Quienes están en comunión con Dios, no necesariamente pertenecen a las instituciones religiosas.





9 38 ”Juan le dijo: —Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.

39Jesús contestó:
—No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. 40El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. 41Cualquiera que les dé a ustedes aunque solo sea un vaso de agua por ser ustedes de Cristo, les aseguro que tendrá su premio” (Evangelio de Marcos, versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy).


El relato evangélico de Marcos, tiene su correlato en el libro de los Números:

25Entonces el Señor bajó en la nube y habló con Moisés; luego tomó una parte del espíritu que Moisés tenía y se lo dio a los setenta ancianos. En cuanto el espíritu reposó sobre ellos, comenzaron a hablar como profetas; pero esto no volvió a repetirse.

26Dos hombres, el uno llamado Eldad y el otro Medad, habían sido escogidos entre los setenta, pero no fueron a la tienda sino que se quedaron en el campamento. Sin embargo, también sobre ellos reposó el espíritu, y comenzaron a hablar como profetas en el campamento.

27Entonces un muchacho fue corriendo a decirle a Moisés: —¡Eldad y Medad están hablando como profetas en el campamento!

28Entonces Josué, hijo de Nun, que desde joven era ayudante de Moisés, dijo: —¡Señor mío, Moisés, prohíbeles que lo hagan!

29Pero Moisés le contestó: —¿Ya estás celoso por mí? ¡Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas!


Muy similar la actitud de Josué a la de Juan. Ambos, consideran que existe una especie de exclusividad entre quienes Dios elige para la misión. Josué considera que únicamente los ancianos reunidos en la asamblea de la Tienda del Encuentro, merecen el espíritu profético para conducir al pueblo. Juan considera que únicamente el grupo de los discípulos de Jesús, merecen actuar en nombre de Jesús.

Josué y Juan, aún no entienden que toda persona que trabaje por la paz y la justicia, por la equidad y la solidaridad, en contra de la discriminación y la exclusión, influyendo de manera positiva en otras personas, tiene que ser considerada profeta.

Josué y Juan, aún no entienden que la pertenencia al “grupo profético” en el caso del libro de los Números y al “grupo apostólico” en el caso del Evangelio de Marcos, es un don gratuito. Todos y todas, somos elegido no por nuestros méritos sino por pura gracia.

El Evangelio de Marcos, permite intuir que la comunidad destinataria de su evangelio, conocía de exclusiones, era consciente de ellas, sin embargo, corría el riesgo de ser exclusivista “no es de los nuestros” (versículo 38).

Algunas veces, las comunidades cristianas, caemos en el exclusivismo, creemos  que por ser de tal o cual iglesia, tenemos derechos reservados y exclusivos para hablar y actuar en nombre de Dios. Desde esos lugares, se defiende una exclusividad que nadie posee, generando divisiones y exclusiones, escandalizando a otras personas y presentando una imagen mezquina de Dios.

Dios es más grande que cualquier Iglesia y que cualquier Religión. Dios puede llamar a quien quiera a la tarea de construir el Reino. Una tarea que se caracteriza por trabajar en la construcción de relaciones más humanas, más justas, más solidarias, con la finalidad de que todas las personas alcancen los derechos y la dignidad que les es propia.

Moisés concluye diciendo: “¡Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas! (versículo 29) y Jesús: “El que no está contra nosotros, está a nuestro favor” (versículo 40), ambos son categóricos En la tarea de construir el Reino nadie tiene exclusividad. Por lo tanto, la lección de hoy es que quienes están en comunión con Dios no necesariamente pertenecen a instituciones religiosas.

Buena semana a todas y todos.
+ Julio.
26º Domingo del Tiempo de la Iglesia

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