Comentarios a la Biblia Queer - Génesis (octava entrega)


GÉNESIS / BERESHIT
Autor: Michael Carden
Traducción: MCRP

Génesis, 18. 9-15:
          
“Al terminar de comer, los visitantes le preguntaron a Abraham: -¿Dónde está tu esposa Sara?
-Allí, en la tienda de campaña – respondió él.
Entonces uno de ellos le dijo: - El año próximo, volveré a visitarte, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo.
Mientras tanto, Sara estaba escuchando la conversación a espaldas de Abraham, a la entrada de la tienda. Abraham y Sara ya eran muy ancianos, y Sara había dejado de tener sus períodos de menstruación. Por eso Sara no pudo aguantar la risa, y pensó: ¿Cómo voy a tener este gusto, ahora que mi esposo y yo estamos tan viejos?
Pero el Señor le dijo a Abraham: - ¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que puede tener un hijo a pesar de su edad? ¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo? El año próximo volveré a visitarte, y para entonces Sara tendrá un hijo.
-     Al escuchar esto, Sara tuvo miedo y quiso negar. Por eso dijo: - Yo no me estaba riendo.
Pero el Señor le contestó: - Yo sé que te reíste.”

Mientras la primera parte de Génesis 18 puede verse correctamente como una historia de anunciación a Sara, tiene lugar en un escenario de espléndida hospitalidad. Desde el versículo 16 en adelante, la naturaleza paradigmática de esa hospitalidad será utilizada como un contraste para destacar el mal de Sodoma y Gomorra. La historia de las ciudades malvadas y su destrucción por la divinidad que se desarrolla en Génesis 18-19, se ha convertido en un mito fundacional para la homofobia cristiana.

De acuerdo con el mito cristiano, Sodoma y Gomorra fueron destruidas porque los habitantes se habían entregado completamente al homoerotismo. Este “hecho” es demostrado cuando los sodomitas sitian la casa de Lot, exigiendo que sus huéspedes sean entregados a ellos. El hecho de que Lot ofrezca a sus hijas en lugar de sus huéspedes, muestra que los sodomitas estaban exigiendo acceso sexual a los huéspedes. Que las hijas sean aparentemente rechazadas por los sodomitas, ha sido entendido por los cristianos como prueba de que los sodomitas eran exclusivamente homosexuales. Este incidente es luego seguido por la intervención divina y entonces, la completa destrucción de las ciudades por fuego yazufre que caen del cielo, ha sido tomada como prueba de que la divinidad aborrece completamente el homoerotismo.

En debates contemporáneos sobre la moralidad del amor y el deseo por el mismo sexo, el espectáculo genocida de la destrucción de Sodoma, se cita frecuentemente como ejemplo y garantía, no solo de la exclusión de las personas “queer” de la comunidad, sino también de resistencia activa a nuestras campañas por la justicia social y el reconocimiento.

Sodoma es utilizada como un ejemplo para ilustrar el destino de las sociedades en que a las personas “queer” se les da plena aceptación e iguales derechos. Cualquier paso que damos en vencer a la homofobia, recibe un rechazo apocalíptico por la invocación que hacen los Derechos Religiosos invocando a Sodoma.

Sin embargo, esta lectura de la historia es un mito cristiano homofóbico. Sus orígenes probablemente están en las obras del antiguo filósofo judío alejandrino Filón; pero este mito cristiano comienza su existencia en el siglo III, aunque demoró varios siglos en convertirse en lectura predominante. Es en el Occidente medieval del siglo XI que la lectura se metastasizó con la invención que hizo Peter Damian del término sodomía (Jordan 1997) Con este movimiento, y desde este punto en adelante, la sodomía denotará un estado y expresión del deseo por el mismo sexo que toma la cualidad de un estado natural, o – más propiamente – un estado anti-natural. Los sodomitas, la especie de humanos que se vuelcan a la sodomía, se convierten en una criatura en rebelión contra la divinidad y su mandato de orden natural. Este mito se mantuvo en el mundo cristiano occidental hasta el siglo XX, cuando finalmente comenzó a ser desafiado.

