Tercer domingo de Pascua: Por una iglesia comprometida en el seguimiento y el servicio




Tercer domingo de Pascua
Ciclo C – Juan 21,1-19

Por una iglesia comprometida en el seguimiento y el servicio


1.    El texto en su contexto:

Después de la segunda cristofanía a la comunidad apostólica, estando Tomás (20,24-29), Jesús resucitado volvió a revelarse a orillas del lago Tiberíades (versículo 1) a algunos de sus discípulos (versículo 2). Es importante tener claro que esta cristofanía se produce en Galilea, la región donde Jesús había iniciado su ministerio. El lago Tiberíades es llamado también lago de Galilea o lago de Genesaret (cf Lc 5,1; Jn 6,1).

Al parecer cada uno había retornado a su tierra y a sus quehaceres, aquellos que habían dejado para seguir a Jesús (versículos 2-3). Jesús resucitado se revela a ellos, en su tierra y en su vida de pescadores, en la cotidianidad de aquella gente, pero ellos no logran reconocerle (versículo 4). El versículo 5 es similar al relato de Lc 5,5-6; áquel lo ubica en el ministerio público de Jesús, éste en un episodio cristofánico, Jesús ya está resucitado. Una pesca exitosa luego de la frustrada noche donde las redes habían quedado vacías, es el episodio que permite reconocer la presencia del Resucitado (versículo 7) e ir a su encuentro (versículos 8-9).

El versículo 9 está cargado de un contenido altamente teológico. Juan presenta dos signos que para las comunidades discipulares eran una referencia directa al Maestro y al Señor; el pan que cada día en las casas era partido, repartido y compartido (Hch 2,46) siendo una referencia directa a la Eucaristía; y el pez , en griego idioma en que se escribieron los evangelios: ΙΧΘΥΣ (ichtus) era el acróstico que utilizaban los cristianos para identificarse ya que eran perseguidos por el imperio romano; este acróstico significaba   Ιησού Χριστέ, Υιέ του Θεού, Σωτήρα, cuya traducción es "Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador".

Jesús resucitado les invita a compartir (versículo 10). En la comida compartida el Señor se hace presente (versículo 12). El versículo 11 también debiéramos leerlo en clave pascual. La red contenía 153 peces, justo la cantidad de pueblos que se creía existían sobre la tierra; una red inclusiva abierta a todos y todas sin romperse.

Los versículos 15 al 19 presentan el diálogo entre Jesús y Pedro. Un diálogo que se refiere al ministerio en la iglesia (Hch 20,28; Ef 4,11; 1Pe 5,2) y al necesario seguimiento de cada discípulo y discípula al Maestro y Señor.


2.    El texto en nuestro contexto:

Este texto nos recuerda a las discípulas y discípulos del siglo XXI dos características que se han mantenido a través de los tiempos, que son propias del discipulado.

En primer lugar, buscar y descubrir al Señor resucitado en el aquí y ahora, en nuestra vida cotidiana, en nuestro entorno. No le busquemos en el templo porque eligió manifestarse en Galilea (Jn 21,1; Mt 28,7) que significa lo profano, lo impuro, lo despreciado; nada bueno esperaba el sistema religioso de esa región (Jn 1,46) y en aquellas personas que son vulneradas en sus derechos y su dignidad (Mt 25,31-46): las personas hambrientas, sedientas, sin techo, con escasez de abrigo, enfermas o privadas de libertad. Y una vez que le encontremos compartir en solidaridad celebrando, eso significa el pan y el pez.

En segundo lugar, seguirle. La invitación es a recorrer su camino (Jn 21,19) con radicalidad pues no hay lugar a la mediocridad (Mt 8,22; Lc 9,62). El proyecto que Jesús inició en Galilea necesita que nosotros y nosotras lo continuemos en todas partes (Mt 18,19-20) eso significan los 153 peces. Nadie debe quedar fuera del Reinado de Dios que es Fiesta (Mt 22,1-14 cf Lc 15,23) y Vida plena, digna y abundante (Jn 10,10 cf Lc 15,22). El proyecto de Jesús es liberador, sanador e inclusivo.

Nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana aceptamos y asumimos el inmenso desafío de seguir a Jesús en una sociedad y una cultura que rinde culto al dios individualismo, al dios dinero, al dios poder, al dios consumismo; y en un sistema religioso fundamentalista y dogmático que excluye a quienes no cumplen con sus postulados, que se considera el único verdadero, que culpabiliza y demoniza a las personas que no se someten a su poder, en unos casos espiritual en otros casos económico.

Nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana aceptamos y asumimos el servicio ministerial entre las personas oprimidas y excluidas por el sistema religioso de nuestro tiempo. En este domingo nos comprometemos a continuar y fortalecer la pastoral hacia las personas gltb. En este domingo nos comprometemos a continuar y fortalecer la pastoral hacia las personas que viven con vih. En este domingo nos comprometemos a continuar y fortalecer la pastoral hacia las personas ancianas. Con la certeza de que Jesús resucitado nos espera en ellas reafirmamos nuestro deseo de servirlas a través de la orientación pastoral; del acompañamiento en situaciones difíciles; de administrar el sacramento del matrimonio a personas del mismo sexo; de ordenar ministerialmente a personas gltb, de recibir en nuestras comunidades a clérigos casados y que fueron expulsados de otras iglesias; de recibir a las divorciadas y los divorciados vueltos a casar para que accedan a la comunión eucarística; de recibir a mujeres que han abortado sin juzgarlas ni condenarlas, porque únicamente Dios sabe por lo que han pasado, para que accedan a la comunión eucarística; de ordenar mujeres al diaconado, presbiterado y episcopado.

El Señor Resucitado es el centro de nuestra experiencia de fe, por eso, nosotros y nosotras somos sus testigos con el convencimiento de que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5,29).

Buena semana para todos y todas.
+Julio, obispo de la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana.

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