Breve Catequesis de Pentecostés
Significado del término.
Pentecostos es un término griego que significa cincuenta,
haciendo referencia al quincuagésimo día después de la Pascua. De allí se
deriva Pentecostés, fiesta que se
desarrolla en el mes de Siván, equivalente a mayo / junio.
Pentecostés en el Antiguo Testamento
Era una de las tres
fiestas en que el pueblo de Israel debía presentarse ante YHWW su Dios
(Deuteronomio 16,16): Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos.
Originalmente era una
fiesta agraria asociada a la siega (Éxodo 23,16; Números 28,26; Levítico 23,
16ss), la culminación de la fiesta de “las semanas” (Éxodo 34,22; Deuteronomio
16,10) que comenzaba el tercer día de Pascua con la presentación de las
primeras cosechas (Levítico 23,17-20; Deuteronomio 16,9-10)
Al regresar del
exilio en Babilonia, se constituyó en una de las mayores fiestas judías siendo
motivo de importantes peregrinaciones de los israelitas que se encontraban en
la diáspora hacia la ciudad santa de Jerusalén, lugar del Templo (Hechos de los
Apóstoles 20,16). Por este tiempo, se conmemoraba los sucesos liberadores de la
Alianza que se había sellado unos cincuenta días después de la salida de Egipto
(Éxodo 19,1-6) convirtiéndose de una fiesta agrícola a celebrar el aniversario
de la Alianza según consta en los escritos rabínicos y los manuscritos de
Qumrán.
Pentecostés en el Nuevo Testamento
Esta fiesta
cristiana, se sitúa como una prolongación de las teofanías del Antiguo
Testamento, donde se derrama el Espíritu Santo, dando pleno cumplimiento a las
profecías.
Pedro muestra que
Pentecostés realiza las promesas de Dios (Ezequiel 36,27). Juan el Bautista
había anunciado la presencia del que bautizaría en el Espíritu Santo (Marcos
1,8) y Jesús, después de su Pascua, confirmó la promesa (Hechos de los
Apóstoles 1,5).
Pentecostés es la
plenitud de la Pascua, donde Jesucristo resucitado y glorificado junto al
Padre, finaliza su obra derramando el Espíritu Santo sobre la comunidad
apostólica (Hechos de los Apóstoles 2,23.33), el nuevo Israel reunido en la
ciudad santa pero abierto a todos los pueblos (Hechos de los Apóstoles 1,8;
2,5-11; 10,44ss) finalizando la división producida en Babel (Génesis 11,1-9).
Pentecostés es el
surgimiento de la Iglesia, la nueva comunidad mesiánica que es enviada, por lo
tanto misionera (Hechos de los Apóstoles 1,8).
El Espíritu Santo en la Biblia
El término Espíritu o
Espíritu Santo aparece en el Antiguo Testamento 378 veces en hebreo (ruah) y en el Nuevo Testamento 379 (pneuma) de las cuales 250 se refiere al
Espíritu de Dios.
En el Antiguo
Testamento encontramos tres acepciones. La primera puede traducirse por viento – fuerza invisible, misteriosa,
poderosa (Génesis 8,1; Éxodo 10,13; Números
11,31; 1 Reyes 18,45; Proverbios 25,23; Jeremías 10,13: Oseas 13,15; Jonás 4,8).
La segunda puede traducirse por aliento –
espíritu (Génesis 6,17; 7,15; Salmos 31,5; 32,2; Eclesiastés 3,19; Jeremías
10,14; 51,17; Ezequiel 11,5). La tercera puede traducirse por poder divino en los líderes carismáticos
del pueblo (Jueces 3,10; 6,34; 11,29; 13,25; 14,6; 15,14s; 1 Samuel 11,6) y en
los profetas (Números 24,2; 1 Samuel 10,6; 19,20. 23s).
En el Nuevo Testamento
marca el comienzo de la Iglesia (Gálatas 3,2 ss cf Romanos 8,9), es quien liga
al discipulado (1 Corintios 6,17) y hace miembros del cuerpo de Cristo (1
Corintios 12,13). Es el poder para la nueva vida en Cristo (Gálatas 3,3;
Filipenses 1,6); una experiencia que se vive comunitariamente (Hechos 2,17 ss;
Romanos 8,9; 1 Corintios 12,7; Hebreos 6,4; 1 Juan 2,20), esta experiencia
comunitaria es lo que hace que las discípulas y los discípulos sean participes
de la vida en Cristo (1 Corintios 12,13; 2 Corintios 13,14; Efesios 4,3 ss;
Filipenses 2,1)
Pentecostés para la Iglesia Antigua de Uruguay –
Diversidad Cristiana
Hoy como ayer, el
Espíritu Santo continúa derramándose en la comunidad reunida. Es el motor que
pone en movimiento la vida eclesial. Es quien impulsa a la Iglesia a
desarrollar la misión. Sin la presencia activa del Espíritu Santo no hay misión
y no hay Iglesia viva.
En la diversidad de
dones se enriquece la vida eclesial y la experiencia de fe. Esta diversidad enriquece
a nuestra iglesia con sus diferentes formas de adoración y de culto, de
ministerios y de pastorales.
Reconocemos que
nuestra existencia, como experiencia eclesial, es obra del Espíritu Santo que
nos convoca y nos envía con una misión específica: anunciar la Buena Noticia de
Jesucristo a las personas oprimidas, discriminadas y excluidas, con la certeza
de que otro cristianismo es posible, no esclavo de las leyes y las tradiciones,
sino liberado por Jesucristo y sujeto al Espíritu Santo.
Vigilia de
Pentecostés.
7 de junio de 2014.
+Julio, obispo de la
Iglesia Antigua de Uruguay – Diversidad Cristiana
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