3 er. Domingo después de Pentecostés: Una Iglesia enviada a proclamar vida y dignidad
Tercer domingo después de Pentecostés.
Ciclo C – Lc 7,11-17
1.
El
texto en su contexto:
Este relato nos recuerda al profeta Elías y la viuda de
Sarepta (1Re 17,8-24) teniendo características muy similares uno al otro.
Jesús venía de Cafarnaúm
(7,1-10) y se dirigía a Naín (versículo 11), una aldea cercana a Nazaret. Le
acompañaba la comunidad discipular y gente simpatizante (versículo 12). Por el
camino observó un cortejo fúnebre, una mujer viuda que acompañaba el cuerpo sin
vida de su único hijo (versículo 13). No era un sepelio cualquiera. El muerto
era el único hijo varón de una mujer que era viuda. Esta situación la ponía en
un difícil lugar social. Con la muerte del hijo perdió no sólo a su único hijo,
sino la posibilidad de descendencia (la bendición para las personas justas
según la tradición religiosa), y sobre todo, quien vele por ella quedando
totalmente desprotegida y vulnerable.
Jesús conmovido por la
dolorosa situación de esta mujer sintió compasión y la consoló (versículo 13) e
inmediatamente actuó. No le dijo que lo sentía. No le dijo que la acompañaba en
el sentimiento. No le dijo que oraría por ella y por el eterno descanso de su
hijo. Jesús actuó. Devolvió la vida al muerto y la dignidad a su madre (versículo
14-15). Esta acción de Jesús también renovó y reforzó la fe de quienes iban con
él (versículos 16-17).
2. El texto en nuestro contexto:
A diario en nuestro camino,
al igual que Jesús observó a la viuda de Naín, observamos personas vulneradas
en sus derechos y su dignidad ¿Quién puede negar esta realidad? ¿Quién no ve o
no se entera de los feminicidios, del tráfico de personas, de pueblos
originarios despojados de sus tierras, de personas en situación de calle, de
inmigrantes ilegales y tantos otros rostros humanos, portadores de la imagen
sagrada de Dios, vulnerados en sus derechos y su dignidad?
A diario, en nuestro camino,
al igual que Jesús observó al joven muerto, observamos personas que están
muertas aunque están vivas ¿Quién puede negar esta realidad? ¿Quién no ve o no
se entera de las personas ancianas abandonadas en asilos, de las personas
jóvenes con uso problemático de drogas, de las personas alcohólicas que lo han
perdido todo, de las personas que transitan de un refugio a otro, de las
personas trans que son explotadas y tantos otros rostros humanos portadores de
la sagrada imagen de Dios, que la sociedad o la religión les considera personas
muertas?
Las iglesias no podemos
mirar hacia otro lado, cuando nos cruzamos en el camino con la viuda de Naín y
su hijo muerto. El ejemplo del Maestro nos urge a actuar, a devolver dignidad a
las personas que fueron vulneradas, devolver vida a las personas que fueron
consideradas muertas.
Nuestra sociedad es una
fábrica de muerte. Sin embargo, desde distintos lugares, se levantan pequeñas
experiencias que restituyen vida y dignidad. Algunas de esas experiencias son
eclesiales y otras no. Pero todas, siempre que trabajen por la vida digna,
plena y abundante que es lo que Jesús comunicó a la humanidad (Jn 10,10) están
anunciando que otro mundo es posible, con justicia y solidaridad.
La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana no puede permanecer mirando para el costado. Para
encontrar al Señor en nuestro camino es necesario que miremos a aquellas
personas vulneradas y muertas en vida en las que quiso quedarse para siempre,
como sacramento de su presencia entre nosotros y nosotras (Mt 25,31-46). Pero
no solo debemos mirarlas, como Jesús, debemos actuar restituyendo dignidad,
restituyendo vida.
Vida plena, vida digna y
vida abundante a jóvenes adictos, a adolescentes del Marconi, a la trans que
vende su cuerpo, a las personas ancianas abandonadas en el Piñeiro, a las
personas en situación de calle, a los gays y las lesbianas discriminados, a los
“ñerys” de la esquina, a las personas locas del Vilardebó y la Colonia, a las
personas privadas de libertad, a las mujeres en situación de violencia
doméstica y a tantas otras personas muertas por el sistema social y religiosos,
nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana les decimos:
“Levántate” (Lc 7,14).
Buena semana para todos y
todas +Julio.
Comentarios
Publicar un comentario