En contraste con este mito cristiano, las tradiciones judías referentes a Sodoma y Gomorra, destacan los males de la hostilidad hacia los extranjeros y la falta de voluntad para compartir los recursos, con una crueldad hacia los pobres, como los pecados por los que Sodoma y Gomorra fueron destruidas. Para mantener su privilegio y su riqueza, los sodomitas corrompieron el mecanismo de justicia y se involucraron en actos de crueldad, para mantener a los lejos a los extranjeros. Es bajo esta luz que el judaísmo entiende el sitio de la casa de Lot por los sodomitas. Los habitantes del pueblo exigen la presencia de los huéspedes de Lot, para poder asaltarlos y humillarlos. Los sodomitas no actúan por el irrefrenable deseo por el mismo sexo, sino como amenaza de violencia sexual contra los huéspedes de Lot. Este acto violento se realiza como amenaza a todos los extranjeros, para que se mantengan fuera de las Ciudades de la Llanura. La historia paralela en Jueces 19 (21 – 30) demuestra muy claramente que habría ocurrido a los huéspedes, si hubieran sido tomados por los sodomitas.

En este relato, un levita que viajaba desde Efraín con su concubina, recibió hospitalidad en la ciudad benjaminita de Gibeah, de un anciano que allí residía. Fueron sitiados por una multitud que exigía tener sexo con el levita. El anciano intervino sin éxito, ofreciendo a su hija y a la concubina. Para salvarse, el levita fuerza a su concubina a salir y es violada durante toda la noche, cayendo muerta ante la puerta del anciano. Este relato explicita la violencia que se amenaza en Sodoma. Quizás porque es una mujer la que muere allí, el relato de Jueces ha sido ampliamente salteado por la tradición cristiana. Ignorando la vergüenza de Gibeah, no solo pudieron los cristianos imponer su lectura homofóbica de Sodoma y Gomorra, sino que han dejado de destacar los  aspectos morales de la violación, en que se basan las dos historias.

Este fallo no solo se evidencia por la confusión entre violación y homoerotismo, amor al mismo sexo, pero también por la tendencia sorprendente de los cristianos a exonerar a Lot por ofrecer a sus hijas a la multitud, en lugar de los ángeles. En oposición, la tradición judía ha condenado – mayormente, aunque no unánimemente – a Lot, por hacer este ofrecimiento. También existe una lectura Rabínica de la respuesta de los sodomitas a Lot – “¡Hazte a un lado!” (Génesis 19.9) – como su aparente aceptación de este ofrecimiento, pero con la intención de tomar a las hijas primero y luego violar a los ángeles.  Por este relato, los sodomitas aquí demuestran una maliciosamente cruel duplicidad, en respuesta al inmoral ofrecimiento de Lot. Se puede ver este ofrecimiento como demostrando su propia adhesión a la ideología de Sodoma (las tradiciones judías dicen que él había sido designado jefe de justicia de Sodoma) La violación amenazada de los ángeles es un intento de feminizarlos, declarándolos así como no realmente hombres. Deriva esto del misógino orden de penetración, por el cual los hombres gobiernan sobre las mujeres, pero bajo la que una masculinidad/privilegio de un hombre, puede quitarse a través de hacerlo sujeto de penetración.

El ofrecimiento de Lot de sus hijas en lugar de sus huéspedes, es un intento de proteger la masculinidad /privilegio de ellos. Las mujeres no tienen derechos, no tienen voz, tampoco auto-determinación en este orden misógino.

El misógino orden predominante en Sodoma y Gomorra también se demuestra por la historia, que apoya la violencia homofóbica. La amenazada violación de los ángeles intenta inscribir a los extranjeros como no-hombres en realidad y por lo tanto, “queer”. Y con este intento, también se inscribe a la persona “queer”, como extranjera, extraña, de fuera. Al hacer esto, están declarando efectivamente que en Sodoma, todos son heterosexuales. De forma similar, en el relato de Jueces, los hombres de Gibea aceptan a la concubina, porque ella pertenece al levita. Su violación tiene el mismo significado que tendríala violación a su compañero.

El relato de Jueces tiene el agregado de que el ataque al levita y su concubina,  representa una brecha en la solidaridad étnica. Los hombres de Gibea están tratando a sus compatriotas israelitas como extranjeros (resultando esto en una guerra civil, Jueces 20-1) Así, en lugar de leer el intento de violación a los ángeles (o al levita) como una instancia de violencia homosexual, creo que sería más preciso leerlo como una instancia de violencia homofóbica y xenofóbica.

