Discípulas y discípulos impuros siguiendo el ejemplo del Maestro.




6º domingo después de Pentecostés
Marcos 5,21-43



El relato evangélico presenta dos acontecimientos, en primer lugar la curación de la mujer que tenía hemorragias desde hace años y en segundo lugar la resurrección de la hija de Jairo. Sin lugar a dudas, ministros de diferentes denominaciones cristianas centrarán sus sermones en el poder de Jesús y en la fe de las personas que se beneficiaron con los milagros. Con todo respeto, esos ministros, intencionalmente o por falta de formación, están engañando a la gente. Les hablan de la letra del mensaje y no de la Buena Noticia que trae ese mensaje.

Siguiendo el ejemplo de Jesús, y de la comunidad apostólica, seguramente mi reflexión será escandalosa para muchas personas que prefieren una religión incuestionable, dogmática y cómoda.


1.    El texto en su contexto:


Lo que Jairo solicita a Jesús, imponer las manos sobre su hija enferma, era una práctica común en las sanaciones (versículo 23, cf Mc 6,5; 7,32; 8,23). Lo inusual de ambos relatos es cómo suceden.

La mujer que sufría de hemorragias causadas por la irregularidad del ciclo menstrual (versículos 26-27) estaba ritualmente impura (Lv 15,25) es decir, que no podía participar de la vida religiosa del pueblo, pero eso no era todo, lo que ella tocare, es decir, objetos y quien tocare esos objetos, es decir, personas, o a las personas que ella tocase directamente, quedarían impuras (Lv 15,26). Es decir que por el acto de tocar a Jesús, él quedo ritualmente impuro, fuera de la comunidad religiosa y de la vida cúltica de su pueblo. Para volver a la vida de pureza ritual era necesario lavarse y esperar al anochecer (Lv 15,27).

Lo que sigue a esta sanación es escandaloso. Jesús busca entre la multitud a quien le había tocado. El relato bíblico dice que la mujer “temblando de miedo fue y se arrodilló delante de él y le contó toda la verdad” (versículo 33). La reacción que se podría esperar es una reprimenda de Jesús por haber quedado impuro, no poder participar de la vida litúrgica de su comunidad religiosa, sin embargo, la consoló y la confortó (versículo 34) y no fue a purificarse para volver a la comunión con sus hermanos y hermanas de religión, sino que continuó su camino a casa de Jairo, aunque la niña ya había muerto (versículo 35).

Al llegar a la casa de Jairo y estar en presencia de la niña muerta (versículos 37-40) “la tomó de la mano” (versículo 41). Segunda acción escandalosa de Jesús, puesto que la Ley dice que quien tocare a un muerto será impuro (Num 19,11 cf Lv 21,1-3). Jesús tocó a la niña voluntariamente. Jesús eligió tocarla pudiendo provocar el milagro simplemente con su palabra como sucedió con Lázaro (Jn 11,1-44). Jesús, al igual que en otras ocasiones (Mc 1,41) tocó a quien el sistema religioso culpabilizaba y victimizaba, poniéndole en un lugar de discriminación y exclusión.

La vulneración de los derechos y la dignidad de las personas produjo en Jesús respuestas de extrema misericordia, revelando un Dios que tanto amo al mundo, que envío a su Hijo no para condenar al mundo, sino para salvarlo (Jn 3,16) de los fundamentalismos, de los literalismos, de los dogmatismos (Mc 2,7).


2.    El texto en nuestro contexto:


Los actuales sistemas religiosos, al igual que aquel del que Jesús formó parte, continúan produciendo personas excluidas, excomulgadas, culpabilizadas. La buena noticia que Jesús comunicó al mundo (Lucas 4,18-21), las iglesias la han silenciado, invisibilizado, encadenado. Los sistemas religiosos continúan produciendo personas impuras a las que hay que someter a ritos de pureza o excomulgar si no los cumplen. Basta con dar una mirada a nuestro alrededor ¿Quiénes están en las iglesias? Basta con escuchar los sermones ¿cuántos hablan de un Jesús liberador de la ley, de un Jesús que prefiere a quienes están en situación de calle, a quienes están en prisión, a quienes están muriendo de vih sida, a quienes son inmigrantes ilegales, a quienes tienen uso problemático de drogas (Mt 25,31-46) a quienes van a los cultos, a quienes van a misa, a quienes rezan rosarios, a quienes adoran en horas santas, a quienes dan el diezmo de todo pero no viven la solidaridad?

Las católicas y los católicos que formamos parte de la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, tenemos el ejemplo de Jesús y de la comunidad apostólica (Hch 10,1-34). Tenemos que ser una iglesia de puertas abiertas y de mesa tendida para recibir a aquellas personas que los sistemas religiosos vulneran en sus derechos y su dignidad; pero también tenemos que ser una iglesia en camino, que sale al encuentro de las personas discriminada y excluidas por los sistemas religiosos, para tocarles haciéndonos católicos impuros y católicas impuras pero verdaderos discípulos y discípulas de Jesús.

Vayamos al encuentro de los jóvenes adictos, de las mujeres y hombres que se prostituyen, de las personas gltb que quieren recibir el sacramento del matrimonio, de las parejas homosexuales que quieren adoptar niños y niñas que las parejas heterosexuales abandonan, de las ancianas y los ancianos abandonados en residencias, de las personas privadas de libertad, de los inmigrantes ilegales, de las personas enfermas psiquiátricas, de las personas separadas, de las divorciadas vueltas a casar, de las que están en concubinato, de quienes viven en asentamientos y en la calle, de quienes practican la mendicidad y mostrémosles a ellas que “otro Dios es posible” cuyo rostro humano se revela en Jesucristo para que ellas sean divinizadas; trasmitámosles la certeza de que lo que Dios ha purificado por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz, nadie puede llamar impuro (cf Hch 10,15).

Buena semana para todos y todas. +Julio.





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