Comentarios a la Biblia Queer - Génesis (décima tercera entrega)

GÉNESIS / BERESHIT
Autor: Michael Carden
Traducción: MCRP (Diversidad Cristiana)


Reconciliación entre Jacob y Esaú

Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, se echó sobre su cuello, y le besó, y lloraron.

Una lectura utópica “queer” de esta reconciliación, podría ser: Esaú se revela, no como el “macho derecho”, sino como un “osito gay”. Jacob y Esaú se transforman en algo parecido a Gilgamesh y Enkidu, el par de varones heroicos de la mitología mesopotámica. Esta reconciliación sigue a la noche en que Jacob lucha con extraño visitante nocturno. (Génesis 32. 22-32)

Una tradición Rabínica identifica esta entidad con el ángel guardián de Esaú, y Zornberg afirma que esa figura representa literalmente el principio de la “autenticidad” de Esaú (Zornberg 1996: 234) Ostriker presenta una versión altamente erotizada de esta lucha. Jacob ve en el otro a un oscuro – “del colore de las aceitunas negras” – mellizo – “tan hermoso” – de él mismo (Ostriker 1994: 98) Ostrikerevita el erotismo de la escena – “No es como hacer el amor. Diferente. Diferente” (Ostriker 1994: 99) Sus negaciones repetidas no pueden escapar al hecho de que la lucha, especialmente durante toda la noche, es una imagen poderosamente masculina del amor macho/macho. En su descripción, jadean y gimen, resbalando y deslizándose cara con cara, palabras que evocan el erotismo del frotis en el sexo inter-femoral, un erotismo de mellizos.  Continuando con esta lectura utópica “queer”, después de la reconciliación erótica de los hermanos, Isaac, su padre, no necesita ya vivir una falsa masculinidad, proyectada a través de su hijo favorito, y puede finalmente liberarse de las ataduras de la Akedah, quizás para abrazar una posibilidad trasgénero. Rebeca, quien se embarca en una aventura hacia lo desconocido, algo recordatoria de la fábula de la Bella y la Bestia, y en un giro “queer” de esa fábula, descubre que en el hombre hechizado con el que se ha casado, está la mujer de sus sueños, la hermana del deseo de su corazón.

Vayetze (28.10 – 32.3)
Jacob huye hacia los parientes de su madre, un viaje que regresa por el camino que hizo Eliezer muchos años antes.

Jacob huye de la enemistad de su hermano; esto – con el viaje de Eliezer de acuerdo con los deseos de Abraham – es una de las muchas vueltas y cambios que marcan los dos relatos. Eliezer encontró a Rebeca viviendo en una aparente familia matriarcal. Ella negocia con su madre y su hermano, Labán, aunque es ella misma la que decide su destino. Jacob ha encontrado que en esta nueva generación, el matriarcado ha sido reemplazado por el patriarcado. Jacob ha llegado a la casa de Labán y todas sus siguientes negociaciones serán con este. Jacob encuentra a Raquel junto a un pozo, como Eliezer lo hizo con Rebeca. Sin embargo, a diferencia de esta, Raquel no habla en este encuentro. Más aún, Jacob, no Raquel, repite las acciones de Rebeca. Se aproxima a Raquel, en lugar de esperar que ella se le acerque. Abre el pozo, saca el agua y da de beber a la oveja de Raquel. Rebeca fue la que proporcionó el agua para Eliezer y sus camellos. Jacob se anuncia como el hijo de su madre, pero Raquel corre hacia su padre. En forma provocativa, Ellen Frankel sugiere que Rebeca ha criado a su hijo Jacob como si fuera una hija, “enseñándole las formas tradicionales de las mujeres…a jugar el papel de mujer en el drama familiar” (Frankel 1996: 50)

Es probable que Rebeca haya criado a su hijo no conforme al papel heteronormativo de varón; pero en lo que sigue, puede argumentarse que Labán coloca a Jacob en un corte del patriarcado. Génesis dice que Jacob ama a Raquel, pero en casa de Labán, las mujeres no opinan en cuanto a su propio destino. Son la propiedad de su padre, y Jacob debe comprar a Raquel, con siete años de trabajo para Labán. Cuando llega el tiempo, sin embargo, Jacob se encontrará engañado, en un extraño eco de su propia decepción con Isaac. En lugar de Raquel, la hija más joven, Labán ha elegido a la mayor, Lea. En este extraño giro del motivo del primogénito, parecería que este ha sido mejor que el más joven. Pero Lea, que no ha sido consultada para nada, está destinada a una unión sin amor. Jacob todavía desea a Raquel y debe aceptar trabajar otros siete años, antes de que Labán se la entregue. A ambas, Lea y Raquel, su padre les entrega  doncellas, Zilpa y Bilba, en sus bodas.Por tradición, estas dos mujeres son medio hermanas de Lea y Raquel, por ser hijas de Labán con sus concubinas.

