Comentarios a la Biblia Queer - Génesis (primera entrega)

GÉNESIS / BERESHIT
Comentarios a la Biblia Queer
Autor: Michael Carden
Traducción: MCRP
INTRODUCCIÓN

Como el nombre implica, el Génesis es un libro de los comienzos. Relata los orígenes del mundo y de Israel. Lo hace a través de una serie conectada de relatos acerca de los grandes ancestros, comenzando con los primeros humanos en la creación y terminando con la familia de Jacob/Israel. Como un libro de los orígenes, el Génesis se ocupa de explicar por qué las cosas son como son hoy día, tanto en un sentido amplio, como más específico. En sus historias de la creación, proporciona una comprensión de la relación divinidad - creación - y humanidad. En los relatos de la familia que se convertirá en el pueblo de Israel, el Génesis ubica  parte de Israel en esa relación.

Como libro de los comienzos, el Génesis sirve como introducción al Pentateuco, los cinco libros de Moisés, y anticipa claramente qué se desarrollará luego en el Pentateuco (Gén. 15.12 – 16). Mientras el Génesis se abre con una fuerte afirmación acerca de la bondad del orden creado, hay una visión trágica subyacente en el libro. Una vez, los humanos estuvieron en comunicación inmediata con la divinidad, pero a través de la acción humana, los reinos divino y humano están hoy separados. Este modelo se repite en las historias familiares de los orígenes de Israel. Abraham, Sara y Hagar viven en un mundo que se cruza en forma tangible con los reinos divinos. Al final del Génesis, no solo está el mundo divino separado de la humanidad en general, sino que se divisa solo en sueños por los ancestros de Israel. También, de otra manera, esta trágica pero etiológica cualidad se manifiesta en la conclusión del Génesis. La mayor parte de la saga familiar de los ancestros de Israel relata cómo ellos llegaron a la Tierra Prometida, y marcaron allí su presencia. Sin embargo, termina el Génesis con ellos fuera de esa Tierra. No solo esto anticipa el fin del Pentateuco, donde Israel permanece fuera de la Tierra, sino también el final de las escrituras Hebreas como un todo, que se cierran con Israel ya no soberana en la Tierra, sino desparramada entre las naciones.

Ubicación histórica y cultural

No sabemos cuándo, dónde, o por quién fueron compuestas estas historias y unidas para formar el libro del Génesis, así como incorporadas al Pentateuco. Los eruditos han considerado las historias del Génesis 1-11- Creación, Edén, Diluvio, Babel – como mitológicas, clasificándolas como la historia primordial. Hoy en día, además, las sagas familiares de los ancestros de Israel en el Génesis 12-50, también se consideran mitos. Estos relatos ancestrales se ubican en el tercer milenio a.C.; sin embargo no existe evidencia arqueológica o histórica que avale los eventos y personajes en estas historias. Más aún,a pesar de la muy antigua fecha de estos relatos, la mayor parte de la opinión erudita consideran que su composición y unión al Génesis tuvieron lugar a fines del primer milenio a. C., durante los períodos de la antigua Persia y los Imperios Helenísticos, en el Medio Oriente, que precedieron y sucedieron a Alejandro Magno (356 – 323 a. C.)

Visto desde esta perspectiva, la composición del Génesis y del Pentateuco pueden ser ubicados como parte de movimiento religiosos importantes que entonces ocurrían en el antiguo mundo Mediterráneo Oriental. El primer milenio a. C. estuvo marcado por el surgimiento y caída de imperios, y la resultante mezcla de culturas y religiones. El Imperio Persa fue el primero en unir bajo un gobierno estas diversas culturas. Establecido bajo Ciro el Grande en el año 559 a.C., en su auge el imperio se extendía desde Egipto y los Balcanes en el Oeste, hasta Afganistán y Asia Central en el Este.

La importancia de Persia para los escritores bíblicos está atestiguada no solo por Ciro, a quien se le acredita la liberación de los judíos del cautiverio babilónco y la autorización para restaurar el templo de Jerusalén, sino también por haber sido declarado, en Isaías, como el pastor divino y el ungido del Señor, o mesías (Isaías 44.28; 45.1,13).

