Cuarto domingo del tiempo de Epifanía: Jesús revela su misión y buenas noticias para personas vulneradas y culpabilizadas por el sistema religioso




Cuarto domingo del tiempo de Epifanía.
Ciclo C – Lucas 4,18-21


Jesús revela su misión y buenas noticias para personas vulneradas y culpabilizadas por el sistema religioso


1.    El texto en su contexto:

Jesús recién bautizado (3,21-22) se dirigió al desierto donde permaneció un tiempo (4,1-13) para prepararse a la misión; luego regresa a Galilea y comienza a participar activamente de la vida sinagogal (4,14-15).

Relata Lucas que Jesús se dirigió a su pueblo de origen, Nazaret, una pequeña aldea que no figura en la mayoría de los mapas de época, ni es nombrada en los escritos de aquel tiempo, seguramente sería un caserío. Cierto sábado, estando en la sinagoga, fue invitado por quien presidía, a leer las Escrituras y explicarlas, una costumbre común que podía desarrollar cualquier varón adulto (4,16).

Jesús lee del libro del profeta Isaías, el pasaje de 61,1-2 haciendo suyo el contenido, al iniciar su misión (4,17 cf 2,8).  Este pasaje es una fusión de los textos de Isaías 61,1-2 y 58,6 formando parte de los cánticos del Siervo de Yavé (42,7; 49). Finalizada la lectura, Jesús enrolló el libro escrito en pergamino de cuero y se sentó, pues la lectura de las Escrituras se hacía de pie mientras que la enseñanza o exhortación se hacía sentado (4,20).

El mensaje de Jesús fue claro, conciso y contundente (4,21), con Jesús inicia el tiempo de salvación mesiánico (cf 3,7-4,13) para dar cumplimiento a las Escrituras (cf 18,31; 22,37).


2.    El texto en nuestro contexto:

Cada vez que leo o escucho este relato bíblico no puedo dejar de conmoverme hasta la más profundo. Jesús, el Mesías enviado por Dios, revela su misión y desde qué lugar la desarrollará:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado
para llevar la buena noticia a los pobres;
me ha enviado a anunciar libertad a los presos
y dar vista a los ciegos;
a poner en libertad a los oprimidos;
a anunciar el año favorable del Señor” (4,18-19).

La era mesiánica es para las personas desposeídas, despojadas, vulneradas de sus derechos y su dignidad (= los pobres); las que están oprimidas, ocultadas, invisibilizadas (= los presos); las personas que no pueden ver su condición de hijos e hijas de Di@s porque los contextos les ocultan o niegan esa visión (= los ciegos); las personas que el sistema religioso han culpabilizado manipulando las Escrituras (= los oprimidos). Con Jesús inicia el Jubileo mesiánico, el  reinado de Dios, otro mundo posible, justo, inclusivo y solidario (Hch 10,34).

Jesús abre las puertas a una vida digna, plena y abundante (Jn 10,10) a todas las personas que el sistema político y el sistema religioso han excluido. La Iglesia tiene la misión de mantener esa puerta abierta de par en par a los destinatarios de la Buena Noticia; tal vez este sea el único signo claramente visible de la Iglesia de Jesucristo; una iglesia donde las personas culpabilizadas son no es, ni forma parte, de la Iglesia de Jesucristo, porque se separó del mensaje sanador, liberador e inclusivo que Jesús reveló, como la voluntad del Padre, para todos los hombres y todas las mujeres, en todos los lugares y en todos los tiempos. Pobre de aquella iglesia que se atribuya el juicio, el castigo y la condena para sus hermanos y hermanas!

Continuemos, en este tiempo de Epifanía, revelando nosotros y nosotras, lo que el Maestro nos mandó; Él es el Camino por el que debemos transitar; Él es la Verdad que debemos proclamar; Él es la Vida que debemos comunicar especialmente a las personas oprimidas, excluidas, silenciadas, invisibilizadas. La Iglesia no tiene otra Verdad que esta y si enseña otra cosa, miente.

Jesús se sitió en el lugar del Siervo de Yavé, junto a las personas excluidas; una Iglesia no pueda despojarse del poder, del control, de la dominación, de las riquezas, de los favores, no es la Iglesia de Jesucristo; únicamente haciéndose servidora como su Maestro (Mt 20,28) de las personas excluidas (Lc 4,18-19) podrá humanizarse y liberarse a sí misma, liberando a quienes ya no soportan las cargas doctrinales, dogmáticas y rituales de cultos y prácticas deshumanizadas.

Un abrazo fraterno a todos y todas, desde la ciudad de Buenos Aires +Julio.




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