2º Domingo de Pascua: Una Iglesia enviada y comprometida con los derechos humanos y la dignidad huymana
2º Domingo de Pascua
Jn 20,19-31 – ciclo C
1.
El
texto en su contexto:
El relato evangélico de hoy nos sitúa en dos escenarios.
El primer escenario se
desarrolla a la noche del mismo domingo de resurrección (20,19a cf Mt 28,1; Mc
16,2.9); el mismo día en que María Magdalena había ido al sepulcro muy temprano
y lo halló vacío (20,1). La comunidad apostólica estaba atemorizada luego de la
detención, tortura y ejecución de Jesús, y aunque hubo algunos testimonios de
que había resucitado, el miedo a las autoridades religiosas (versículo 19b cf
2,18; 5,10; 7,1) y la inseguridad estaban instalados. En ese contexto se
produce la cristofanía. El Maestro resucitado se presenta en medio de ellos y
les comunica su paz (versículo 19c cf 14,27). Jesús resucitado comunica la
diversidad de bienes a su comunidad (cf N, 6,26; Sal 29,11; Is 9,6-7; 57,19; Lc
2,14; Jn 16,33; 20,19.21.26; Rom 5,1; Ef 2,14). Inmediatamente les muestra las
señales que la ejecución dejó en su cuerpo (versículo 20 cf Lc 24,39). El Resucitado
es el Crucificado. No cabe dudas a la comunidad apostólica que el Maestro
resucitó, por eso la expresión de alegría (versículo 20 cf 16,20-22; 17,13).
Tras el encuentro el envío (versículo 21 cf 17,18); la Iglesia es misionera
desde su origen. Jesús la envía al mundo asistida por el Espíritu Santo
(versículo 22 cf Ez 37,1-14; Jn 3,6-8; Hch 2,2-4).
Tomás no estaba cuando
sucedió esta cristofanía y no creyó a pesar del testimonio que dieron, no solo
las mujeres sino también el resto de los discípulos varones (versículo 24-25).
El segundo escenario se
desarrolla ocho días, en la misma situación, reunidos a puertas cerradas, esta
vez con Tomás presente, se produce una nueva cristofanía (versículo 26) donde
Jesús reprocha la incredulidad de Tomás (versículo 27). La reacción de Tomás es
contundente haciendo una confesión con alusiones tanto del Antiguo como del
Nuevo Testamento (Sal 35,23; 88,1; Jn 1,1; 5,18; 10,33-36; Rom 9,7; Fil 2,5-11;
Col 1,19). Pero la respuesta de Jesús resucitado tampoco se demora reprochando
su actitud; Tomás cree porque vio; sin embargo las grandes multitudes de
discípulos y discípulas creerán por el testimonio de la comunidad apostólica
(versículo 29 cf 17,20; 1Pe 1,8.12; 1Jn 1,2-3).
Finalmente, el evangelista
Juan manifiesta el propósito de su libro (versículo 30): que a través de su
testimonio, nosotros y nosotras que no hemos visto al Maestro resucitado,
creamos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (versículo 31). En este último
versículo, Juan concentra todo el misterio en torno al Maestro; misterio del
cual durante siglos la Iglesia ha dado testimonio, quedando establecida
definitivamente en el Concilio Ecuménico de Calcedonia (451 dC) la confesión de
que Jesús es verdadero hombre y verdadero Dios.
2. El texto en nuestro contexto:
Por la acción del Espíritu
Santo (Jn 14,16.26; 15,26; 16,7) la Iglesia continúa la obra de Jesucristo
siendo enviada al mundo para dar testimonio (Jn 20,21). Sin embargo, se
presenta como la comunidad apostólica temerosa, insegura, dividida.
El relato evangélico de hoy
nos interpela como Iglesia: ¿cuál es el mensaje para la sociedad y la cultura
contemporáneas? ¿cuál es el contenido de ese mensaje? ¿qué grado de
convencimiento tenemos? Estos interrogantes no son ajenos a nuestra Iglesia
Antigua – Diversidad Cristiana, por eso sentimos la necesidad de afirmar que
nosotros y nosotras, nos mantenemos en continuidad con la comunidad apostólica
proclamando a Jesús resucitado como el centro de nuestra experiencia de fe; un
mensaje de liberación, sanación e inclusión para todos y todas; con el pleno
convencimiento que hoy, igual que antes, Jesucristo ofrece a la humanidad vida
plena, digna y abundante (Jn 10,10; 20,31).
Este ofrecimiento de
Jesucristo es denuncia de toda forma de injusticia, opresión, sometimiento,
limitación de derechos y dignidad de la persona humana; pero es anuncio gozoso
de que la justicia, la liberación, los derechos y la dignidad serán restaurados
y prevalecerán contra toda otra forma de relacionamiento humano; para ello la
iglesia es enviada (Jn 20,21) y nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana asumimos el compromiso de continuar trabajando, junto a
otras iglesias, a otras expresiones de fe, a las personas de buena voluntad,
porque los derechos y la dignidad humana es tarea de todos y todas.
Felices Pascuas de
Resurrección
+Julio, obispo de la Iglesia
Antigua – Diversidad Cristiana
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