La misión es urgente y exige radicalidad (Lc 10,1-12.17-20)
1. El texto en su contexto:
Este relato evangélico es
propio de Lucas. Sin embargo, los versículos 4 al 11 son comunes a la
institución y envío de los apóstoles en los sinópticos (Mateo 10,7-14; Marcos
6,8-11; Lucas 9,3-5).
El inicio (versículo 1) parece
ser una alusión a la evangelización del mundo pagano, ya que en esos tiempos se
reconocían 72 naciones en el mundo (Génesis 10: son 70 naciones en el texto
hebreo y 72 en la traducción de los LXX). Sin embargo, también nos refiere al
Antiguo Testamento cuando se quería hacer referencia a un grupo grande e
importante (Éxodo 1,5: los descendientes de Jacob; 24,1: los ancianos de Israel que representan
al pueblo y tenían autoridad sobre sus clanes o tribus; véase también Éxodo
3,16 y Números 11,16). Enviarles de dos en dos, seguramente les ofrecía
protección y contención en la tarea misionera, pero también los refería al uso
de dos testigos que mandaba el Antiguo Testamento (Deuteronomio 17;6; 19,15).
En el versículo 2, Jesús
hace referencia a las multitudes del pueblo que presenciaban su misión (Mateo
9,33) y le seguían (Mateo 9,36), contrapuestas a los líderes y dirigentes
religiosos que le rechazaban (Mateo 9,34). El “Señor de la mies” es la persona
encargada de contratar jornaleros para recoger la cosecha. En este caso hace
referencia a Dios (cf Juan 4,35).
En el versículo 3 (cf Mateo
10,16), presenta a quienes siguen a Jesús en el discipulado como las “ovejas”,
mientras que quienes se oponen a El son los “lobos”. El ejemplo propuesto
advierte a seguidoras y seguidores de Jesús sobre las hostilidades que
experimentarán en el desarrollo de la misión.
En el versículo 4, presenta
la urgencia que tiene la misión. Generalmente, cuando los judíos emprendían un
viaje largo llevaban una pequeña bolsa para el dinero y otra un poco más grande
para los alimentos. Jesús les propone prescindir de ellas. La segunda parte del
versículo parece una descortesía de parte de Jesús, sin embargo, los
intercambios ceremoniales de saludos en el oriente, llevaba bastante tiempo (2
Reyes 4,29) y la urgencia y dedicación total a la misión eran prioridad.
Los versículos 5 y 6 no
hacen referencia a un simple saludo de paz, sino al “Shalom” la promesa
mesiánica de paz que gozan quienes reciben el mensaje y se integran al reinado
de Dios.
En los versículos 7 al 9,
Jesús plantea los derechos y deberes de quienes desarrollan la tarea
evangelizadora. Dentro de sus derechos (vesículo 7) está el ser sostenidos
económicamente por quienes son ministrados, aspecto que luego retomarán Pablo
(1 Corintios 9,14; 1 Timoteo 5,18) y Juan (3 Juan 5-8). Dentro de sus deberes
(versículo 8) está no exigir más de lo que la comunidad les proporciona (=
“coman lo que les sirvan”), restituir dignidad a las personas incluyéndolas en
la comunidad mesiánica como signo de la presencia de que el Reinado Divino se
acercó (= “sanen a las personas enfermas”), y anunciar la cercanía – presencia
del Reinado Divino (= “díganles: el Reino de Dios está cerca de ustedes”).
Los versículos 10 y 11,
refieren a quienes no reciben el mensaje, negando el inicio de la era
mesiánica. Aunque la audiencia se niegue a escuchar y las personas enviadas
protesten (cf Mateo 10,14; Hechos 13,51) el mensaje debe ser comunicado: “sepan
esto, el Reino de Dios está cerca de ustedes”.
El versículo 12 plantea nuevamente
la radicalidad de Jesús respecto del juicio divino para quienes no reciben el
Reino. Para los judíos, tanto Sodoma (Génesis 19,24-28; Mateo 10,15; 11,24)
como Tiro y Sidón (Lucas 10,14), eran símbolos del castigo y juicio divinos.
