Como discípulos y discípulas de Jesús, sentimos una compasión profunda y una solidaridad radical.




9º Domingo después de Pentecostés
Mc 6,30-34



1.    El texto en su contexto:

Al regresar de la misión (6,7-13) los apóstoles se reunieron con Jesús para ponerle al tanto de lo que habían hecho como misioneros (v 30). Jesús les invita a un lugar tranquilo (v 31), sabedor de que uno no puede dar lo que no tiene, por eso, para Jesús eran tan importante los momentos de soledad (1,35); así que se fueron a un lugar solitario, en la costa del Lago de Galilea, cerca de Betsaida (6,45).

La gente que había reconocido en Jesús al enviado de Dios le seguía, al igual que curiosos y adversarios. Como seguidores sabían los itinerarios del Maestro y llegaron antes que Jesús y los apóstoles. Pero también la voz se corrió, y se acercó gente de los distintos pueblos y aldeas del entorno del Lago de Galilea (v 33).

Al llegar a ese lugar para descansar, Jesús vio la multitud que lo aguardaba y sintió compasión, porque estaban necesitada de Dios y se puso a enseñarles (v 34 cf Num 27,16-17; 1Re 22,17; Jer 50,6-7; Ez 34,5; Zac 10,2).


2.    El texto en nuestro contexto:

El profeta Jeremías es lapidario con quienes tenemos responsabilidades para con el pueblo y no las cumplimos (23,1-6): “pobres de los pastores que dejan que las ovejas se pierdan” (v 1 cf Ez 34,1-10; Jn 10,1-21). El mismo Dios nos acusa tomando partido por las personas que dejamos fuera de la Buena Noticia del Reino: han dispersado mis ovejas, las han hecho huir y no las han cuidado. Pues bien, yo tendré buen cuidado de castigar sus malas acciones. Yo, el Señor, lo afirmo” (v 2).

Los líderes religiosos, en lugar de sentir compasión de la gente, siguiendo el ejemplo de Jesús (Mc 6,34), acercándonos con entrañas de misericordia (Lc 1,78), juzgamos y condenamos, llamamos abominables y despreciables, discriminamos y excluimos, sembramos miedo y odio, cerrando la puerta y expulsando de la mesa a quienes no se ajustan al rigor de las leyes, porque no hemos comprendido la grandeza del amor incondicional de Dios, que “tanto amó al mundo que envió a su Hijo único, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).Pero ¿cómo van a creer, si los pastores en lugar de anunciar la paternidad entrañable de Dios les hablamos en nombre de un monstruo, al que llamamos dios, que rechaza, juzga y condena, reclamando sangre inocente. Ay de nosotros los pastores que impedimos que la misericordia de Dios llegue a todas las personas (Mt 23,13).

El profeta Jeremías nos dice que el mismo Dios reunirá a las ovejas descuidadas por los pastores, para que se fortalezcan y se reproduzcan (v 3 cf Mc 2,17; Mt 9,13; Lc 5,32; 1 Tm 1,15) y les pondrá nuevos pastores para que las cuiden (v 4) y tengan vida digna, plena y abundante (Jm 6,37-40; 10,10).

La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, fiel a las enseñanzas de su Maestro, Jesucristo el Señor, siente una compasión profunda y una solidaridad radical, con aquellas personas que los distintos sistemas religiosos, por acción o por omisión, discriminan, excluyen, invisibilizan, culpabilizan, atentando contra sus derechos y su dignidad.

Quienes integramos la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, hemos experimentado el abrazo incondicional del Padre (Lc 15,20) y por eso queremos comunicar al mundo que el Dios revelado en Jesucristo, no es un dios justiciero sino que es Amor (1Jn 4,8). Por eso recibimos a todas y todos sin juzgar, sin condenar, sin discriminar. Las personas adictas, las prostitutas, las homosexuales, las que viven con vih, las divorciadas, las que abortaron, las que el sistema social y religioso invisibiliza, tienen una silla esperándolas para compartir la mesa en la fiesta de la vida (Mt 22,1-10).

Las pastores y los pastores de la Iglesia Antigua de Uruguay – Diversidad Cristiana, reafirmamos nuestro compromiso incondicional con el Evangelio de Jesucristo, una Buena Noticia inclusiva y liberadora para todas las personas, pero especialmente, para quienes el sistema religioso actual, vulnera en sus derechos y su dignidad (Lc 6,37).

Buena semana para todos y todas. +Julio.




Comentarios

Entradas populares