“Digo ande cuadre, que pa nada sirven, los que solo pasan pirinchando el cielo”

Mensaje Semanal.


“Jesús contó esta otra parábola para algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás: “Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’ Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!’ Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.” (Lc. 18,9-14).


Esta parábola habla de dos tipos de personas.

Uno, cumplidor de las normas sociales y culturales. Respondía a las expectativas de la sociedad y la religión. En nuestro tiempo podríamos compararlo con una persona con formación, bienes producto de su trabajo, activa en su vida social y religiosa, que participa en las celebraciones eclesiales, cultos o misas, que es piadosa y hace obras de caridad. Una persona religiosa.

El otro, discriminado por su mala vida. No respondía a las expectativas de la sociedad de su tiempo, pues recaudaba los impuestos para el imperio que los dominaba, se lo consideraba un traidor, colaborador de sus opresores; pero tampoco respondía a las expectativas de la religión, pues era discriminado. En nuestro tiempo podríamos compararlo con muchas personas que tampoco cumplen las expectativas de la sociedad y la religión: un consumidor de pasta base, un adolescente infractor, un excarcelado, una trabajadora sexual, un gay o una lesbiana, una persona bisexual o travesti o transgénero o transexual, una abortera… Una persona vulnerada en sus derechos y su dignidad, por una sociedad y una religión que se sienten justas.

En la parábola, Jesús, nuevamente desafía peligrosamente al sistema social y religioso. No es la persona religiosa a la que Dios justifica sino a la que es vulnerada en su dignidad. El cobrador de impuestos vuelve a su casa justificado mientras que el fariseo no. Para decirlo más revolucionariamente: Dios justificó a la persona que era vulnerada en su dignidad, no por consumir pasta base, por delinquir, por prostituirse, por tener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, por abortar, no es por eso que Dios lo justificó sino porque estaba herida en su dignidad, estaba excluida de la Mesa y de la Fiesta de la Vida, por una sociedad y una religión que se sienten justas por lo que dicen y hacen.

Jesús, nos manifiesta un Dios que es parcial. Esto, nos puede parecer profundamente injusto y tremendamente peligroso. Pero lo atestigua toda la tradición profética del Antiguo Testamento y el mensaje liberador e inclusivo del Nuevo Testamento. No hay error posible de interpretación: Dios no es imparcial es parcial. Dios no tiene en cuenta la cantidad de oraciones o de limosna sino la actitud de justicia y solidaridad. Como dice la canción “Orejano” interpretada por Los Olimareños: “Digo ande cuadre que pa nada sirven los que solo pasan pirinchando el cielo”.

Buena semana a todas y todos.

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