Segundo Domingo del Tiempo de Epifanía – Bautismo de Jesús
Domingo 10 de enero
Segundo Domingo del Tiempo
de Epifanía – Bautismo de Jesús
Ciclo C – Lucas 3,21–22
1. El texto en su contexto:
El relato evangélico de hoy
es el nexo entre la actividad bautizadora de Juan en el desierto y la actividad
misionera de Jesús en Palestina, que se va preparando desde 3,21 a 4,13. Es un
relato extremadamente corto pero cargado de un profundo contenido: bautismo,
oración, elección; tres ejes fundamentales en el discipulado. El relato de Lc
3,21-11 está presente en los otros tres evangelios con matices diferentes (Mc
1,9-11; Mt 3,13-17; Jn 1,31-34).
Juan se encontraba a orillas
del río Jordán predicando y bautizando (Lc 3,3), preparando el pueblo para el
encuentro con Dios, no lejos de donde siglos atrás, Josué había cruzado el río
Jordán y entrado en la tierra de la Promesa con todo el pueblo (Jos 3-4). Jesús
era parte del gentío que escuchaba a Juan y le seguía hasta el río para
bautizarse; el evangelista Lucas nos relata que Jesús luego del bautismo oró
(versículo 21). Lucas hace especial hincapié en momentos importantes de la vida
de Jesús (5,16; 6,12; 9,18.28-29; 11,1; 22,41-46; 23,34.46).
Mientras Jesús oraba,
descendió sobre él el Espíritu Santo y fue confirmado como el elegido
(versículo 22 cf Gn 22,2; Sal 2,7; Is 42,1). Especialmente el salmo 2 que
identifica al rey de Israel como hijo de Dios, fue interpretado por la iglesia
primitiva como una profecía del Mesías Jesús, en su calidad de rey. El pasaje
del profeta Isaías nos refiere a la figura del Siervo de Yavé (cf 52,13-53,12)
también fue entendido por la iglesia como una referencia a la pascua de Jesús
(cf Mt 12,18; 17,5; Mc 9,7; Lc 9,35; 2Pe 1,17). La elección de Jesús está
directamente relacionada a su misión (Lc 4,18-19): anunciar la buena noticia
del inicio del Reinado de Dios en la historia de la humanidad.
2. El texto en nuestro contexto:
Jesús es el modelo a seguir
por los discípulos y las discípulas.
En algún momento de nuestras
vidas hemos recibido el bautismo por el cual fuimos hechos hijos e hijas de
Dios; una filiación adoptiva que nos hace partícipes de la vida divina, ya
desde ahora.
Nuestro bautismo nos impulsa
a continuar el ministerio de Jesús en el mundo, anunciando la buena noticia de que
otro mundo es posible, construido sobre la justicia y la paz, y trabajando
activamente para que sea realidad. De no hacerlo, el sacramento bautismal es
como una semilla que sembrada en tierra se pudre y no resurge a la vida; y como
la sal insípida no sirve para nada (Mt 5,13).
En esta tarea de continuar
el proyecto de Dios, un mundo para todos y todas, con los mismos derechos y las
mismas oportunidades, es necesario que cada uno y una inicie un proceso de
discernimiento, mediante la oración, poniendo al servicio del Reino sus dones.
Pasar por esta vida sin, por
lo menos intentar transformar las estructuras injustas, para que otras
personas, vulneradas en sus derechos y su dignidad, tengan la posibilidad de
una vida plena, digna y abundante es el mayor acto de egoísmo que podemos
hacer. Jesús nos enseñó la generosidad del compartir, al punto que quiso
quedarse en la mesa servida, en el pan repartido y en la copa compartida.
El bautismo de Jesús, nos
remite a nuestro bautismo y a los compromisos asumidos por el sacramento que
recibimos. Oremos pidiendo a Dios que nos clarifique nuestra misión e iniciemos
con confianza la tarea.
Buena semana para todos y
todas +Julio.
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