Iguales en Dignidad y Derechos
Iguales en dignidad y derechos
Mensaje pastoral con motivo del Día Internacional de lucha contra la violencia hacia la Mujer
25 de noviembre de 2011
PRESENTACION
El 25 de noviembre se conmemora el DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER.
Como comunidad cristiana, sentimos que no podemos permanecer en silencio, porque nos hace cómplices de la violación a los derechos y la dignidad de las mujeres en el ámbito del hogar.
Optamos por seguir el ejemplo de Jesús, que no calló, en medio de una sociedad y cultura, patriarcal y machista, que estigmatizó y discriminó a las mujeres.
En los relatos evangélicos encontramos no pocos pasajes en los cuales Jesús reivindica a las mujeres, incluso tomando imágenes de sus vidas cotidianas para hablar de Dios (Mt 13,33; Lc 8,10).
1. LA SITUACIÓN ACTUAL
La pandemia de la VIOLENCIA DOMÉSTICA afecta a mujeres de todas las razas, culturas, edades y religiones.
Si bien el problema es multicausal, la socialización de género que se realiza en sociedades y culturas con una fuerte matriz patriarcal y machista, a través del control y la dominación de los hombres sobre las mujeres, creando situaciones de desequilibrio de poder a favor de los hombres y en contra de las mujeres, es sin lugar a dudas, el principal detonante.
El silencio, personal y social, asociado al miedo intervienen como cómplices de verdaderas violaciones a los derechos humanos de las mujeres en el ámbito doméstico.
Las consecuencias son múltiples. Además de afectar directamente la vida y salud integral de las mujeres y su entorno inmediato, tiene consecuencias graves en el sistema educativo, sanitario, productivo y económico. Y por ser un delito, también afecta al sistema de seguridad y judicial.
La violencia doméstica produce daños emocionales, psicológicos, físicos, sexuales y económicos en las mujeres que se encuentran en esa situación.
Las estadísticas, proporcionadas por el sistema judicial, policial y las organizaciones de Derechos Humanos son contundentes a la hora de analizar el problema de la violencia doméstica, puesto que la gran mayoría de las víctimas son mujeres.
2. LA DIGNIDAD DE LAS MUJERES
“Así que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, creó al hombre y a la mujer” (Gn. 1,27).
El relato mítico de la creación, presenta a la mujer creada junto con el hombre, ambos a imagen y semejanza divina.
El vocablo utilizado en el texto original hebreo ha´adam, que la versión de los LXX traduce al griego como ánthropos, significa literalmente ser humano. En ningún sentido alude a la condición sexual: macho o hembra, ni de género: masculino o femenino.
El relato nos sugiere claramente que de un ser humano sexualmente no diferenciado (ha´adam) surgen dos seres humanos sexualmente diferenciados, en hebreo ish - hombre e isha – mujer (cf Gn 2,23). Esta similitud lingüística también existe en algunas traducciones: varón – varona.
Ambos poseen la dignidad de la semejanza divina (Gn 1,27; 2,7) y en ninguno de los dos relatos de la creación queda sugerida la subordinación de la mujer al hombre o la superioridad del hombre y la inferioridad de la mujer.
El vocablo hebreo ´ezer kenegdo que se traduce como ayuda adecuada o alguien que lo ayude y acompañe (Gn 2,18), no hace referencia a dominación o subordinación; por el contrario, frecuentemente el vocablo hebreo ´ezer se utiliza en los libros del Primer Testamento para describir la ayuda divina al ser humano que se encuentra en dificultad (Ex 18,4; Dt 26,29; 33,7; Sal 33,20; 115,9-11;124,8; 146,5); y el vocablo hebreo kenegdo se traduce literalmente como opuesto a, o frente a él, es decir de quienes se complementan o se corresponden.
Estos relatos míticos, manipulados por una sociedad y cultura patriarcal y machista al ser traducidos, generaron muchas interpretaciones que deformaron el mensaje del mito y justificaron prejuicios sexistas contra las mujeres a lo largo de los siglos.
Todo intento por subordinar la mujer al hombre, o establecer domino de los hombres sobre las mujeres contradice el plan divino y por tanto, atenta contra la dignidad humana.
La Iglesia, deberá aceptar que hubo épocas en las cuales erró el camino y fiel a las enseñanzas de su Maestro, devolver a las mujeres el lugar de igualdad que aplicó Jesús.
3. LA BIBLIA Y LAS MUJERES
A lo largo de la Biblia encontramos historias de mujeres, que es necesario recuperar y reinterpretar bajo la guía del Espíritu Santo, como mensaje liberador para nuestro tiempo.
Si bien la posición legal de las mujeres en el antiguo Israel era inferior a la de los hombres, las leyes hebreas les ofrecían protección en cuanto a la subsistencia (Ex 21,10), a situaciones de guerra y cautividad (Dt 21,14), de violación sexual (Dt 22,23-27), de herencia si no habían hermanos varones (Num 27,8-11).
Algunos autores consideran que la dote que el padre entregaba cuando se casaba su hija, correspondía a la parte de la herencia que le pertenecía a ella y que recibía en el momento del matrimonio mientras que sus hermanos la recibían a la muerte del padre.
Las Escrituras Hebreas presentan varias historias de mujeres, donde éstas participan activamente en la sociedad y la cultura de su tiempo: Débora, profetisa y jueza (Jue 4 - 5) a quien se considera “madre de Israel” (Jue 5,7); Ester, reina y hábil diplomática (libro de Ester), Lidia, empresaria
La Iglesia está obligada a seguir las enseñanzas de Jesús. Él y la iglesia de la antigüedad tenían una visión inclusiva y liberadora sobre las mujeres.
Jesús demostró respeto y amabilidad hacia ellas: sanando a la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), a la mujer con hemorragias (Mc 5,21-43), a la que se encontraba encorvada (Lc. 13,10-17), no dejando sola y abandonada a la viuda (Lc. 7,11-17), perdonando a la pecadora (Lc 7,36-50), perdonando la vida a la adúltera que la ley mandaba ejecutar (Jn 8,2-11), consolando a las hermanas por la muerte de Lázaro (Jn 11,1-44). Igualmente, la Iglesia primitiva cuidó de ellas (Hch 8,1-3; 9,36-42).
Jesús apoyó a las mujeres de su tiempo: escuchó a la mujer pagana y su hija (Mt 15,21-28), progiéndolas al reinterpretar una ley machista y patriarcal (Mt 19,3-10), elogiando a la viuda pobre (Mc 12,41-44), defendiendo a la intrusa que arruinó el banquete de los poderosos (Lc 7.36-50).
Estos son apenas unos pocos pasajes bíblicos donde la mujer recobra la dignidad que nunca se le debió quitar. Sin lugar a dudas, podemos continuar profundizando otros textos positivos de la Biblia.
4. NUESTRA IGLESIA FRENTE A LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
Declaramos y sostenemos la igualdad en derechos y dignidad entre los hombres y las mujeres.
Condenamos toda violación a los derechos humanos y dignidad de las mujeres, pero muy especialmente, aquellas que se producen en el seno del hogar, donde debiera ser un lugar de respeto y protección de todos sus miembros.
Exhortamos a todas las comunidades cristianas a asumir una denuncia evangélica de toda situación de violencia doméstica. El silencio es complicidad y por lo tanto un pecado grave que atenta contra la imagen de Dios en las mujeres.
Iglesia Antigua de Uruguay – Diversidad Cristiana.
+Julio
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