Primer Domingo de Adviento - ciclo B



Primer Domingo de Adviento
Marcos 13,24-37
Ciclo B


1.    El texto en su contexto:

Marcos 13,24-27 hace referencia al fin de este mundo utilizando un lenguaje apocalíptico, conocido por su audiencia (Isaías 13,10; 34,4; Ezequiel 32,7-8), que hacía referencia al fin o transformación del orden actual del mundo y el establecimiento del Reinado Divino. Una de las características más importantes y sobresalientes de ese suceso, era la reunificación de las doce tribus dispersas de Israel; por lo tanto, es muy probable que en 13,27 se haga referencia a la congregación de quienes creen en Jesucristo (cf 2 Tesalonisenses 2,1).

Marcos 13,28-31 hace referencia a la inminencia del fin de este mundo o transformación del orden actual y establecimiento del Reinado Divino con claros indicadores, el ejemplo de la higuera es uno de ellos, por ser un árbol de hoja caduca, en invierno sus ramas carecen de hojas y parece estar seca, sin embargo, en verano es un árbol frondoso que además de dar sombra por sus hojas, da frutos que se comen.

Marcos 13,32-37 hace referencia a que nadie conoce el momento en que se producirá el fin de este mundo o la trasformación del orden actual. No resultó ajeno a su audiencia, tampoco este ejemplo, muchos maestros hablaban de reyes o dueños de casas que iban y al tiempo regresaban para encontrar siervos fieles e infieles. En aquellos tiempos, los esclavos desempeñaban muchas funciones dentro de una casa, pero la de portero se destacaba porque tenía las llaves del señor y eso implicaba confianza y responsabilidad; mantenía fuera las personas no deseadas, permitía el ingreso y anunciaba las visitas deseadas, controlaba las salidas de los miembros de la casa, entre otras. En ese entonces, los caminos estaban plagados de ladrones por lo que no se esperaría que el señor viajara en las noches, sino durante el día; por lo tanto, el portero podía ser sorprendido si el señor llegaba en la noche.


2.    El texto en nuestro contexto:

No voy a detenerme en lo que dirán la mayoría de los predicadores y las predicadoras en el día de hoy. Ciertamente, no considero un problema ni una preocupación el tradicional mensaje de estar vigilantes en la parusía (= llegada definitiva del Señor Jesús en gloria, para reinar eternamente), si hemos llevado una vida coherente con el Evangelio.

Mi reflexión en este primer domingo de Adviento, tiene que ver con tres ideas producto de la lectura contextualizada del Evangelio de Marcos 13,24-37.

En primer lugar, el fin de este mundo conocido, donde hay injusticia, falta de solidaridad, discriminación, opresión, exclusión; es decir, la transformación del orden actual, producto de nosotros y nosotras, es responsabilidad de nosotros y nosotras. No depositemos en Dios lo que es responsabilidad nuestra. El lo creó y lo creó bueno (Génesis 1,10.12.18.25.31).

Las cristianas y los cristianos fuimos enviadas y enviados a transformar el orden actual, siendo sal (Mateo 5,13) y luz (Mateo 5,14-16); sin embargo, nos resultó más cómodo asociarnos al poder y desde allí controlar y dominar los cuerpos y las mentes de las personas durante siglos, que mantenernos fieles al envío del Maestro. Sin embargo, siempre hubo una minoría que se mantuvo fiel.

Por lo tanto, no esperemos de Dios la transformación del orden actual, volvamos a nuestro compromiso bautismal, asumamos la utopía de otro mundo posible con personas sanadas, liberadas e incluidas, ese mundo por el que Jesús entregó la vida.

En segundo lugar, pareciera que las cristianas y los cristianos hemos perdido la capacidad de interpretar las señales de los tiempos (cf Mateo 16,3). Es necesario dejar de mirar al cielo para ver nuestro contexto (cf Hechos de los Apóstoles 1,11) y transformarlo, no sólo con oraciones sino fundamentalmente con acciones. El ejemplo lo tenemos en Jesús: no oró por el leproso sino que directamente lo curó (Mateo 8,2-4), no oró por el esclavo del capitán romano sino que directamente lo curó (Mateo 8,5-13), no oró por la suegra de Pedro sino que directamente la curó, al igual que a las personas enfermas que llevaron esa tarde (Mateo, 8,14-17), y así otros tantos ejemplos de la vida de Jesús.

Las cristianas y los cristianos fuimos enviados a sanar, a liberar, a incluir (Mateo 10,1-9; Lucas 10,1-10) a las personas que el mundo actual ha vulnerado en su dignidad y sus derechos, construyendo otro mundo posible; pero para ello, es necesario dejar de mirar al cielo, dejar de estar en los templos y comenzar a caminar como lo hizo Jesús.

En tercer lugar, urge que las Iglesias dejemos los espacios sagrados para adentrarnos en los espacios profanos (Mateo 28,7), únicamente estando en esos lugares seremos capaces de verlo y adorarlo (Mateo 28,16-17), es en esos lugares donde quiso quedarse hasta el fin del mundo junto a los suyos (Mateo 28,20).

Las cristianas y los cristianos tenemos que animarnos a dejar de buscar la experiencia divina en los templos, en las celebraciones, en los ritos, en los devocionales; tanto las Sagradas Escrituras (tradición bíblica) como la experiencia de fe de las primeras iglesias en la antigüedad (tradición de la iglesia) nos señalan otro camino, el del compromiso y la solidaridad (Mateo 25,31-46) junto a las personas cuya dignidad y cuyos derechos fueron violentados por los poderosos de la sociedad, la cultura y la religión.


3.    Conclusión:

En el Evangelio de hoy, somos desafiadas y desafiados a estar vigilantes al Señor que nos sale al encuentro en quien menos pensamos, en quien menos esperamos. Poder identificar esa cristofanía en la persona empobrecida, en la persona gltb, en la persona con vih sida, en la persona en situación de calle, en la persona privada de libertad, en la persona adicta … es saber interpretar los signos de los tiempos.

Renovemos nuestro compromiso de transformar este mundo en otro mundo posible, donde todos y todas, tengan un lugar de dignidad. 

Buena semana para todos y todas. +Julio.


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