Mensaje de Pascua: El escándalo de la resurrección (Mateo 28,1-10)



Mensaje de Pascua – Abril 2015.



Mateo 28,1-10: El escándalo de la resurrección


1.    El texto en su contexto:

Las mujeres se han caracterizado por acompañar a Jesús durante todo su ministerio profético (Lucas 8,1-3), siendo testigos de su ejecución (Mateo 27,55-56) y las primeras testigos de su resurrección (Mateo 28,1), aunque la cultura judía, patriarcal y machista, considerara sin valor el testimonio de ellas, Jesús ha querido a escandalizar a la sociedad y a la religión, confiando a las mujeres, la buena noticia que será el fundamento de nuestra fe: El está vivo.

El relato evangélico nos narra, que amanecía el domingo, cuando María Magdalena y María la esposa de Cleofas y mamá de Jacobo (Marcos 16,1; Lucas 24,10; Juan 19,25) se dirigieron al sepulcro donde habían puesto el cuerpo de Jesús (versículo 1).

Un ángel removió la piedra para que las mujeres fueran testigos de la resurrección de Jesús (versículo 2-4). El judaísmo creía que los ángeles eran seres de fuego por lo que producían terror (Jueces 6,22; 13,19; Esdras 10,25-27), de ahí el “no tengan miedo” –del ángel- antes de anunciarles la buena noticia (versículos 5 y 6). Tal como Jesús lo había anunciado, resucitó (Mateo 16,21; 17,23; 20,19 cf Lucas 24,6-7). Y nuevamente, Jesús ha querido escandalizar a la sociedad y la religión, ya no está en el sepulcro, tampoco en la ciudad santa de Jerusalén centro religioso del judaísmo, ni en el Templo el lugar sagrado por excelencia.

Jesús está en Galilea y allí se revelará a las discípulas y los discípulos (versículo 7). Galilea simbolizaba la discriminación, la conflictividad, la exclusión. Los judíos de Judea, discriminaba a los de Galilea, porque era tierra fronteriza y se producía intercambio con los paganos; los zelotes, uno de los grupos revolucionarios y violento, residía y operaba allí; el campesinado y la población de las aldeas, estaba empobrecida por los impuestos al gobierno local, al templo y al imperio. Es en ese lugar, donde Jesús decide revelarse a la comunidad discipular.

 Con esta noticia, las Marías se ponen en camino, experimentando una mezcla de miedo y de gozo (versículo 8), para llevar la buena noticia a los discípulos varones, que estaban encerrados por miedo a los judíos (Juan 20,19). De camino experimentan la presencia del Resucitado que provoca en ellas amor y adoración. Y nuevamente Jesús vuelve a escandalizar, esta vez a las creyentes, no les permite quedarse en adoración, sino que las envía a servir: “avisen a mis hermanos que vayan a Galilea y allí me verán”. Jesús recuerda a las mujeres, que él está en quienes tienen hambre y sed, en quienes tienen escasez de ropa y calzado, en las personas enfermas y privadas de libertad (Mateo 25,31-46).


2.    El texto en nuestro contexto:

¿Qué mensaje tiene este evangelio para la Iglesia del siglo XXI?

No difiere mucho del que tuvo para la Iglesia primitiva.

Para encontrarse con el Resucitado, hay que desinstalarse y ponerse en camino. No es en la seguridad de lo conocido, sino en el riesgo del encuentro con el otro o la otra, que se revela Jesucristo (Lucas 24,13-35). Es necesario dejar Jerusalén y ponerse en camino a Galilea.

Para ponernos en camino, necesitamos apertura al proyecto de Dios. Quienes nos muestren el camino al encuentro con el Resucitado, no serán las personas que el sistema religioso o social nos propongan, porque son cultas e instruidas, ni porque tengan trayectoria religiosa, sino aquellas que Dios nos envíe, aunque no sean personas reconocidas o valoradas (1 Corintios 1,26-29). Al igual que las Marías escandalizaron, seguramente a la comunidad discipular y a la sociedad de Jerusalén, otras personas hoy, nos estarán mostrando el camino aunque sean motivo de escándalo, para el sistema religioso o social.

También es necesario, para ponernos en camino hacia el Resucitado, abandonar lo que para nosotros y nosotras es sagrado y adentrarnos en lo profano, la Galilea de los gentiles (Mateo 4,12-17). El Resucitado no está en el templo, sino en las personas con hambre y con sed, en situación de calle, con escasez de ropa y calzado en los asentamientos y en los refugios, enfermas terminales en los hospitales, que viven con vih y sida, en las adictas a las drogas, en las que ejercen la prostitución, en quienes enloquecieron y están en hospitales psiquiátricos, en  quienes envejecieron y están en residenciales hacinados o el Piñeyro del Campo, en las privadas de libertad (en la colonia Berro, en la cárcel de Punta Rieles, en el penal de Santiago Vázquez, en el penal de Libertad). El Resucitado nos escandaliza a las Iglesias, porque no está en el espacio sagrado, sino en el profano, donde se encuentran las personas que el sistema religioso y social depositan, encierran e invisibilizan. No está ahí, porque esas personas sean buenas, sino porque son vulneradas en sus derechos y su dignidad (Mateo 25,31-46).

En el espacio profano de nuestro sistema religioso y social, en la Galilea de los gentiles, es donde se revela el Resucitado. Una vez desinstaladas y desinstalados, habiéndonos puesto en camino, y legando al espacio profano, al fin ahí, podemos amarlo y adorarlo, en el servicio solidario a las personas oprimidas, discriminadas y excluidas, porque ¿cómo podremos amarlo a El que no lo vemos, si no amamos a las hermanas y hermanos a quién si vemos? (1 Juan 4,20).

Nosotras y nosotros que formamos la Iglesia del Resucitado ¿en qué parte del itinerario nos encontramos? encerrados por miedo? en camino con gozo y alegría al encuentro del Resucitado? en adoración y servicio, a quienes son el sacramento por excelencia, de la presencia del Resucitado en la humanidad?

“No tengan miedo, vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, allí me verán” (Mateo 28,9).

Felices Pascuas de Resurrección a todos y todas.
Pascua 2015.
+Julio.




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