La historia de Sodoma y Gomorra es también  un relato de genocidio en masa, y allí está el punto clave, para invertir el relato cristiano en otro, de juicio divino a la misoginia y la homofobia. La virulencia del mito cristiano de Sodoma se deriva mucho de este hecho de genocidio, que da licencia para las galeras, el campo de concentración y el crimen por odio. Quizás la figura de la esposa de Lot podría tomarse como un signo de cómo responder al genocidio, incluso cuando (y especialmente si) es perpetrado por la divinidad. Los cristianos siempre le han atribuido a ella una mala prensa. Se la retrata como una reincidente, alguien que no puede dejar los caminos de Sodoma, de ahí que mire atrás. Su transformación en estatua de sal es entendida por los cristianos como un castigo por esa reincidencia. En el judaísmo, mientras hay ciertamente imágenes también negativas de Edith/Eris, como se la llama, también se encuentran algunas diferencias, más positivas y simpáticas, comprensivas de su destino. Mira atrás por compasión; mira atrás por sus otras hijas casadas (una solución al estatus de los yernos de Lot de 19.14, para ver si ellas los siguen.

“Entonces, Lot fue a ver a sus yernos, o sea, a los prometidos de sus hijas, y les dijo:
-   ¡Levántense y váyanse de aquí, porque el Señor va a destruir esta ciudad! Pero sus yernos no tomaron en serio lo que Lot les decía.”

Los rabinos medievales combinaron la imagen de la compasión de Edith con la noción de su rebelión en una forma potencialmente subversiva. Edith no mira atrás solo por sus hijas, sino que es movida por la compasión hacia los odiados por Dios, que no tuvieron la fe para salvarse. Debido a esta compasión, sus pensamientos parten hacia los condenados sodomitas, lo que significa que el castigo va también hacia ella. Por esta lectura, se hace posible ver el destino de Edith como un acto de martirio, una expresión de solidaridad, para protestar contra las dimensiones genocidas de la venganza divina. Como lectores, estamos continuamente mirando atrás, a Sodoma y mientras estamos en el horror de la magnitud del desastre, como no enfrentamos ningún riesgo de ser convertidos en sal, también podemos pararnos junto a ella y condenar el crimen de la divinidad.

Queda un acto final en este drama apocalíptico, esta vez involucrando a las hijas de Lot. Cuando las encontramos, están silenciosas e impotentes. Ante la amenaza de la violación y la muerte, ellas no son más que mercancías en un conflicto entre machos. Siguiendo a la destrucción de Sodoma, acompañan a su padre en la huida hacia las colinas. Creen que no quedan hombres sobre la tierra, de modo que resuelven emborrachar a Lot, para poder tener sexo con él, sin su conocimiento y consentimiento. Así, la imagen de la violación regresa, cuando vemos a Lot por última vez, pero esta vez hay una reversión, quizás un acto de justicia poética. Las hijas, que fueron ofrecidas por su padre para ser violadas, están ahora en control de los hechos. Hablan y actúan, y cuando las mujeres hablan y actúan en las escrituras hebreas, el lector debe erguirse en su asiento y estar alerta. Los deseos de estas mujeres, no los de Lot, determinan los sucesos. Como consecuencia, Lot, el patriarca queda sin poder y en silencio; borracho y sujeto a sus hijas; se le arranca la autoridad.

Como las mujeres sin poder, sujetas a abuso, se han levantado y exigido su propio poder. Por sus acciones, se transforman en madrinas de las moabitas y amonitas. Así, la historia termina con Lot, borracho e inconsciente, el progenitor de dos de los enemigos de Israel, pero no solo de Israel. Hay implicancias mesiánicas en la acción de las hijas, que se han reconocido tanto por comentadores judíos como por cristianos. De la hija mayor, viene Moab y de Moab vendrá Ruth, la antecesora de David. De la hija menor, antecesora de los amonitas, vendrá Naama, la esposa de Salomón y madre de Roboam. Tanto Ruth como Naama están en la línea del Mesías, quien – para los cristianos – es Jesús de Nazaret.

Así, se podría decir que por la violación de su padre, no solamente actúan las hijas para salvar a la raza humana, sino que también inician la línea del Mesías. Pueden actuar así porque la intervención divina ha destruido los sistemas enlazados de poder y privilegio, bajo los cuales ellas estaban sujetas. En el Zohar, se dice que la divinidad, aquí, fue cómplice de las hijas incluso asegurándose de que hubiera vino en la cueva, para que las mujeres pudieran emborrachar a su padre. (Zohar.110b-111ª)

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