Hipocresía del liderazgo religioso - Lucas 13,10-17
1. El texto en su contexto:
Un sábado Jesús enseñaba en
la sinagoga (versículo 10 cf Marcos 1,21; 6,2).
El sábado era el séptimo día
dedicado especialmente a Dios (Éxodo 20,8 – 11 cf 16,23-30; 31,12-14), no
estaba permitido trabajar ni realizar ninguna tarea (Éxodo 23,12; 31,15; 34,21;
35,2; Levítico 23,3; Deuteronomio 5,12-14), era un día sagrado (Génesis 2,1-3;
Éxodo 31,17). También los profetas enseñaron a guardar el reposo del día sábado
(Isaías 56,2-7; Jeremías 17,21-27; Ezequiel 20,12).
Jesús vio a una mujer
enferma y la sanó (versículo 14-15). Aún siendo el día de reposo Jesús sana (Mateo
12,9-14; Lucas 14,1-6; Juan 5,9-18; 7,21-24; 9,13-16).
El jefe de la sinagoga,
molesto porque Jesús no respetaba el sábado increpa a la gente que lo buscaba
(versículo 14), porque entendía que sanar era un trabajo (Mateo 12,10).
Jesús no hizo tardar la
respuesta (versículos 15-16). Una respuesta doblemente escandalosa. Por un lado
llama “hipócrita” (versículo 15) a un líder religioso. Por otro lado, Jesús
eleva a una mujer al rango de “descendiente de Abraham” (versículo 16). En el
judaísmo no se daba a las mujeres los mismos derechos que a los hombres. Sin
embargo, Jesús reconoce a esta mujer como parte del pueblo de Dios y por lo
tanto, con los mismos derechos que los hombres, y por eso se refiere a ella
como “descendiente de Abraham”. Pero esto no es todo. En la sinagoga había un
espacio para los hombres judíos y otro para las mujeres y los niños y niñas.
Estaban separados. Para Jesús tocarla (versículo 13) fue necesario que la mujer
ingresara al atrio de los hombres o él se trasladara al atrio de las mujeres,
algo impensable para aquella cultura y aquella religión.
En otro texto, Jesús
recrimina a los líderes religiosos por no comprender el sentido de las
Escrituras limitándose a cumplir la letra. “Ustedes no han entendido el
significado de estas palabras: - Lo que quiero es que sean compasivos y no que
ofrezcan sacrificios –“ (Mateo 12,7 cf Oseas 6,6; Mateo 9,13).
En el versículo 17, el
evangelista Lucas presenta a los líderes religiosos avergonzados por su actitud
y al pueblo alegre porque los signos del Reino se estaban manifestando (Lucas
4,18-21) y ellos eran testigos.
2. El texto en nuestro contexto:
Esta semana, quiero
proponerles dos puntos de reflexión, a partir de este texto bíblico, que
necesariamente deben pasar inmediatamente a la acción.
En primer lugar, la primacía
de la solidaridad sobre la ley, la tradición, el culto, el rito, es decir,
sobre la misma religión. Las comunidades discipulares hemos recibido del Señor
Jesús la siguiente enseñanza: “
- Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente -. Este es el más importante y el primero de los mandamientos.
Pero hay un segundo, parecido a este; dice: - Ama a tu prójimo como a ti
mismo -. En estos dos
mandamientos se basan toda la ley y los profetas” (Mateo 22,37-40). Absolutamente nada puede estar por
encima de esta enseñanza.
El apóstol Juan afirma categóricamente que “Si alguno dice: - Yo amo a Dios -, y al
mismo tiempo odia a su hermano, es un mentiroso. Pues si uno no ama a su
hermano, a quien ve, tampoco puede amar a Dios, a quien no ve” (1 Juan
4,20). Por lo tanto ambos mandamientos están estrechamente relacionados.
En Diversidad Cristiana, todo este año venimos reflexionando
y discutiendo el tema de la misión. No podemos por mandato evangélico, ni
queremos por convicción cristiana, continuar reuniéndonos a celebrar la Eucaristía
y nada más. No puede haber un culto real de adoración a Dios, si no hay
acciones reales de solidaridad con las personas vulneradas en sus derechos y su
dignidad, como la mujer jorobada del evangelio, doblemente discriminada, por
ser mujer y por ser enferma.
El Señor Jesús nos urge a que aportemos un nuevo
modelo eclesial. Y en este nuevo modelo eclesial, el rol de la mujer debe ser
reivindicado. Y este es nuestro segundo punto de reflexión.
El Señor Jesús, estableció la igualdad en cuanto a
derechos y dignidad, entre los hombres y las mujeres, reconociendo a la mujer
del relato evangélico “descendiente de Abraham” (Lucas 13,16). Por tal motivo,
no puede existir obstáculo alguno, para que las mujeres accedan a los mismos
ministerios que los hombres dentro de la Iglesia de Jesucristo, de la cual
Diversidad Cristiana es una de sus muchas expresiones.
En Diversidad Cristiana, las mujeres y los hombres
pueden acceder, sin distinción alguna, si sienten el llamado – vocación
ministerial, a servir a la comunidad y a la sociedad en el diaconado, el
presbiterado y el episcopado. Y si Dios quiere, pronto será una realidad.
Buena semana para todas y todos.
+Julio, obispo de Diversidad Cristiana.
25 de agosto de 2013.
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