Una voz profética surgió en Montevideo: las Iglesias se comprometen en la prevención del VIH y SIDA
"Escuchen este grito en el desierto: -Preparen el camino del Señor; enderecen sus senderos-" (Versión Biblia Latinoameriacana: Mt. 3,3 cf. Is. 45,3: libro de la consolación).
Este 1 de diciembre, marcó un antes y un después en la vida de quienes participamos en la Jornada de Plaza del Entrevero. Por primera vez, líderes de Iglesias cristianas asumimos una postura conjunta y pública frente a la pandemia del SIDA manifestando nuestro compromiso radical con la VIDA, que para este caso, se traduce en acciones de información y prevención.
Muchas veces, el corazón de las ciudades pueden tornarse en verdaderos desiertos. Lugares inhóspitos para el desarrollo de la vida en cualquiera de sus formas. Al igual que la arena del desierto, el cemento en las ciudades lo invade todo, lo penetra todo, lo llena todo.
La tarde del 1 de diciembre, luego de varias jornadas de preparación, líderes de 7 denominaciones cristianas nos convocamos en la Plaza del Entrevero, pleno centro de Montevideo, para levantar nuestras voces con un mensaje de anuncio y denuncia, que intentamos fuera la voz de la Iglesia en Uruguay para toda la sociedad y el Estado uruguayo.
El anuncio: es posible una sociedad justa, solidaria e inclusiva a la que Jesús llamó Reino. La denuncia: muchas personas con VIH y SIDA no logran justicia, solidaridad e inclusividad del Estado y la Sociedad uruguaya, pero tampoco de las Iglesias cristianas.
Pero fundamentalmente, sentimos el llamado a levantar nuestra voz profética al interior de la Iglesia. Esa tarde, la plaza del Entrevero debió quedar chica por la presencia de personas que se confiesan discípulas y discípulos de Jesús. Cada plaza de cada ciudad del país debió quedar chica. Y no fue así.
¿Dónde quedaron obispos y obispas, presbíteros y presbíteras, pastoras y pastores, diáconas y diáconos, personas dedicadas al liderazco eclesial en las distintas denominaciones cristianas que somos la Iglesia de Jesús en Uruguay?
¿Y dónde, el resto del liderazgo de las denominaciones cristianas, que formamos el Espacio Interreligioso VIH SIDA?
Visibilizarnos como líderes de comunidades cristianas, que nos comprometimos públicamente, en acciones informativas y preventivas en torno al VIH y SIDA, distribuyendo folletos con información pero también preservativos, marcó un antes y un después en nuestra tarea pastoral. Ya no tuvimos la contención del templo sino que nos situaciones en una plaza pública. Ya no tuvimos la comunidad que viene a escuchar nuestro mensaje, sino que debimos salir al encuentro de personas extrañas, para llevarles el mensaje. Muchas personas se acercaron, otras se detuvieron a dialogar y recibieron la información cuando les salimos al encuentro, pero otras nos dejaron con la palabra en la boca, nos dijeron que no les intereaba lo que tuviéramos para decir y esto no nos pasa en nuestros templos. Tampoco tuvimos los objetos sagrados que usamos en los templos (biblia, panera - pan, copa - vino, velas) sino que los cambiados por objetos que debimos re significar (folletos sobre formas de contagio del VIH, folletos sobre uso del preservativo, condones). A partir de ese momento, esos objetos fueron portadores de un mensaje de VIDA y por lo tanto una Buena Noticia, o Evangelio, aunque a muchos esto les rechine. Eran las herramientas, para que las muchas personas que transitaban por la plaza comenzaran a cambiar, asumiendo comportamientos seguros y responsables para con su vida, pero también, con la vida de otras personas.
Esa tarde, prestamos nuestra voz para gritar a favor de la VIDA en el desierto de la ciudad. A partir de esa tarde, prestamos nuestra voz al Espíritu para gritar a nuestras iglesias: "preparen el camino del Señor".
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