Estudio bíblico sobre los salmos - parte uno
Estudio
Bíblico – Agosto 2012 - Los salmos (primera parte)
(1) Formación del libro de los Salmos
La
formación del libro de los Salmos, como la de casi todos los demás
libros del AT, tuvo una historia larga y compleja. Ya no es posible reconstruir
esa historia en todos sus detalles, pero los “títulos hebreos” que figuran en
el encabezamiento de un buen número de salmos ofrecen algunas indicaciones
valiosas. Esos títulos muestran que los salmos, antes de formar parte de un
solo libro, estuvieron agrupados en distintas colecciones independientes, que
se fueron formando en distintas épocas para responder, sobre todo, a las
necesidades del culto en el templo de Jerusalén.
Entre
estas colecciones parciales pueden mencionarse, por ejemplo, la de “los hijos
de Coré” (Sal 42–49; 84–85; 87–88) y la de Asaf (Sal 50; 73–83), que eran dos
familias de levitas cantores (véanse Sal 42.[1] nota Biblia de Estudio Dios
Habla Hoy - compubiblia.; 50.[1a] nota Biblia de Estudio Dios Habla Hoy
-compubliblia.). También había una colección de salmos llamados “aleluyáticos”,
porque comienzan o terminan con la exclamación litúrgica Aleluya,
“¡Alabado sea el Señor!” (Sal 104–106; 111–117; 135; 146–150), otra de salmos
“graduales” o “de peregrinación” (120–134), que eran cantados por los
israelitas cuando “subían” a Jerusalén para las grandes fiestas, y dos
colecciones de salmos davídicos, una grande (Sal 3–41) y otra más pequeña (Sal
51–70). Estas colecciones parciales, y algunos salmos más, fueron luego
reunidos en un solo conjunto; y cuando estuvieron agrupados los ciento
cincuenta salmos, estos fueron distribuidos en cinco secciones o libros, cada
uno de los cuales termina con una doxología o alabanza: 1–41; 42–72; 73–89;
90–106 y 107–150.
(2) La poética hebrea
Los
salmos son oraciones y plegarias compuestas para diversas circunstancias, pero
todos tienen un elemento común: están expresados en lenguaje poético.
Por eso se los comprenderá mucho mejor si se tienen en cuenta los elementos
característicos de la poética hebrea.
Esta
poesía atribuye una gran importancia al ritmo que resulta de la acentuación de
las sílabas. Pero su rasgo distintivo más notable es el así llamado paralelismo
de los miembros. En virtud de este paralelismo, la expresión poética más
elemental está construida por dos frases paralelas (aunque a veces también
pueden ser tres), que se corresponden mutuamente por su forma y su contenido y
se equilibran como los platillos de una balanza. De este modo, la idea no se
expresa toda de una vez, sino, por así decirlo, en dos tiempos sucesivos.
En
general, suelen distinguirse tres formas de paralelismo:
(a) paralelismo
sinónimo, que consiste en expresar dos veces la misma idea con palabras
distintas, como en Sal 15.1:
Señor, ¿quién puede residir en tu
santuario?,
¿quién puede habitar en tu santo
monte?
(b) paralelismo
antitético, que se establece por la oposición o el contraste de dos ideas o
de dos imágenes poéticas; por ejemplo, Sal 37.22:
Los que el Señor bendice heredarán la
tierra,
pero
los que él maldice serán destruidos.
(c) paralelismo
sintético, que se da cuando el segundo miembro prolonga o termina de
expresar el pensamiento enunciado en el primer miembro, añadiendo elementos
nuevos, como en Sal 19.8(9):
Los preceptos del Señor son justos,
porque traen alegría al corazón.
A
veces el paralelismo sintético presenta una forma particular, que consiste en
desarrollar la idea repitiendo algunas palabras del verso anterior. Entonces
suele hablarse de paralelismo progresivo, como en el caso de Sal 145.18:
El Señor está cerca de los que lo
invocan,
de
los que lo invocan con sinceridad.