Cuestiones de universalismo y diversidad, el Uno y los Muchos, apaarecen, con las cuestiones de justicia, el bien y el mal, el sufrimiento y la muerte. Es esta interacción de las ideas religiosas de Babilonia, Palestina, Asiria, Egipto, Siria, Persia y Grecia que subyacen en la composición tanto del Génesis como del resto de Escrituras Hebreas. (Para un muy buen análisis de estas cuestiones de Biblia e Historia, puede verse Thompson 2000)

No sabemos en qué contexto el autor/autores del Génesis quisieron que el texto se leyera o dramatizara, y no conocemos la identidad de la comunidad o comunidades a los que iba dirigido. Es claro que parte de la agenda del Génesis es proporcionar fundamentos para una comunidad basada en la descendencia compartida de los antiguos ancestros. Sin embargo, dada la diversidad del Segundo Judaísmo del Templo, puede argumentarse que el Génesis y el Pentateuco han sido compuestos para el uso de múltiples comunidades. Apoyo para este argumento puede encontrarse además por el hecho de que el Génesis y el Pentateuco existen en tres versiones, no una – el texto Masorético,  base de las Escrituras Hebreas, la Septuaginta o versión griega, todavía normativa en la Iglesia Ortodoxa, y la Samaritana. Versiones de todas ellas han sido encontradas en Qumran, así como otras que se suprimieron a principios de la Era Cristiana. De modo que está claro – de acuerdo con la evidencia – que el Génesis ha existido en forma plural y no tenemos forma de determinar cuál de estas versiones tiene prioridad.  Además, la existencia de las Escrituras extra-bíblicas o pseudoepígrafas sugiere que el Génesis puede haber tenido que competir con otros relatos del pasado, para proporcionar fundamento a las comunidades que reclamaban una identidad israelita.

Quizás es esta indeterminación o cualidad abierta del Génesis, que llevó a los eruditos bíblicos occidentales desde el siglo XIX, a reconstruir tanto el Génesis como el resto del Pentateuco, para conformarlos más a las expectativas de la burguesía de Occidente.  Conocida como Hipóteis Documental, esta reconstrucción fue comenzada por Julius Wellhausen (1844 – 1918) Por medio de este abordaje, los biblistas dividieron el contenido del Pentateuco en cuatro fuentes primarias, determinadas en parte por la forma del nombre que empleaban para la divinidad. Estas eran la J o fuente Yavista, la E o fuente Eloísta, la D o Deuteronomista y la P o fuente Sacerdotal. Después de identificar estas fuentes, las dataron, de acuerdo con el relato bíblico de la historia del antiguo Israel. Así, J se dató en el tiempo de la monarquía unida, siglo X  a.C. La E, en el siglo IX, del reino norte de Israel, la D, en el reino sur de Judá, siglo VII a. C. y la P se dató en el período del exilio y post-exilio, siglo V a.C. El problema: este abordaje colonialista al texto era demasiado a-crítico, en la aceptación del relato bíblico de la historia israelita. La investigación arqueológica en Israel/Palestina no ha tenido éxito para sustanciar el grueso del relato bíblico y, como estas cuatro fuentes dependen de la veracidad de esa historia, la arqueología también destruyó esta reconstrucción occidental del Génesis y el Pentateuco.

Sin embargo, estas construcciones de los eruditos occidentales sugieren que el Génesis fue escrito para dirigirse a comunidades diversas. Dentro de la diversidad del antiguo Judaísmo, el Génesis y el Pentateuco se convertirían en autoridad como la Torah de Moisés. Si los autores del Génesis dieron forma al texto para una variedad de comunidades, entonces, esa necesidad explicaría el hecho de que el Génesis y sus relatos se hayan convertido en autoridad no solo para el pueblo judío, sino también para los cristianos, musulmanes y otros. Sin embargo, a pesar de este estatus de autoridad, no existía ese abordaje rígido, literal a su lectura en el medio judío antiguo que se encuentra en los grupos fundamentalistas cristianos e islámicos de hoy en día. Las antiguas comunidades judías tenían una activa relación folclórica con estas historias. Las narraciones bíblicas están a menudo llenas de huecos, y los lectores e intérpretes judíos, desde los primeros tiempos,  no han tenido miedo de rellenar esos huecos, extendiendo y desarrollando las historias bíblicas. Por la práctica de la “midrash”, el pueblo judío ha contado y extendido estos relatos, y continúan haciéndolo. En consecuencia, estas extensiones mismas se convierten en parte de la autoridad bíblica. Las Sagas Rabínicas dicen que todo lo que cada uno encuentra en la Escritura, cada interpretación, fue originalmente revelada a Moisés en el Sinaí. Los significados de la Escritura son infinitos – es a través de la lectura, la interpretación y la “midrash” que se descubren.
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Continúa.

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