El testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús (Juan 1,29-34) y el testimonio de la Iglesia hoy
1-
El
texto en su contexto:
Juan el Bautista reconoce a
Jesús como el Cordero de Dios (versículo 29) Esta expresión aparece únicamente
dos veces en el Nuevo Testamento (Juan 1,29 y 1,36). Oras cuatro referencias a
Jesús como el Cordero de Dios encontramos en Hechos 8,32; 1 Pedro 1,19;
Apocalipsis 5,6; y 7,17.
La imagen del cordero puede
aplicarse a Jesús tanto desde la perspectiva pascual (Éxodo 12,1-24; 1
Corintios 5,7; 1 Pedro 1,18-19 cf Juan 19,36; Éxodo 12,46; Números 9,12; Salmo
34 (35),20 (21); como desde la perspectiva expiatoria, es decir, haciendo
referencia al cordero que se ofrecía cada día en sacrificio (Levítico 14,12-21;
Hebreos 10,5-7 cf Éxodo 29,38-42; Números 28,3.9.13) haciendo referencia al
Siervo de Yavé (Isaías 53,4- 7 cf Hechos 8,32); la frase “que quita el pecado
del mundo” apoyaría esta última perspectiva, si bien plantea un giro
importante, ya no se limita al pecado del pueblo sino al pecado del mundo;
Jesús es salvación para toda la humanidad. En esta perspectiva sacrificial se
apoyan los apóstoles Pedro (1 Pedro 1,18) y Pablo (1 Corintios 5,7).
Juan el Bautista, reconoce
en Jesús al elegido de Dios (versículo 30 cf: versículo 15; versículo 27);
Desatar la correa de la sandalia era la tarea de los esclavos; él no se
considera digno ni siquiera de esa tarea (Marcos 1,6); que es manifestado al
pueblo que se prepara por medio del bautismo (versículo 31). Su propósito es preparar el camino (versículo
23)
Juan el Bautista da testimonio
de que en Jesús, elegido de Dios (versículo 34 cf Isaías 49,3) reposa el
Espíritu Santo (versículo 32 cf Mateo 3,13-17) y tiene poder para bautizar con
el Espíritu Santo (versículo 33 cf Hechos 1,5; 2,1-4). La inmensa mayoría del
pueblo creía que se había agotado el espíritu profético con la muerte de los
últimos profetas de Israel: Ageo, Zacarías y Malaquías; sin embargo también
esperaban el inicio de la era mesiánica, cuando Yavé volvería a derramar su
Espíritu en el elegido (Deuteronomio 18,15-18). El pueblo que acompañaba a Juan
en el Jordán, al oír su testimonio sobre Jesús, sin lugar a dudas asoció su
testimonio al resurgimiento del Espíritu profético en Israel y por
consiguiente, el inicio de la era mesiánica.
La era mesiánica era el restablecimiento
de la justicia en medio del pueblo; Dios tomando partido activamente por
quienes estaban en situación de opresión, cuyos derechos y dignidad eran
vulnerados por el sistema reinante, apoyado por el imperio romano.
2- El texto en nuestro contexto:
Uno de los grandes desafíos
que enfrentamos las pastoras y los pastores en la actualidad, es poder
actualizar el contenido de los Evangelios sin desvirtuar el mensaje.
Así como Juan el Bautista
dio testimonio de Jesús, La iglesia está llamada a hacer lo mismo. A partir del
relato evangélico ¿Cuál es
nuestro testimonio, para las personas que no forman parte de la Iglesia, sobre Jesús
?
-
Jesús
es plenamente humano (versículo 30) sin
negar lo afirmado en otros momentos sobre su origen divino (1,1-18; 20,28): por
lo tanto, todo lo obrado por Jesús puede y debe ser obrado por sus discípulas y
discípulos; no imitar plenamente y radicalmente a Jesús es recortar su mensaje,
buena noticia de liberación e inclusión
-
Jesús
es el elegido de Dios en quien se brinda la plenitud del espíritu profético (versículo
33), dando origen a la era mesiánica que se concreta con el inicio al tiempo de
la Iglesia (Hechos 1,5; 1 Corintios 12,13): por lo tanto, la Iglesia tiene
sentido, en la medida que encarna el espíritu profético de Jesús para denunciar
las injusticias y anunciar las promesas divinas, a la sociedad y la cultura
contemporánea, tomando partido por las personas vulneradas en sus derechos y su
dignidad por el sistema político, económico, social, cultural, religioso;
porque la liberación que Jesús anunció es integral, abarcando a la totalidad
del ser humano.
-
Jesús,
el Cordero de Dios (versículo 29) es la víctima inocente y sacrificial, que con
su muerte expió el pecado (Apocalipsis 5,6-14) no sólo de Israel sino de la
humanidad (Mateo 1,21; 1 Juan 3,5), por lo tanto: introduciendo, de esta forma,
el carácter universal e inclusivo del Reinado de Dios, que se traduce en
restitución de justicia, derechos y dignidad para todas las personas, en todos
los lugares y en todas las épocas; y poniendo fin a la religión del pecado y la
culpa, de la penitencia y el sacrificio expiatorio (Hebreos 10,12 cf Mateo
10,28; Juan 3,17; 1 Timoteo 2,5-6; 1 Pedro 3,18; Hebreos 7,26-27; 9,28; 10,10;
10,14); la Iglesia es la comunidad de las personas salvas (Hechos 15,11 cf
Efesios 2) y santas (1 Corintios 1,30, Hebreos 3,1).
Diversidad Cristiana, que
Dios te conceda ser fiel discípula en el seguimiento de Jesús y fiel testigo en
los lugares donde te encuentres.
Buena semana para todas y
todos.
+Julio, obispo de Iglesia
Antigua – Diversidad Cristiana.
2º Domingo del Tiempo de la
Iglesia. Ciclo A.
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