¿Dios o el dinero?: una opción fundamental para quienes quieren seguir a Jesús.

  Reflexión semanal.
¿Dios o el dinero?

El Evangelio de hoy nos urge a realizarnos esta pregunta. Generalmente tendemos a adormecer nuestra conciencia dando respuestas mediocres. Jesús es radical:

“Jesús contó también esto a sus discípulos: “Había un hombre rico que tenía un mayordomo; y fueron a decirle que éste le estaba malgastando sus bienes. El amo lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que me dicen de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque ya no puedes seguir siendo mi mayordomo.’ El mayordomo se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me deja sin trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener quienes me reciban en sus casas cuando me quede sin trabajo.’ Llamó entonces uno por uno a los que le debían algo a su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ Le contestó: ‘Le debo cien barriles de aceite.’ El mayordomo le dijo: ‘Aquí está tu vale; siéntate en seguida y haz otro por cincuenta solamente.’ Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto le debes?’ Este le contestó: ‘Cien medidas de trigo.’ Le dijo: ‘Aquí está tu vale; haz otro por ochenta solamente.’ El amo reconoció que el mal mayordomo había sido listo en su manera de hacer las cosas. Y es que cuando se trata de sus propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz.

“Les aconsejo que usen las falsas riquezas de este mundo para ganarse amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien los reciba a ustedes en las viviendas eternas.

“El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que no tiene honradez en lo poco, tampoco la tiene en lo mucho. De manera que, si con las falsas riquezas de este mundo ustedes no se portan honradamente, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas? Y si no se portan honradamente con lo ajeno, ¿quién les dará lo que les pertenece?

“Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.” (Lc. 16,1-13 Versión Biblia de Estudio “Dios Habla Hoy”).



Si bien esta parábola va dirigida a los fariseos que gustaban de los lujos y las riquezas, las comunidades cristianas podemos detenernos en a reflexionar en el uso que damos a nuestros bienes.

Lucas nos dice que las personas que integraban las primeras comunidades ponían sus bienes en común y satisfacían las necesidades de cada integrante de la comunidad (Hch. 2,43-45). Una actitud que no es muy común en nuestras iglesias. Generalmente las cristianas y los cristianos participamos en iglesias que no tengan muchas exigencias para con el prójimo. Nos basta con asistir a la celebración dominical, colaborar en la colecta con algunas monedas, saludar a algunas personas a la salida del tempo, y con eso nos parece que es suficiente para ser cristiano. En definitiva, lo mismo que hacían los fariseos en tiempos de Jesús.

Mateo nos dice que la solidaridad es el camino a recorrer, para llegar a la inclusión y la justicia (Mt. 25,34-45).

El discipulado exige compromiso y solidaridad. Las comunidades cristianas somos semilla del Reino que ya está presente, pero que esperamos su plenitud. Damos testimonio al resto de la humanidad (Mt. 5,13-16) de que otra sociedad es posible, donde todas las personas tengan una vida digna, abundante y plena (Jn. 10,10). Podemos contribuir en la transformación de las estructuras injustas de este mundo y tendremos que dar cuentas, personal y comunitariamente, del uso de ellas a Dios (Lc. 19,11-27) y también a la Humanidad.

__________

El dibujo fue tomado de http://www.servicioskoinonia.org/cerezo/dibujosC/49ordinarioC25.jpg original de CEREZO BARRETO para el domingo 25º del Tiempo de la Iglesia.

Comentarios

Entradas populares