Domingo de la vigésima quinta semana del Tiempo de Misión en la Diversidad: Una Iglesia corrompida necesitada de cambios profundos.
Mc. 12,38-44
1. El texto en su contexto:
El evangelista Marcos
concluye un conjunto de disputas entre Jesús y las autoridades religiosas con
dos sentencias categóricas (vv 38-40). La primer disputa que se plantea es
sobre la autoridad de Jesús (11,27-33) enfrentándose a sumos sacerdotes y
maestros de la ley; la segunda sobre el pago de impuestos (12,13-17)
enfrentándose a fariseos y herodianos; la tercera sobre la resurrección de los
muertos (12,18-29) enfrentándose a saduceos.
Las sentencias de Jesús
arremeten contra la autoridad corrompida del sistema religioso. La primera
sentencia es contra la vanidad y la soberbia de líderes religiosos que durante
la historia de Israel ha sido combatida tanto por profetas (Jr 21-23; Miq 2-3) como
por sabios (Prov 8,13; Is 2,12). La segunda sentencia es contra la explotación
de los grupos empobrecidos y marginados de la sociedad y del sistema religioso
(Is 1,17.23) donde los líderes religiosos abusan tanto de las personas
vulneradas en sus derechos y su dignidad como del culto.
Sin embargo, Marcos no
se limita a la crítica del liderazgo religioso, también enfrenta a las
comunidades religiosas a una práctica religiosa vacía de contenido y de
compromiso. Jesús destaca la solidaridad de la viuda (vv 43-44) frente a las
prácticas religiosas del resto. No era necesario dar limosna abundante, tampoco
era necesario conocer los 613 preceptos, únicamente bastaba la solidaridad (vv
44 cf 1Re 17).
2. El texto en nuestro contexto:
Marcos quiso finalizar
el ministerio público de Jesús con estas dos situaciones, la denuncia profética
contra la soberbia religiosa del liderazgo y la llamada de atención sobre lo esencial
de la vida religiosa.
Echando un vistazo a
nuestro alrededor, no cabe duda que nos enfrentamos a una iglesia corrompida:
líderes religiosos que ostentan títulos de “santidad”, “beatitud”, “eminencia”,
“excelencia”, “monseñor” dentro de las diferentes corrientes católicas,
portando ropajes ostentosos, anillos en sus dedos, ornamentos pomposos …
líderes religiosos que haciendo largas oraciones y haciendo de la oración un
teatro, exprimen a las personas pobres pidiéndoles ofrendas para sanaciones,
prosperidad, liberaciones, haciendo del culto un comercio dentro de las
diferentes corrientes evangélicas, especialmente los neopentecostales. Ninguna
de estas prácticas tiene sustento en las palabras y las acciones de Jesús.
Las iglesias cristianas
necesitan cambios profundos: abandonar los anacronismos del medioevo, abandonar
los show mediáticos de los sistemas de comunicación modernos; la Iglesia
necesita cambios profundos. Jesús nos marcó el camino a recorrer con sus
palabras y sus acciones (Hch 10,38) y nos dejó un modelo eclesial
substancialmente diferente al que tenemos (Mt 20,26 cf Jn 13,13-20).
La aplicación de cambios
profundos en los modelos eclesiales nos acercará al proyecto de Jesús: una
comunidad de iguales, una comunidad servidora, una comunidad mediadora, una
comunidad profética, una comunidad solidaria, otra iglesia posible en otro
mundo posible. Para ello es necesario abandonar los fundamentalismos y los
dogmatismos, las tradiciones epocales. Actualmente se ha generado un movimiento
de iglesias independientes, provenientes de distintas tradiciones cristianas,
es ahí, en la ruptura con los modelos tradicionales, en los emergentes
periféricos lejos del poder, donde está el germen profético para lograr los
cambios; pero hay que tener mucho cuidado; también ahí surgen los falsos
profetas, denuncian las estructuras católicas romanas pero toman lo peor de esa
corriente: el latín, los ornamentos, los ropajes, los títulos, las largas colas
confundiendo a la gente sencilla, en todo son peores que aquellos de quienes
toman el modelo.
Desde la IADC
realizamos un llamado a todas las iglesias cristianas a revisar sus prácticas,
a ajustarlas a las enseñanzas del Maestro, a contextualizarlas en los tiempos
actuales, a purificar las prácticas religiosas, a vivir radicalmente el mensaje
evangélico.
Buena semana para todos
y todas.
+Julio, obispo de la
IADC.
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