Ustedes serán mis testigos - Domingo de la Ascención


Domingo de la Ascensión

“Ustedes son mis testigos” (Lucas 24,48)



Este domingo recordamos la ascensión de Jesús al cielo (Hechos 1,1-11).


En la celebración de la Palabra, leemos el final del Evangelio de Lucas y el comienzo de Hechos de los Apóstoles. En el primero se narra la buena notica de Jesús de Nazaret (=evangelio de Jesús). En el segundo se narra la buena noticia del Espíritu Santo actuando en la Iglesia (=evangelio del Espíritu Santo). Los dos relatos, escritos por el mismo autor, dan cuenta de un acontecimiento que a las discípulas y los discípulos de Jesús, les llevó un tiempo comprender. Y es que, no todo estaba terminado con la muerte y sepultura de Jesús, pero tampoco, con la experiencia pascual. El Resucitado debía partir (Hechos 1,9) pero la misión continuaba.


Los textos plantean tres grandes temas: la despedida de Jesús, el envío a las naciones, la promesa del Espíritu Santo:

- En la despedida, Jesús les pide que no se dispersen, que se consoliden como grupo, que fortalezcan su fe, que se mantengan en el espacio sagrado (la ciudad Santa), el centro de espiritualidad del pueblo (Lucas 24,49; Hechos 1,4).

- El envío a las naciones, es de adentro hacia fuera, del espacio sagrado hacia el espacio gentil: de Jerusalén a Judea, de Judea a Samaría, de Samaría a las naciones (Lucas 24,47; Hechos 1,8).

- La promesa del Espíritu Santo debía cumplirse en el espacio sagrado y antes de la misión (Lucas 24,49; Hechos 1,4-5)


En estas tres escenas, una frase resuena con una fuerza incontenible: “Ustedes serán mis testigos” (Lucas 24,48 cf Juan 15,27; Hechos 1,8; 1,22; 2,32; 3,15; 4,33; 5,32; 10,39; 10,41; 13,31; 1 Pedro 5,1).


Para las comunidades cristianas, destinatarias de los escritos de Lucas, no era suficiente vivir la esperanza de la promesa (Hechos 1,4), ni entender las profecías sobre Jesús (Lucas 24,45), ni siquiera adorarlo (Lucas 24,52); o estar siempre en el Templo alabando a Dios (Lucas 24,53).La razón de ser de la comunidad cristiana es, ser testigo de Jesús, ante la sociedad y la cultura en la que está inserta (Lucas 24,48; Hechos 1,8). Una comunidad cristiana (= una iglesia) que no da testimonio de Jesús, puede ser muchas cosas buenas, pero no es la Iglesia de Jesús.


Jesús confió a sus discípulos y discípulas continuar su obra en el mundo, lo que durante siglos las Iglesias hemos llamado “la gran comisión”. Si nos consideramos sus discípulas y sus discípulos, necesariamente tenemos que continuar su obra: “anunciar el evangelio a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos y la recuperación de la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos; proclamar el Año de Gracia del Señor” (Lucas 4,18-19 cf Levítico 25,10; Isaías 42,1; 49,9; 61,1-2; Mateo 11,5; 12,18; Juan 3,34; 9,39). La misión no es fácil, pero Jesús no dejó a las comunidades eclesiales en soledad, envió al Espíritu Santo que nos capacita para misión (Juan 14,16 cf 15,26; 16,7; Romanos 8,26; 1 Juan 2,1; 2,27; 2 Juan 1,2).


En nuestro Uruguay, todavía queda mucha gente empobrecida, discriminada, excluida, vulnerada en sus derechos y dignidad:


- Basta echar una mirada, para identificar gente durmiendo en la calle, subsistiendo de lo que otras personas desechan, sobreviviendo con salarios bajísimos, empleadas domésticas y peones rurales trabajando en condiciones que vulneran sus derechos.

- Basta echar otra mirada, para identificar poblaciones inmigrantes de la región andina que son explotas en trabajos forestales y domésticos, personas afro descendientes relegadas a los asentamientos, el colectivo GLTB invisibilizado a pesar de un discurso inclusivo.

- Basta echar otra mirada, para identificar la penalización de la pobreza, en la población adolescente y juvenil.


¿Qué estamos haciendo las discípulas y los discípulos de Jesús para revertir estas situaciones de injusticia, devolviendo derechos y dignidad, que es lo que hizo Jesús, cuando sanó al leproso, se dejó tocar por la mujer que padecía hemorragias, devolvió la vista al ciego, el habla al mudo, el andar al paralítico …? Recordemos las palabras de Jesús: “Ustedes son mis testigos” (Lucas 24,48).


Buena semana a todas y todos.
+ Julio, Obispo de Diversidad Cristiana
11 de mayo de 2013

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