llamarle Abbá (= Papi / Papito / Pa).

Pido que el Espíritu Santo nos acompañe a todos y todas, en este camino del discipulado que hoy retomamos de forma especial. Que nos de la fortaleza de seguir radicalmente fieles a Jesucristo sin distorsionar su Evangelio liberador, sanador e inclusivo. Que nos dé el valor de dar testimonio alegre de nuestra esperanza: otro mundo posible con justicia y dignidad para todos y todas.

Buena semana +Julio.



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