(3) Géneros literarios
de los salmos
Los ciento cincuenta salmos están distribuidos en el Salterio
sin un orden aparente, y esto impide descubrir a primera vista las relaciones
de un salmo con otro. Sin embargo, una lectura más atenta muestra que ellos
presentan ciertas características de forma y de contenido que permiten
clasificarlos en grupos o familias, de acuerdo con el género literario
al que pertenecen. Aprender a identificar el género literario de un salmo es un
paso importante para comprenderlo mejor y para situarlo en el contexto social y
en la situación humana que están en el origen del mismo. Por eso se enumeran a
continuación las principales familias de salmos.
(a)
Los himnos o cantos de alabanza, que celebran la gloria, el poder y el
amor del Señor manifestados en las obras de la creación y en la historia de su
pueblo. Ejemplos: Sal 8; 103; 104; 117; 147; 148; 150.
Entre los himnos, se destacan además dos grupos
particulares: los himnos a la realeza del Señor, que aclaman al Dios de
Israel como Rey universal (Sal 47; 93; 96–99), y los cantos de Sión, que
se refieren al monte Sión como lugar elegido por el Señor para habitar en él
(Sal 46; 48; 76; 87; 122).
(b)
Las súplicas, que se dividen a su vez en colectivas e individuales.
Las súplicas colectivas, nacionales, o de toda la comunidad, son
oraciones en las que todo el pueblo de Israel se dirige al Señor para que aleje
de él su ira y lo libre de las calamidades que lo afligen. Ejemplos: Sal 12;
44; 74; 79; 80; 83. Véase Lm 5.1–22 nota Biblia de Estudio Dios Habla Hoy
(fuente: COMPUBIBLIA)
.
Las súplicas individuales son muy numerosas, y
expresan el clamor de los pobres, los enfermos, los perseguidos y los oprimidos
por el sufrimiento, que se dirigen al Señor en demanda de auxilio. Dentro de
este grupo pueden mencionarse especialmente las súplicas de un inocente
acusado injustamente por falsos testigos (Sal 7; 17; 26), y que acude al Señor
en el templo para que le haga justicia. Otros ejemplos de súplicas
individuales: Sal 3–6; 9–10; 22; 42–43; 51; 54–57; 69–71.
(c) Los cantos de acción de gracias, cuyo
contenido puede resumirse en estas palabras de Sal 18.6 (7): En mi angustia
llamé al Señor, pedí ayuda a mi Dios, y él me escuchó desde su templo.
Ejemplos: Sal 18; 21; 32; 107; 116; 118.
(d) Los salmos reales, que se caracterizan no por
su estructura literaria uniforme, sino porque en todos ellos el rey ocupa el
lugar central. Estos salmos fueron compuestos para diversas circunstancias,
como la entronización de un nuevo monarca de la dinastía davídica (Sal 2; 110)
o las bodas de un rey israelita (Sal 45). Pero sobre todo a partir del exilio
babilónico, cuando el pueblo de Israel ya no tuvo más reyes, los salmos
comenzaron a interpretarse en sentido mesiánico. Véanse también Sal 18; 20–21;
72; 89; 101; 132; 144 y las notas correspondientes.
(e) Los salmos sapienciales o didácticos,
que tratan de inculcar, en el estilo propio de los maestros de sabiduría, una
enseñanza de capital importancia para la vida. Sus temas más característicos
son las excelencias de la ley revelada por el Señor a su pueblo Israel (Sal 1;
19.7–11 [8–12]; 119) y el angustioso problema del sufrimiento de los inocentes
(Sal 37; 49; 73). Cf. también Sal 91; 112; 127; 133.
(f) Los salmos históricos, que enumeran los
beneficios concedidos por el Señor a su pueblo elegido, contraponiéndolos a
veces a la ingratitud y a las infidelidades de Israel (Sal 78; 105–106).
