Jesús asume una opción preferencial por quienes están en situación de desigualdad (Lucas 7,36 – 50)



El relato de la cena de Jesús en casa del fariseo Simón (Lucas 7,36-50) es común a todos los evangelistas (Mateo 26,6-13; Marcos 14,3-9; Juan 12,1-8) sin embargo difieren en varios aspectos.


1.    El texto en su contexto

Simón era fariseo. Los fariseos eran de poder del judaísmo en tiempos de Jesús, con gran influencia a nivel político y religioso, que se enfrentaron con Jesús (Mateo 9,34; 12,14.24; 16,1-12; 22,15; Juan 7,32; 9,16; 11,47-48.57) porque él les reprochó (Mateo 23,2-36; Lucas 16,14-15) sus doctrinas y prácticas (Mt 9,11.14; 12,2; 15,1-9; 19,3; Lc 18,11-12; Hch 15,5; 23,6-8); sin embargo, algunos de ellos fueron favorables a Jesús (Lc 7,36; 11,37; 13,31; 14,1; Jn 3,1; 7,50-51).

Jesús fue a su casa y se sentó a la mesa con él (versículo 36).

Una mujer de mala vida, una traducción literal diría “una pecadora”, aunque el término tiene un sentido más general, pues los fariseos consideraban “pecadores” y “gente de mala fama” a quienes no interpretaban la ley como ellos o ejercía oficios degradantes (Mateo 9,10), fue a ver a Jesús y llevó consigo un frasco de perfume (versículo 37).

Esta mujer pecadora, llorando se puso a los pies de Jesús (versículo 38). En algunas ocasiones importantes, formales, los judíos se recostaban en una especie de divanes para comer, con los pies descalzos y alejados de la mesa. Esto ubicaría al fariseo Simón en una posición socio económica alta. Cuenta el evangelio, que la mujer, lavó los pies de Jesús con sus lágrimas, los secó con sus cabellos y los ungió con perfume.

Esta escena, llena de ternura acogedora, despertó en el fariseo Simón, la sospecha hacia Jesús, en cuanto hombre de Dios, “si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta de que clase de persona es esta que lo está tocando” y el prejuicio y la discriminación hacia la muer, “una mujer de mala vida” (versículo 39).

Los sentimientos del fariseo Simón son el disparador para  que Jesús ponga el ejemplo del prestamista que perdona la deuda a dos personas que no podían pagarla, una que le debía quinientos denarios y otra que le debía cincuenta. El salario de un día era el equivalente a un denario.  Si convertimos, haciendo una aproximación, estas deudas a nuestros tiempos, sería algo así como que, una persona le debía cuatrocientos mil pesos y otra la debía cuarenta mil pesos. Establecida la diferencia entre la deuda de una persona y la otra, Jesús pregunta ¿cuál de las dos personas le amará más? (versículos 40 - 42). El término amar, en este caso, se aproxima más al concepto de agradecimiento.

La respuesta del fariseo Simón, no fue diferente a lo que responderíamos nosotros y nosotras: la persona más agradecida es la que debía más y se le perdonó (versículo 43).

La respuesta acertada de Simón a Jesús, habilita el reproche de Jesús y la comparación entre el gesto de la mujer pecadora y el gesto del fariseo Simón (versículos 43 – 47), que no brindó las atenciones que mandaba la ley, ante el recibimiento de un huésped de honor (Génesis 18,4; Salmo 23,5).

Inmediatamente al reproche, sigue el escándalo del perdón. Jesús, asumiendo una acción propia de Dios, el perdonar, dirigiéndose a la mujer le dice: “tus pecados son perdonados” (versículo 48). Este frase, no hizo demorar el cuestionamiento y rechazo del resto de las personas invitadas a la comida “quién es este que perdona pecados” (versículo 49 cf Marcos 2,5; Lucas 5,29).

Pero tampoco se hizo esperar la respuesta de Jesús, que ignorando a quienes estaban a la mesa, se dirige nuevamente a la mujer para confirmar lo anterior: “por tu fe has sido salvada, vete tranquila” (versículo 50). Nuevamente, a una mujer oprimida por el sistema patriarcal y machista, representado en el poder político y religioso, que la consideraba “da mala vida”, Jesús le restituye sus derechos y su dignidad (Lucas 8,48). Nuevamente, a una persona discriminada y excluida porque no se ajustaba a la norma socio cultural, reforzada por el sistema religioso, Jesús le devuelve dignidad (Lucas 17,19; 18,42) incluyéndola en la comunidad mesiánica.


2.    El texto en nuestro contexto:

En el relato evangélico, el evangelista Lucas coloca a Jesús asumiendo una opción de preferencia por quién está en situación de desigualdad, cuyos derechos y dignidad son vulnerados por el sistema religioso. Jesús toma partido en defensa de la mujer de mala vida colocándose en contra de Simón, un representante del sistema religioso de su época.

Como comunidad cristiana, no podemos dejar pasar el contexto en el cual nos encontramos en estos momentos, sin preguntarnos ¿qué nos está diciendo Dios a través de este relato bíblico?.

¿Cuál es el contexto? Hace poco tiempo se aprobó y entró en vigencia la ley que despenaliza el aborto. Esta ley no obliga a las mujeres a abortar. Tampoco permite la interrupción del embarazo sin un proceso previo de información y deliberación, estableciendo un período de reflexión de la mujer que solicita el aborto. Asegura las mismas posibilidades, a mujeres ricas que a mujeres pobres, para acceder a un procedimiento médico informado y seguro. Algunos sectores de nuestra sociedad, están dirigiendo una campaña para poder derogar esta ley y volver al antiguo sistema, donde las mujeres ricas abortaban con seguridad en los procedimientos y las mujeres pobres, lo hacían en condiciones de insalubridad, teniendo en muchos casos consecuencias en su organismo, quedando expuestas a procesamientos con prisión, y en otros casos muriendo.

Una situación, que sin lugar a dudas, la mujer pobre queda en desigualdad frente a las mujeres ricas y sometida al control y la sanción social, generando inequidad, injusticia y exclusión.

Algunas iglesias cristianas, de carácter fundamentalistas rechazan la ley y movilizan a sus miembros promoviendo una campaña para derogarla. Algunos sectores políticos, fundamentalmente partidos conservadores que en otros momentos estuvieron a favor del aborto, actualmente se suman a esta iniciativa, sin lugar a dudas por conveniencia política, en una coyuntura preelectoral como a la que estamos ingresando. Y por supuesto, no podemos dejar de mencionar, los grupos sociales que se suman por conveniencia política y económica, por convicción patriarcal o incidencia cultural.

En Diversidad Cristiana no estamos a favor del aborto. Tampoco condenamos a quienes deciden interrumpir su embarazo, en el marco establecido por la legislación vigente. Entendemos que es un tema que debe ser debatido, por la complejidad del mismo y por las implicancias culturales que conlleva. Sin embargo, derogar la ley implicaría volver a una situación que somete a las mujeres pobres e impone a toda la sociedad valores que provienen únicamente de un grupo.

Si se quiere generar información y debate sobre el tema, como plantean quienes promueven la derogación de la ley, desde nuestro punto de vista, estrictamente pastoral, entendemos que no es necesario derogar la ley. Comencemos a informarnos, a debatir, a reflexionar ahora; salvo, que la intensión no sea informarnos y debatir para luego decidir por una u otra posición.
Oramos por todas y por todos.

Buena semana.

+ Julio, obispo de Diversidad Cristiana 

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