Breve declaración sobre la Eucaristía - Segundo domingo después de Pentecostés.




La historia del pueblo hebreo testifica diversas comidas rituales: para sellar pactos o alianzas (Gen. 31,54; Ex. 24,3; Tob. 7,11-15), para agasajar visitas (Gen. 18,3-5; 19,3). La comida ritual sagrada más importante es la Cena Pascual (Ex. 5,1-3; 10,8-9; 12-13). La celebración pascual concentró los grandes momentos en que Israel renovó la alianza (Num. 9,1-14; Jos. 4,19-5,12; 2Re. 23,33; 2Cro. 30; 35).

Las Escrituras Cristianas conservan cuatro relatos sobre la institución de la Eucaristía (1Co.11,23-25; Mc.14,22-25; Mt. 26,26-29; Lc. 22,19-20), de los cuales el primero se puso por escrito más de 20 años después del Acontecimiento Pascual. Estos relatos incorporan tres aspectos teológicos fundamentales: la expiación vicaria (Is. 52,13-53,12), la alianza (Ex. 12-13; Jr. 31,31; Is. 42,6; 49,8) y las bendiciones mesiánicas.

El Concilio de Trento define[i] la presencia real (canon 1), el memorial y anuncio de su muerte (canon 2), la presencia del cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Cristo después de la consagración, bajo la apariencia de pan y vino (canon 3) los demás sacramentos tienen por virtud santificar pero la Eucaristía está el autor de toda santidad; por la consagración se realiza la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo y de toda la substancia del vino en la substancia de la sangre de Cristo (canon 4), y continúan los Padres Conciliares en la XIII sesión del 11 de octubre de 1551. La doctrina de la transubstanciación  fue desarrollada por Tomás de Aquino en el siglo XIII. 

En el siglo XVI los reformadores presentaron otras  interpretaciones a la transubstanciación. Martin Lutero habló de la consubstanciación (Cristo está presente en, con y bajo los elementos). Ulrico Zuinglio negó cualquier conexión real entre el pan y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo; planteando que en la celebración de la eucaristía, que recuerda a los fieles las palabras y la obra del Señor, Cristo está con ellos por el poder del Espíritu Santo; consideraba que el pan y el vino recuerdan la última cena, pero no se da ningún cambio de substancia en ambos elementos. Juan Calvino afirmó que Cristo está presente tanto en un sentido simbólico como por su poder espiritual, que es impartido por su cuerpo glorificado a las almas de las personas creyentes cuando participan de la eucaristía. Esta doctrina es llamada presencia dinámica. La doctrina anglicana afirma la presencia real de Cristo, pero no especifica el modo.

En Diversidad Cristiana, reconocemos que la Eucaristía es un Misterio en el cual Jesucristo está realmente presente. Pero como Misterio no podemos explicarlo. Por lo tanto, aceptamos y respetamos las tradiciones de nuestras respectivas comunidades. Para unas se producirá la transubstanciación estando presente en los elementos del pan y del vino una vez que éstos sean consagrados. Para otras se producirá la consubstanciación estando presente durante la celebración eucarística. Finalmente, otras harán memoria de la Cena del Señor.

Los principales ritos son la iniciación, la liturgia de la Palabra, la liturgia de la Eucaristía, la despedida donde aparece la nuevamente imposición de manos (materia) con la invocación al Espíritu Santo (forma), el pan y el vino (materia) acompañada de las palabras consagratorias (forma). Siendo el ministro de este sacramento el obispo y/o el presbítero. 



[i] Otros Concilios IV de Letrán, Constanza, Florencia anteriormente desarrollan el tema y el Vaticano II afirma que “es fuente y culmen de toda vida cristiana” (LG 22) y en la Encíclica Mysterium Fidei (1965) Pablo VI afirma y afianza la doctrina de la presencia real.

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