(g) También hay que señalar la existencia de un grupo de
salmos llamados alfabéticos. El procedimiento alfabético consiste en
disponer en forma vertical las letras del alfabeto hebreo y en comenzar cada
verso (o incluso cada estrofa, como en el caso del Salmo 119) siguiendo el
orden de las letras. Este procedimiento era muy apreciado en Israel, porque
sugería la idea de totalidad y ayudaba a aprender el poema de memoria. Cf. Sal
9–10; 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145.
(h)
Por último, no puede pasarse por alto que algunos pasajes de los salmos
resultan particularmente duros para los oídos cristianos. A veces los salmistas
se encuentran totalmente indefensos frente a la maldad y violencia de sus
enemigos, y por eso no solo claman al Señor, que es el único que puede
salvarlos, sino que también piden a Dios que haga caer sobre ellos los peores
males. Así se unen en un mismo salmo la súplica más ardiente y las más
violentas imprecaciones (cf. Sal 58.6–11 [7–12]; 83.9–18 [10–19];
109.6–19; 137.7–9).
Las
dificultades que plantean estos pasajes de los salmos son evidentes, y por eso
es necesario tratar de comprenderlos situándolos en su verdadero contexto. Para
ello es preciso recordar, en primer lugar, que los salmos se formaron bajo el
régimen de la antigua ley, cuando Jesús aun no había revelado que el
mandamiento del amor al prójimo incluye también el amor al enemigo (Mt 5.43–48;
Ro 12.17–21). Además, los salmos provienen de una época en la que todavía eran
insuficientes y rudimentarias las ideas sobre la vida más allá de la muerte y
la recompensa reservada a los justos en la vida eterna (véase Sal 6.5 [6] n.).
Según las ideas corrientes entre los antiguos israelitas, en efecto, las buenas
o malas acciones eran recompensadas en la vida presente, y el malvado debía
recibir su castigo aquí abajo y lo antes posible, a fin de que se pusiera de
manifiesto que hay un Dios que juzga al mundo (Sal 58.11 [12]).
Finalmente, el cristiano no puede dejar de reconocer el hambre y sed de
justicia que se expresan en esas súplicas al Señor para que se manifieste como
justo Juez (cf. Jer 15.15). El amor a los enemigos no significa indiferencia
frente al mal, y cuando triunfan la injusticia, la violencia, la opresión de
los más débiles y el desprecio de Dios, el cristiano puede decir al Señor:
Tú eres el Juez del mundo;
¡levántate contra los orgullosos
y dales su merecido!
¿Hasta cuándo, Señor,
hasta cuándo se alegrarán los
malvados? (Sal 94.2–3)
(4) Numeración de los
salmos
La numeración
de los salmos en el texto hebreo difiere de la utilizada en las versiones
griega (LXX) y latina (Vulgata). Esta diferencia se debe a que algunos salmos
han sido dividos en forma distinta. Así, por ejemplo, los salmos 9 y 10 del
hebreo corresponden al Salmo 9 de las versiones griega y latina. Aquí los
salmos se citan de acuerdo con la numeración hebrea, pero al comienzo de cada
salmo se pone entre paréntesis la otra numeración. El siguiente cuadro presenta
en forma comparada la doble numeración:
Texto
hebreo
|
Versión
griega (LXX)
|
1 a
8
9
10
11 a
113
114
115
116,1-9
116,10-19
117
a 146
147,1-11
147,12-20
148
a 150
|
1 a 8
9.1-21
9,22-39
10 a 112
113,1-8
113,9-26
114
115
116 a 145
146
147
148 a 150
|
En cuanto a
la manera de numerar los versículos, nótese que el número puesto entre
paréntesis es el que figura en el texto hebreo del Antiguo Testamento.
Fuente: BIBLIA DE ESTUDIO DIOS HABLA HOY - Compubiblia
los salmos me parecen una pieza vital de la vida y su estudio me parece una labor genial!
ResponderEliminarUn saludo para el blog!