Viejos paradigmas para una nueva Iglesia.


Reflexión semanal.
17º Domingo del Tiempo de la Iglesia.
 Jesús les contó esta otra parábola: “Sucede con el reino de los cielos como con un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero cuando todos estaban durmiendo, llegó un enemigo, sembró mala hierba entre el trigo y se fue. Cuando el trigo creció y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Entonces los trabajadores fueron a decirle al dueño: ‘Señor, si la semilla que sembró usted en el campo era buena, ¿de dónde ha salido la mala hierba?’ El dueño les dijo: ‘Algún enemigo ha hecho esto.’ Los trabajadores le preguntaron: ‘¿Quiere usted que vayamos a arrancar la mala hierba?’ Pero él les dijo: ‘No, porque al arrancar la mala hierba pueden arrancar también el trigo. Lo mejor es dejarlos crecer juntos hasta la cosecha; entonces mandaré a los que han de recogerla que recojan primero la mala hierba y la aten en manojos, para quemarla, y que después guarden el trigo en mi granero.’ ”
Jesús también les contó esta parábola: “El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. Es, por cierto, la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, se hace más grande que las otras plantas del huerto, y llega a ser como un árbol, tan grande que las aves van y se posan en sus ramas.”
También les contó esta parábola: “El reino de los cielos es como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer fermentar toda la masa.”
Jesús habló de todo esto a la gente por medio de parábolas, y sin parábolas no les hablaba. Esto fue para que se cumpliera lo que había dicho el profeta:
“Hablaré por medio de parábolas;
diré cosas que han estado en secreto
desde que Dios hizo el mundo.”

Jesús despidió entonces a la gente y entró en la casa, donde sus discípulos se le acercaron y le pidieron que les explicara la parábola de la mala hierba en el campo. Jesús les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que son del reino, y la mala hierba representa a los que son del maligno, y el enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La cosecha representa el fin del mundo, y los que recogen la cosecha son los ángeles. Así como la mala hierba se recoge y se echa al fuego para quemarla, así sucederá también al fin del mundo. El Hijo del hombre mandará a sus ángeles a recoger de su reino a todos los que hacen pecar a otros, y a los que practican el mal. Los echarán en el horno encendido, y vendrán el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. Los que tienen oídos, oigan.(Biblia de Estudio Dios Habla Hoy – Mt. 13,24-43).


El relato evangélico de hoy presenta tres historias con las que Jesús compara el Reino: la historia de las semillas buenas y malas, la historia de la semilla de mostaza y la historia de la levadura en la masa.

La lectura de estas historias nos sugiere dos reflexiones.

1-   Transitar de la lógica de la exclusión a la lógica de la inclusión.

Una lectura contextualizada de la “historia de las semillas buenas y malas” nos lleva a replantearnos nuestro lugar en el mundo como comunidades cristianas. Durante siglos, mantuvimos la lógica de los grupos socio-culturales y político-religiosos del tiempo de Jesús (fariseos, saduceos, herodianos, esenios y zelotes), ubicando a buenos por un lado, donde muchas veces colocamos a la Iglesia y sus miembros, y malos por el otro. Esta actitud nos llevó a discriminar, excluir, perseguir y condenar durante dos milenios a quienes no satisfacen las expectativas socioculturales y religiosas que depositamos sobre determinadas personas. La historia de la Iglesia es testigo de que en muchas ocasiones nos equivocamos y cometimos errores irreparables. Pero esta no fue la lógica de Jesús, y según él, tampoco es la lógica de Dios.

Jesús escandaliza con esta historia, al proponernos convivir y respetar a aquellas personas que, parecen o son, diferentes a nosotras y nosotros. Nos propone una Iglesia diversa e inclusiva, producto de una humanidad diversa, donde todas las personas están hermanadas. El juicio le corresponde únicamente a Dios.

2-    Transitar de la lógica del poder a la lógica de la pequeñez

Jesús nos vuelve a escandalizar con  la “historia de la semilla de mostaza” y la “historia de la levadura en la masa”. Lo que él llamó Reino, comienza a generarse entre lo pequeño, lo insignificante, lo que casi no cuenta; esas personas están representadas en la historia de la semilla de mostaza.

Estas historias, nos exigen revisar nuestra práctica cotidiana a la luz de las enseñanzas de Jesús. El estilo, de las discípulas y los discípulos de Jesús, en la construcción de los cambios, en las relaciones humanas, para que la justicia y la paz sean posibles, requieren de acciones pequeñas, sencillas, cotidianas. Debieran generarse al interior de nuestras comunidades, para luego, reproducirlas en el resto de los espacios sociales, culturales; políticos, económicos.

Durante siglos, hemos sido la iglesia del triunfalismo y el poder, del autoritarismo y la intolerancia. Jesús nos invita a volver a nuestras raíces. La Iglesia de la antigüedad estaba constituida por las personas insignificantes: esclavizadas, empobrecidas, pecadoras, mujeres … todas ellas excluidas por el poder político y religioso de la época.

Cuando las diferentes denominaciones cristianas abramos nuestras puertas y recibamos en nuestras mesas a esas personas, la Iglesia de Jesús, como levadura que transforma la masa, transformará este mundo de injusticia en la utopía del Reino, donde la justicia y la paz sean posibles.

Buena semana para todas y todos.
Obispo Julio.

Comentarios

Entradas populares