Si no cambiamos en nuestra práctica de fe nos continuaremos pareciendo a los fariseos
Lucas 14,1.7-14
1.
El texto en su contexto:
El relato evangélico de la
comida en casa del fariseo nos plantea dos enseñanzas.
La primera enseñanza es
sobre la soberbia y la humildad (14,7-10). Jesús fue invitado a comer a casa de
un jefe fariseo, donde también concurrieron muchos otros fariseos (versículo 1)
que buscaban los lugares de honor para sentarse (versículo 7 cf Mateo 23,6;
Lucas 20,46). Jesús toma esa situación
cotidiana para enseñar (versículos 8-10) donde concluye que con una frase
contundente “Porque
el que a sí mismo se engrandece, será
humillado; y el que se humilla, será
engrandecido” (versículo 11
cf Proverbio 21,23; Matero 23,12; Lucas 18,14). Seguramente esta enseñanza le sumó más enemigos que
amigos. Jesús propone a aquellas personas de fe, los fariseos, cambiar su forma
de vivir, abandonando la búsqueda de poder, reconocimiento y admiración para
ser semejantes a aquellas personas que ellos discriminaban, el pueblo humilde.
La segunda enseñanza es
sobre quienes deben de ser las personas que están en nuestra opción
preferencial (14,11-14). Inmediatamente, Jesús propone una nueva enseñanza
(versículos 12 – 14). Cuando organicemos una fiesta, no invitemos a nuestros
familiares y amistades, o aquellas personas que podrían también invitarnos,
devolviéndonos el gesto. La opción preferencial tiene que ser por aquellas
personas que no podrán devolvernos nada, haciendo que nuestra acción sea un gesto de gratuidad; entonces seremos
felices (versículo 14).
2.
El texto en nuestro contexto:
Jesús continúa
escandalizando. Sus dos enseñanzas revolucionan nuestro sistema de
relacionamiento y ciertamente nos produce escándalo.
En primer lugar, nos
confronta a una realidad en la que estamos inmersos e inmersas. Nos gusta tener
reconocimiento. Nos gustan los títulos. Nos gusta sentirnos más que otras
personas. Prejuzgamos que otras personas no pueden ocupar nuestro lugar en la
sociedad, en la organización, en la iglesia. Es decir, subestimamos.
En segundo lugar, nos
confronta a otra realidad en la que estamos inmersos e inmersas. Nos gusta que
nos retribuyan. Cuando damos algo esperamos que en algún momento nos devuelvan.
No pasa por nuestras cabezas dar gratuitamente sin esperar nada a cambio.
La enseñanza de Jesús nos
escandaliza. Entonces nos justificamos y manipulamos el contenido de las
Escrituras, hasta buscamos simbolismos para no aceptar una realidad que golpea
nuestros ojos: ¡somos mediocres!
El evangelio de hoy
interpela a las comunidades cristianas y a sus integrantes. Nos convoca a la
humildad y al servicio gratuito y desinteresado. Si no somos capaces de amar
gratuitamente, estar gratuitamente, servir gratuitamente no podemos formar
parte del movimiento de Jesús.
Buena semana para todos y
todas
+Julio, obispo de Diversidad
Cristiana.
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