VISPERAS DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR





Estamos finalizando en Tiempo de la Liberación. Durante estas seis semanas hemos ido planteando diversos temas orientados a pensar y pensarnos en “clave de liberación”. Temas que han desatado polémica, que han molestado a muchas personas, pero ninguno de ellos ajenos al Evangelio de Jesucristo. Con el objetivo de contribuir a procesos libertarios desde la experiencia de fe, hemos ido planteando aspectos que nos ayuden a cuestionar nuestra fe mágica. Nos hemos acostumbrado a no cuestionar la forma en que se transmiten las verdades de fe. Hemos divinizado un libro que es histórico y narra la experiencia de Dios que tuvo determinado pueblo, ese libro es la Biblia. Hemos sacralizado la tradición de la Iglesia que no es otra cosa que responder a los grandes interrogantes de la fe desde un contexto determinado. Dos mil años es mucho tiempo. Son muchas lecturas y relecturas. Muchas interpretaciones que se fueron haciendo tradiciones.

Asumimos la cuestionable labor de ayudar a pensar y pensarse desde la catolicidad de la Iglesia. Pretendimos contribuir a sacudirnos de todo el lastre al que nuestra fe se fue aferrando hasta ser una pesada carga para todos y todas. En ese proceso de alivianar el peso reafirmamos aquellos aspectos esenciales y fundantes de la catolicidad que llamamos como los apóstoles y sus sucesores, los padres apostólicos: el depósito de la fe; y cuestionamos aspectos que no hacen a la fe de la Iglesia ni a la Tradición de la Iglesia, sino a tradiciones, devociones, costumbres, enseñanzas de las cuales podemos prescindir. Podemos prescindir si queremos hacerlo. Nadie está obligado u obligada a dejar de creer como lo venía haciendo. Simplemente pretendimos mostrarle que existen otros caminos y que esos caminos son parte de nuestra historia más antigua, más cercana a la comunidad apostólica y al mismo Maestro.

Nos esforzamos por poner en diálogo la fe con la razón y la ciencia. Sabemos que fe y razón no se contradicen. También sabemos que la ciencia ha contribuido muchísimo a madurar los procesos de creer y de transmitir nuestras creencias. Fuimos pasando de una fe mágica a una fe ingenua y de ésta a una fe madura. La ciencia arrojó luz sobre la experiencia de fe. Igualmente el progreso que se ha ido dando a nivel de derechos humanos ha sido otro aspecto fundamental para madurar nuestra experiencia de fe. Este diálogo entre fe con razón y ciencia muchas veces ha sido doloroso, pues fue necesario reconocer que a nivel de fe, existen pocas verdades históricas, que la mayoría son verdades teológicas y ese reconocimiento nos ayudó a reconocer mitos, leyendas, historias que no son propiedad del cristianismo sino que muchos son comunes a otras experiencias de fe. Esta realidad no socaba la fe católica sino que nos ayuda a comprender las realidades humanas en diálogo con la fe desde la perspectiva de nuestra tradición católica.

A lo largo de estas seis semanas del Tiempo de la Liberación, demostramos que la teología utiliza un lenguaje que no nos es propio, nos resulta ajeno, muchas veces distante, en algunos casos incomprensible. La mayoría de la doctrina católica fue producida y puesta por escrito en la pre modernidad pero hoy la Iglesia se encuentra transitando por la post modernidad. Esto no significa que tiremos por la borda nuestras creencias. Esto nos desafía a mantener los contenidos de la catolicidad pero cambiar sus envases, es decir, la forma en que son presentados los artículos de fe. Pretendimos cambiar el lenguaje manteniendo intacto el contenido. Ese fue el mayor desafío: liberarnos de conceptos pre modernos.

Nos encontramos en vísperas a la solemnidad de la Ascensión del Señor, otro concepto que deberíamos revisar. La razón y la ciencia nos han demostrado que no existe un arriba y un abajo, por lo tanto, ni el Señor bajó cuando se encarnó, ni el Señor subió cuando ascendió a “los cielos”. Necesitamos poder explicar esta realidad de nuestra fe a las actuales generaciones que ya no creen en un mundo celestial por encima de nuestro mundo terrenal. ¿Qué pretendieron decir los apóstoles cuando afirmaros “Jesús subió al cielo”?

El acontecimiento pascual, sin lugar a dudas, fue el desafío más grande que encontró la comunidad apostólica para creer y explicar. Seguramente hubo largas conversaciones y reflexiones sobre lo que estaba sucediendo en el grupo de los apóstoles y sus allegados. Aceptar que el Maestro y el Señor ya no estaba con ellos era duro. Se aferraban a sus palabras, a sus recuerdos … sin embargo, había que dejarlo ir para poder continuar y esta realidad, era necesaria explicarla desde la fe y así fue, Marcos y Lucas crearon los relatos de la ascensión y progresivamente se fue incorporando a la fe de la Iglesia a través del Credo Apostólico y del Credo Niceno. En el siglo IV estaba plenamente integrada a la alta cristología.

El contenido del mensaje: la humanidad de Jesús está divinizada se transmite a través de un envase, un envoltorio, una forma de explicar el misterio: Jesús subió al cielo. Y la Iglesia es testigo de esa realidad, por eso se siente enviada al mundo. Tiene el deber de transmitir esa buena noticia: en Jesús la humanidad fue divinizada, pero también tiene la obligación de hacerla entendible en cada época, por lo tanto, necesita revisar el lenguaje teológico para hacerse entender por las mujeres y los hombres del siglo XXI, en tiempos de post modernidad. Este es el desafío que asumimos como iglesia.

Bendiciones a todos y todas +Julio.

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