Comentarios a la Biblia Queer - Génesis (décima segunda entrega)

GÉNESIS / BERESHIT
Autor: Michael Carden
Traducción: MCR

 Continuación.

 Esta es la historia de Isaac, el hijo de Abraham.

Se nos dice que Isaac se casó con Rebeca, pero luego se dice que Rebeca es estéril. La esterilidad la une a Sara, y así – como Sara – esto representa el resurgir del primitivo andrógino, en oposición al patriarcado heteronormativo. Desde el momento en que encontramos a Rebeca, ella se presenta como no conforme a los estándares patriarcales para las mujeres. Su nacimiento es anunciado en una línea que comienza con una mujer. Cuando conoce a Eliezer, no solo responde con una fuerte generosidad (Ostriker 1994: 92) al pedido de este extranjero por agua, sino que – audazmente – se hace cargo de las necesidades de sus camellos y luego, con confianza, le ofrece la hospitalidad de la casa familiar (Génesis 24.18-25):

-Beba usted, señor – contestó ella.
Y en seguida, bajó su cántaro, lo sostuvo entre las manos y le dio de beber. Cuando el siervo terminó de beber, Rebeca le dijo:
-    También voy a sacar agua para sus camellos, para que beban toda la que quieran – Rápidamente vació su cántaro en el bebedero y corrió varias veces al pozo…
Y ella contestó: - Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y de Nacor. En nuestra casa hay lugar para que usted pase la noche y también suficiente paja y comida para los camellos.

Quizás es la autoridad confiada por la cual ella realiza tal hospitalidad, la que motiva a Zornberg igualarla con Abraham, y su práctica de hospitalidad en Mamré (Zornberg 1996: 139) Pero es a la casa de su madre donde Rebeca lleva a Eliezer y es con su hermana, Laban, que Eliezer discute su misión. El padre de Rebeca se menciona brevemente en el versículo 50, pero es insignificante en esta familia, que parece estar basada en una estructura matriarcal. Mientras la madre y el hermano tratan de llevar adelante las negociaciones con Eliezer, dejan a los deseos de Rebeca la solución del asunto. Es solo Rebeca quien decide regresar con Eliezer. Cuando lo hace, va en compañía de su ama y así Rebeca – igual que Sara – está en una relación con el mismo sexo, pero esta es muy íntima y larga, también cruzando la edad y la clase social.

Génesis 24. 59:
Entonces dejaron ir a Rebeca y a la mujer que la había cuidado siempre, y también al siervo de Abraham y a sus compañeros…

Ostriker implica que hay tradiciones misóginas de Rebeca físicamente emasculando a Isaac, que ella “lo puso en ridículo” y “llegó dentro de sus testículos” (Ostriker 1994: 91) Lo que indican estas tradiciones es que Rebeca no se conforma con las normas patriarcales en cuanto al papel de las mujeres y las esposas. Actúa en forma autónoma y con determinación, plantándose en su propio futuro (Ostriker 1994: 92) Sin embargo, estas tradiciones también indican que Isaac tampoco se conforma con estas normas patriarcales. A pesar de, o debido a, la Akedah, aunque trata en lo posible, no puede realizar la masculinidad que se espera de él. En efecto, hay una tradición en cuanto a que no solo Rebeca, sino también Isaac son estériles. De modo que – en lugar de culpar a Rebeca – hay un reconocimiento de que existe algo en Isaac mismo que le impide cumplir con la masculinidad esperada de él. De acuerdo con Génesis, Isaac tiene 40 años cuando se casa con Rebeca y 60 cuando ella tiene a Esaú y a Jacob. ¿Es el embarazo de Rebeca el resultado de una concepción milagrosa como ocurrió con Sara? Yo diría que Génesis 26, en cuanto a Rebeca, Isaac y Abimelec, no permite tal interpretación. Esta curiosa historia, en la cual Isaac hace pasar a Rebeca por su hermana cuando están viajando por Gerar, recuerda en dos ocasiones cuando Abraham hace pasar a Sara por su hermana.

En efecto, Génesis 26 combina rasgos de ambas historias. Tiene lugar en Gerar, gobernada por un rey llamado Abimelec, igual que en el segundo relato de Abraham y Sara. Más aún, Isaac y Rebeca se mudan a Gerar debido a la hambruna, la misma razón que lleva a Abraham y Sara a Egipto en el primer relato, de Génesis 12. Sin embargo, en esta historia, a diferencia de Sara, Rebeca es una madre de gemelos, mientras Sara no tiene hijos en los relatos paralelos. Además, Rebeca no es salvada por la intervención divina como lo fue Sara. En lugar de ello, Abimelec, mirando por la ventana, ve a Isaac acariciando a Rebeca. Por lo tanto, este relato sirve para indicar que Rebeca e Isaac desarrollaron un nivel de intimidad física, que les permitió ser padres. Claramente, no fue este un proceso fácil – los gemelos nacieron después de 20 años de matrimonio y no fue la intimidad de grandes amantes – Isaac y Rebeca habían estado “un largo tiempo” (Génesis 26.8) antes de que la artimaña fuera descubierta.

…pero un día en que Abimelec estaba mirando por la ventana, vio que Isaac acariciaba a su esposa Rebeca. Entonces lo mandó llamar y le dijo:
-    Así que ella es tu esposa, ¿verdad? Entonces, ¿por qué dijiste que era tu hermana? –
-    Yo pensé que tal vez me matarían por causa de ella – contestó Isaac.