Jesús dice que el castigo para estas ciudades será más tolerable, pues tienen
menos responsabilidad, porque en ese tiempo ya no existían debido a las
destrucciones.
Los versículos 17 al 20
narran el diálogo entre Jesús y los 72 que retornaron alegres de la misión por
los logros alcanzados (versículo 17). Jesús alude a la derrota del mal (cf Juan
12,31; Romanos 16,20), tal vez una referencia a Isaías 14,4-21. Algunos
exégetas señalan que literalmente, Jesús se refiere a su presencia en la caída
original de Satanás delante de Dios. Sin lugar a dudas, el texto se refiere a
la derrota del mal durante el ministerio de Jesús (Marcos 3,27; Lucas
11,20-22), un anuncio de la derrota definitiva (Apocalipsis 20).
Jesús otorga poder a las
personas enviadas sobre sus enemigos. Poder que no es de sometimiento y
dominación, sino de protección (versículo 19 cf Mateo 13,39; Génesis 3,15;
Apocalipsis 20,10; Salmo 90[91],13; Mateo 16,18; Hechos 28,3-6).
Finalmente, Jesús les
plantea que la fuente de alegría y gozo, no es tener poder y autoridad para
derrotar el mal, sino por el privilegio de participar de la filiación divina (=
hijos e hijas de Dios) al estar inscriptos sus nombres en el Libro de la Vida (versículo
20 cf Salmo 68[69],29; Éxodo 32,32; Daniel 12,1; Filipenses 4,3; Hebreos 12,23;
Apocalipsis 3,5; 13,8; 17,8; 20,12).
2. El texto en nuestro contexto:
La Iglesia de Jesús toda y
Diversidad Cristiana como parte de ella, es enviada al mundo para comunicar que
otro mundo es posible, construido sobre la defensa de los derechos sociales,
económicos y culturales de los pueblos y la dignidad de las personas (= la paz
mesiánica).
Este mensaje no es
imposición, no es sometimiento, no es colonización. Es testimonio de pequeñas
comunidades (= de dos en dos) que hacen posible lo que para los poderosos es
imposible, a través del ejemplo cotidiano, promoviendo relaciones de paz y
armonía entre las personas, sirviendo a las personas vulneradas en sus derechos
y su dignidad, anunciando de esta manera, que otra Iglesia es posible.
La misión exige radicalidad,
despojarse de ataduras y de cargas (= sin bolsas, sin comida, sin calzado)
transitando la pobreza, encarnarse en ella, para con las personas empobrecidas
construir nuevas relaciones de solidaridad con justicia, porque otra sociedad
es posible. Esto provocará a la dirigencia religiosa que eligió otros mensajes
al de Jesús. Producirá críticas, descalificaciones y aún persecuciones de
líderes religiosos que se denominan cristianos pero no se identifican con el
mensaje de Jesús.
La misión es urgente. El
mundo necesita el testimonio de las discípulas y los discípulos de Jesús, para
descubrir otras realidades que surgen de la vivencia evangélica. El mundo
necesita paz, necesita justicia, necesita solidaridad. Las personas necesitan
descubrir y redescubrir sus derechos y su dignidad.
La Iglesia de Jesús toda y
Diversidad Cristiana como parte de ella, no podemos permanecer en la
indiferencia. Hemos recibido el llamado, no para estar en el espacio sagrado
rindiendo culto a Dios, sino para ser enviados a la sociedad y la cultura de la
que somos parte, para transformarla, no a través del sometimiento y la
dominación, sino a través del servicio y el testimonio profético, en un espacio
donde sin discriminación ni exclusión, donde podamos proclamar que Dios es
Madre – Padre y todas las personas somos hermanas.
El desafío queda planteado.
Buena semana para todas y
todos.
+Julio, obispo de Diversidad
Cristiana.
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