En esta familia patriarcal, las mujeres no tienen opinión sobre su propio destino – por lo menos, hasta ahora no han hablado – y su padre dispone de ellas como si fueran una mercancía. En consecuencia, no hay solidaridad entre ellas. Jacob ama a Raquel, pero Lea permanece sin amor. A continuación, se desarrolla una trágica batalla de vientres. Para ganar el amor de su esposo, Lea se embarca en una campaña para tener un bebé. En esta empresa, no solo está bendecida por la divinidad, que le asegura concepciones fáciles, pero también en su favor está el hecho de que Raquel es estéril. En la economía patriarcal, el valor de una mujer se determina por su productividad, su fecundidad. Ella debe producir progenie, hijos varones, que tengan valor y estatus en la familia patriarcal. Lea tendrá seis hijos varones, a cada uno de los cuales pondrá un nombre que registre su dolor y su triunfo. La esterilidad de Raquel hace eco a la de Rebeca y Sara, y – como tal – hace eco del andrógino primigenio. ¿Es por eso que Génesis nos cuenta que Jacob, el hombre criado como una hija, la ama desde que la ve por primera vez? Sin embargo, Raquel no confía en este amor, y le grita a Jacob: - ¡Dame hijos, o me voy a morir! (Génesis 30.1)

Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: - Dame hijos, o si no, me muero.

No contenta con las protestas de Jacob, en cuanto a que solo la divinidad puede ayudarla, Raque actúa para resolver la situación, en una forma que otra vez recuerda a Sara. Entrega a su medio-hermana, Bilba, como esposa, a Jacob. Como Agar antes, Bilba será una madre subrogante para Raquel. Bilba no tiene opinión en esta transacción; no habla nada. Raquel da nombre a los hijos varones de su medio-hermana, y se apropia en forma arrogante de ellos, en términos de su propia vida, no la de Bilba. A pesar del hecho de que – para esta fecha – ella ha dado a luz a cuatro hijos. Lea hace lo mismo con su medio-hermana, Zilpa, que – como antes Bilba – permanece en silencio y pasiva en esta transacción. El silencio de estas mujeres ha sido continuado en la tradición judaica, que habla de cuatro matriarcas, Sara, Rebeca, Lea y Raquel, no de seis.

La competencia reproductiva de las dos hermanas llega a un clímax después que el hijo de Lea, Ruben, le trae algunas mandrágoras (plantas), en hebreo, dudaim. El peso de la opinión es que la planta llamada “Mandragoraofficinalis” está relacionada con la sombra nocturna familiar. También se conoce como la “manzana de Sodoma”, o la “manzana del amor”. En la cultura árabe, se conoce como la “manzana de Satán”. La planta es conocida por sus efectos narcóticos y mágicos y la considera un afrodisíaco. Raquel arregla con Lea que esta última tendrá a Jacob por otra noche, a cambio de las plantas. El texto no dice por qué Raquel las quiere, pero se deduce que las desea o para propósitos de fertilidad,  para ayudarla a concebir, o quizás para que su cualidad afrodisíaca anime a Jacob a la tarea. Después de todo, ¿su acercamiento a Jacob para tener hijos con él, indica una dificultad sexual entre los dos, como el corazón del problema? (¿Es que Raquel, haciendo eco al principio del andrógino, quiere sacar la mujer en Jacob?)

Es sorprendente que Lea – dada la antigua rivalidad entre ellas – acepte el pedido de Raquel. Ella concibe dos hijos más de Jacob, pero finalmente “da a luz a una niña y la llama Dina” (Génesis, 30.21)

Después dio a luz una hija, y la llamó Dina.

El nacimiento de Dina es la primera mención a una hija, en la saga del linaje de Sara y Abraham. La importancia de este hecho, ha dado lugar a un relato sorprendente de transgénero. Lea sabe que Jacob tendrá doce hijos varones. Han nacido ya once de ellos,  seis de ella, dos de Bilba, dos de Zilpa, pero solo uno de Raquel. Si Lea tiene un séptimo hijo varón, entonces Raquel seá su doncella. Lea ruega que su hijo sea niña, y la divinidad, acepta y cambia el sexo del niño en su vientre. Dina fue concebida varón, pero se le cambió el sexo, para que naciera como niña. (Zlotowitz 1986: 1310)

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