Cuando se encontraron Isaac y Rebeca, hubo un momento de reconocimiento entre ellos. Cuando Isaac la vio, reconoció en ella algo de su madre, Sara, pero también vio algo de sí mismo en ella; después de todo, él era hijo de su madre. Rebeca también, reconoció en Isaac la vulnerabilidad y auto-alienación que habla de la persona “queer”, encerrada en el “armario”,  y quizás ella intuyó este hecho de Eliezer, explicándose así su rapidez en dejar a su familia y viajar a una tierra distante. Creo que Isaac y Rebeca pueden verse como representando a dos tipos de experiencia “queer”, que está presente en el matrimonio heterosexual. Isaac es el “estuche del armario”, que se casa para conformar las normas hetero-patriarcales, para escapar de, suprimir, o curar su sexualidad minoritaria. Sin embargo, la elección de Rebeca, demuestra que no todas las personas “queer” confían en el matrimonio para asegurarse el régimen del “armario”. Para muchos, se trata del deseo legítimo de tener hijos y debe recordarse también que para el mundo antiguo y la mayor parte de nuestros contemporáneos, los hijos/la familia, representaban y representan la seguridad social, el futuro cuidado, en la vejez. El matrimonio también puede ser útil como rito de pasaje de la niñez a la edad adulta, especialmente para las mujeres. Rebeca es una mujer fuerte, autónoma, y para ella, el matrimonio representa el escape del hogar de la niñez y una oportunidad para ejercer control sobre su destino.

Parte de ese destino es modelar el futuro de esta familia, de los gemelos que ella trae al mundo. Mientras está embarazada, tiene un presentimiento del poder trágico que posee. Los mellizos luchan en su vientre, haciendo que Rebeca grite, en palabras cuyo significado los traductores encuentran poco claras, pero que literalmente significan: -¿Por qué soy esto? – (Génesis 25.22)

Pero como los mellizos se peleaban dentro de su vientre, dijo: - Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Yehová…

Su duda e incertidumbre la llevan a consultar a la divinidad, quien responde diciéndole que sus dos hijos serán dos pueblos divididos, el mayor de ellos servirá al más joven. A medida que la historia progresa, queda claro que es el papel de Rebeca el que hace efectivo el oráculo. Zornberg sugiere que no solo Isaac, sino también Rebeca y los mellizos, son víctimas de la Akedah (Zornberg 1996: 158)

La confianza inicial de Rebeca, su espíritu aventurero y su generosidad, que la llevan fácilmente a abandona su hogar y su familia, en compañía de un extraño, han sido profundamente desafiados por la lejanía angustiada y la auto-alienación de Isaac. Esto hace que ella se cuestione sobre “el valor de su vida”, a la luz del “dolor y conflicto” que debe sobrellevar. (Zornberg 1996: 159) En la lucha entre sus dos hijos, ella no puede ser neutral y también se verá enfrentada a Isaac.

Dos modelos notables emergen en el relato de esta familia. No por primera vez, hay una ocurrencia de un modelo regular en las Escrituras Hebreas, el favor del más joven, contra el mayor. Ya en esta saga familiar, Ismael, el primogénito de Abraham, ha sido suplantado por el hijo de Sara. Ahora Isaac, condenado por el “armario” de la Akedah a vivir como una copia de Abraham, el patriarca, debe experimentar la suplantación de su hijo mayor, Esaú. Zornberg afirma que Esaú es la víctima real de la Akedah y, así, “el paciente presente de la familia”, a través de quien “se expresa una patología subyacente” (Zornberg 1996: 160) Esaú es pelirrojo y peludo, un hombre extrovertido, cazador. Representa la masculinidad heteronormativa, el ideal patriarcal y – en consecuencia – es amado por su padre, Isaac. Esaú es el hombre que su padre nunca podrá ser, por más que trate. En oposición, se dice que Jacob es un “hombre tranquilo, que se queda en las tiendas” (Génesis 25.27)

Los niños crecieron. Esaú llegó a ser un hombre del campo y muy buen cazador; Jacob, por el contrario, era un hombre tranquilo, y le agradaba quedarse en el campamento. Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba, pero Rebeca prefería a Jacob…

Como se vio en Génesis 18, la tienda (o carpa) es el espacio de las mujeres en el orden patriarcal. Al declarar a Jacob como un hombre que vivía en el campamento, Génesis está cuestionando su masculinidad – Jacob es “afeminado” – quizás también su sexualidad. Ciertamente Rebeca, su madre lesbiana, ama a su hijo afeminado y es su papel contravenir el orden patriarcal, de modo que el macho “derecho”, nacido para mandar, está desplazado, y debe por tanto dejar lugar al muchacho delicado, bonito.

El otro modelo que encuentro significativo aquí, es el hecho de que Esaú y Jacob son mellizos. La imagen de los Mellizos Divinos es una de las representaciones míticas del amor hacia el mismo sexo. Este amor homosexual puede entenderse como una parte de amarse a sí mismo, significado más claramente por los mellizos (nótese también el fenómeno gay subcultural del clon) Las relaciones con el mismo sexo pueden ser entendidas en términos de hermandad (femenina o masculina), y esta dimensión fraterna también se extiende a los lazos tribales de las subculturas “queer”. “Somos familia”, es el himno tribal, que expresa la esperanza de realización de un nuevo tipo de afinidad y parentesco, fuera del orden hetero-patriarcal. Jacob y Esaú han sido enfrentados por las exigencias de este orden, y Jacob huirá al exilio. A medida que el relato progresa, Jacob regresará del exilio, para reconciliarse con Esaú, quien cae llorando en brazos de su hermano, y lo besa (Génesis 33.4)

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