1º de Enero de 2018 - Memoria de Santa María, Madre de Dios.
La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana, junto a otras denominaciones católicas, hoy hace memoria
de Santa María, Madre de Dios, uno de los dos dogmas marianos que nuestra
iglesia acepta, por haber sido proclamado en un concilio ecuménico; en efecto,
del 22 de junio al 16 de julio del año 431 EC, participaron más de 200 obispos
de distintas iglesias locales, convocados por el emperador Teodosio II y
presididos por el Patriarca Cirilo de Alejandría, reunidos en Éfeso,
actualmente Turquía para debatir sobre el nestorianismo, una corriente que se
consideró herética por afirmar que María era Madre de Cristo (Khristotokos) ,
pero no, Madre de Dios (Theotókos).
Estrictamente, el
concilio no trata la maternidad de María sino las dos naturalezas de
Jesucristo. Por un lado, Nestorio y sus seguidores estableciendo una separación
entra ambas naturalezas, la humana y la divina; y por otro, Cirilo y sus
seguidores estableciendo la unidad indisoluble de las dos naturalezas, la
humana y la divina, en efecto, los padres conciliares afirman:
“
… no decimos que la naturaleza del Verbo, transformada, se hizo carne; pero
tampoco que se trasmutó en el hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; sino,
más bien, que habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la
carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e
incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola voluntad o
complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las
naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas
resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se
destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen
más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia
inefable y misteriosa en la unidad... Porque no nació primeramente un hombre
vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que,
unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como
quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera [los Santos
Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen”
(Concilio de Éfeso, tomado de: Enchiridion symbolorum, definitionum et
declarationum de rebus fidei et morum, 111ª, Heinrich Joseph
Dominicus Denzinge, 1854).
“Este dogma significa […]
que María es Madre de Dios. El término técnico utilizando por los padres
conciliares fue la palabra griega Theotokos que literalmente significa “la que
dio a luz a Dios” o “la paridora de Dios” […] Jesucristo, verdadero Dios (Juan
1,1; 10,30) y verdadero hombre (Ga 4,4; Fi 2,7), definido en el Concilio
ecuménico de Calcedonia en el año 451, engendrado por el Padre antes de todos
los siglos (credo niceno constantinopolitano), encarnado en María de Nazareth
(Jn 1,14; Fil 2,7; Lc 1,26-38) nació en la plenitud de los tiempos (Gá 4,4).
Porque Jesucristo es Dios verdadero, afirmamos que María es Madre de Dios” (IADC: Declaración respecto de la Virgen María, Madre de Dios, numeral 1: La
maternidad divina; 7 de julio de 2015).
Ignacio de Antioquía
(107 EC) es el primero en designar a María como Madre de Dios. Otros padres
como Orígenes (254 EC), Atanasio de Alejandría (330 EC) y Juan Crisóstomo (400
EC) contribuyeron con sus enseñanzas a la declaración del dogma de Éfeso (431).
En el siglo III, la Iglesia Antigua ya invocaba a María como madre de Dios,
prueba de ello es una tablilla en barro con la antigua oración “Sub tum praesidium” (véase IADC: Declaración respecto de la Virgen
María, Madre de Dios, numeral 1.2; 2015).
El primer Concilio de
Calcedonia (451 EC) ratifica este dogma y también el segundo de Constantinopla
(553 EC).
“La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana es una iglesia de tradición católica y apostólica,
ecuménica y cristocéntrica, reconocemos […]que los Padres de la Iglesia
desarrollaron una mariología, que tiene que ser guardada y cuidada como
herencia de fe, sin agregarle ni quitarle elementos, conservándola tal como lo
declararon los concilios ecuménicos de la iglesia indivisa del primer milenio”
(IADC: Declaración respecto de la Virgen
María, Madre de Dios; Conclusiones; 2015).
Sin lugar a dudas,
entrado ya el siglo XXI podemos señalar algunos aspectos que tal vez sean
discordantes con lo que se ha enseñado comúnmente, sin embargo, sentimos la
obligación de decirlos como contribución a promover una fe madura y
responsable.
ü María
tiene una fe madura y crítica (Lc 1,34).
ü María
responde a Dios, luego de un período de discernimiento (Lc 1,28-38).
ü María
constata la realidad anunciada (Lc 1,39-40).
ü María
se reconoce inmerecedora de la gracia divina, una persona humana y limitada (Lc
1,47-49).
ü María
espera y proclama la justicia liberadora de Dios que se evidencia en la
transformación de las estructuras sociales injustas (Lc 1,50-54).
A partir de estos cinco puntos, es posible:
ü desarrollar
una mariología alternativa a la propuesta de la fe tradicional, con componentes
patriarcales donde la presentan como una mujer sumisa y obediente; y
ü redescubrir
en María, la grandeza de una mujer que resistió al modelo patriarcal, según nos
la presenta el evangelista Lucas;
Desde estos dos
desafíos, pretendemos enseñar sobre la figura de María, Madre de Dios en la
Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, a la luz de la enseñanza de los Padres
y de la doctrina de los Concilios Ecuménicos.
Tengan todos y todas
una bendecida semana y un bendecido comienzo de año 2018.
+Julio, Obispo de la
IADC.
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