Radicalidad, inclusividad y creatividad son las características de la Iglesia de Jesucristo
Domingo 17 º del Tiempo de la Iglesia -
Radicalidad, inclusividad y creatividad
son las características de la Iglesia de Jesucristo.
“El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un terreno. Un hombre encuentra el tesoro, y lo vuelve a esconder allí mismo; lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene, y compra ese terreno.
“Sucede también con el reino de los cielos como con un comerciante que andaba buscando perlas finas; cuando encontró una de mucho valor, fue y vendió todo lo que tenía, y compró esa perla.
“Sucede también con el reino de los cielos como con la red que se echa al mar y recoge toda clase de pescado. Cuando la red se llena, los pescadores la sacan a la playa, donde se sientan a escoger el pescado; guardan el bueno en canastas y tiran el malo. Así también sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles para separar a los malos de los buenos, y echarán a los malos en el horno de fuego. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.”
Jesús preguntó:
—¿Entienden ustedes todo esto?
—Sí —contestaron ellos.
Entonces Jesús les dijo:
—Cuando un maestro de la ley se instruye acerca del reino de los cielos, se parece al dueño de una casa, que de lo que tiene guardado sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas”. (Mt. 13.44-52 versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy)
Con estas tres historias: la historia de tesoro escondido, las historia de la perla de gran valor y la historia de la red, el Evangelio de Mateo culmina el discurso de Jesús sobre el Reino (capítulo 13).
El Evangelio de hoy nos plantea tres temas para la reflexión:
1- La radicalidad como único camino hacia la paz y la justicia.
Las historias, del tesoro escondido y de la perla de gran valor (13,44-46), nos plantean el tema de la opción radical por el Reino. Ambos personajes, el hombre que busca el tesoro y el comerciante que busca la perla, cuando encuentran el objeto de su búsqueda, venden todo lo que poseen para adquirirlo. Todo pasa a segundo plano porque lo principal es el Reino.
Las personas que seguimos a Jesús en el discipulado, estamos llamadas a radicalizar ese seguimiento (Mt 6,33; 8,20; 10,37-39; 16,25; 19,21). Nada puede ser más importante que la búsqueda del Reino anunciado por Jesús. Esta es la diferencia fundamental entre ser discípulo o discípula y ser cristiano o cristiana.
A lo largo de nuestra historia eclesial, las personas hemos adherido a doctrinas y dogmas, construyendo el cristianismo y siendo parte de él; sin embargo, eso no nos hizo discípulos y discípulas de Jesús. El Reino anunciado por Jesús: la justicia y la paz establecidas en las relaciones humanas (Lc. 4,16-21), pasó a ser una realidad de otro mundo, después de nuestra muerte. Pero esta no es la enseñanza de Jesús, según él, el Reino comenzaba aquí y ahora (Mt. 4,17.23). Él nos continúa urgiendo a radicalizar nuestro seguimiento, a establecer relaciones diferentes a las del mundo que nos rodea y que necesariamente debe de ser transformado.
Estas dos historias, nos invitan a cambiar el cristianismo en discipulado. Únicamente en el seguimiento de Jesús, adquirimos los valores del Reino.
2- La inclusividad como única posibilidad eclesial.
La historia de la red (Mt. 13,47-50) nos plantea el tema de una iglesia inclusiva, dispuesta a acoger la diversidad humana. En la red hay toda clase de peces.
La Iglesia, tiene la misión de llegar a todas las personas y de acogerlas, no para domesticarlas sino para liberarlas, porque el Evangelio de Jesús es buena noticia para todas y todos (Hch. 3,6-7).
Llegar a todas las personas, no a algunas, no a las que aceptan sumisamente, no a las que piensan como esperamos que lo hagan, no a las que se comportan como pretendemos que lo hagan (Lc.10,29-35). Todas las personas, están llamadas a participar de la mesa inclusiva de los discípulos y las discípulas de Jesús (Hch.10). Excluir a alguien del banquete, es atribuirse el juicio que corresponde únicamente a Dios.
Esta historia, nos invita a cambiar nuestras denominaciones cristianas, tantas veces, generadoras de discriminación y condena a causa de fundamentalismos, en espacios de inclusión y de respeto hacia las personas que son diferentes.
3- La tradición y la creatividad en la Iglesia.
La finalización del relato evangélico nos plantea el lugar que deben tener las personas que lideran las comunidades cristianas, comunidades discipulares, “los escribas convertidos en discípulos del Reino”.
Mt. 13,52 es la referencia más fuerte que tenemos las y los líderes eclesiales para transitar del fundamentalismo doctrinal y dogmático a la novedosa realidad del Reino que nos reveló Jesucristo. Una realidad que desafía toda tradición y exige de la mayor creatividad, manteniendo fidelidad al Evangelio de Jesús, para dar testimonio a las mujeres y los hombres de nuestra sociedad y cultura, siguiendo el ejemplo de Jesús y de la Iglesia de la antigüedad (Mt. 9,14-17; 12,1-8. 9-14; 15,1-9. 10-20; 21.12-13; 23,1-12).
La diferencia entre el fundamentalismo del judaísmo en tiempos de Jesús y la fidelidad creativa de la comunidad apostólica dio origen al surgimiento de la Iglesia (Hch. 6,8-8,4). La diferencia entre el fundamentalismo de los líderes judeo cristianos y la fidelidad creativa de los líderes cristianos provenientes del helenismo, dio origen a una Iglesia inclusiva, donde los paganos eran recibidos igual que los judeocristianos (Hch. 15), porque “Dios no hace diferencia entre las personas (Hch 10,34)”.
Las y los líderes de las comunidades cristianas, tenemos que transitar el camino del discernimiento (Mt. 13,52). La tradición se construye a partir de determinadas realidades y contextos. Imponerla en otras realidades y otros contextos nos descalifica en el liderazgo. La fidelidad creativa mantiene inamovible el fundamento de la fe cristiana (Ef. 2,20; 2Pe. 1,19-21;Ga. 6-7) , sin embargo, dialoga con la sociedad y la cultura de cada época, y actualiza el mensaje evangélico a cada época (1Cor. 9,19.22-23; 2Tim. 3,16-17).
En el final del texto evangélico que estamos reflexionando, se nos exhorta a las y los líderes de las comunidades cristianas, a dejar atrás los fundamentalismos para asumir una actitud profética, dando respuestas contemporáneas a los problemas contemporáneos, utilizando las Sagradas Escrituras con responsabilidad y fidelidad creativa, construyendo una Iglesia comprometida con la dignidad de todas las personas y sus derechos fundamentales.
Una Iglesia que se denomine cristiana y no es radical, inclusiva y creativa puede tener y hacer muchas cosas buenas y santas, pero no es la Iglesia cuyo fundamento es Jesucristo.
Buena semana para todas y todos.
Obispo Julio.
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