Cinco desafíos para una Iglesia fiel en el seguimiento - Tercer domingo de pascua





Juan 21,1-19

El capítulo 21 del Evangelio de Juan parecería que fue redactado en una fecha posterior al resto del documento.


1.    El texto en su contexto:

El escenario:

El lago de Tiberias (Juan 21,1) también llamado lago de Galilea (Juan 6,1) o lago de Genesaret (Lucas 5,1) toma el nombre de las ciudades del entorno.

Primera escena: Siete de los discípulos experimentan la presencia de Jesús resucitado (Juan 21,1-14). La cristofanía se desarrolla en aquel escenario donde había comenzado la misión de Jesús, el entorno del lago y el grupo de pescadores (Mateo 4,12-25).

Este relato de la pesca milagrosa de Juan, después del acontecimiento pascual, tiene su paralelo en los sinópticos que lo plantean antes del acontecimiento pascual (Marcos 1,16-20; Mateo 4,18-22; Lucas 5,1-11).

El discípulo amado (Juan 21,7) aparece varias veces en el correr del Evangelio de Juan (13,3; 19,26-27.35; 20,2-10; 21,20-24) sin embargo su nombre se mantiene en silencio. A partir del siglo II se identifica al apóstol Juan con él. Es él quien reconoce la presencia del Resucitado en la cotidianidad de una jornada laboral. Pescar era el trabajo de aquellos hombres que ya habían dejado la ciudad santa de Jerusalén y se encontraban de regreso en su tierra, Galilea.

Pedro, el discípulo impulsivo se arroja al agua al encuentro del Maestro, cuando oye que es el Señor Resucitado que se encontraba a escasos cien metros de ellos. El evangelio dice que se encontraban a doscientos codos y cada codo equivalía en el sistema de medidas, a cuarenta y cinco centímetros.

Cuando llegan a la orilla se encuentran con el desayuno preparado (Juan 21,9). Un desayuno cargado de simbolismo: 

-       Pez es la traducción de término griego ichtus” o “ichthys” acrónimo que significaba en la iglesia antigua “Iēsoûs Christós Theoû hYiós Sōtér” que se traduce por "Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor"; se representaba con dos arcos que se intersecan de forma que aparenta un pez; para la iglesia antigua era un símbolo secreto utilizado para reconocerse, ya que antes del edicto de Milán la fe cristiana era perseguida por el imperio romano. 

-    Pan hace referencia inmediata a la “fracción del pan” con la que la iglesia antigua hacía memoria de la Cena del Señor.

El pez, junto con el pan, eran símbolo de la Eucaristía en la iglesia antigua. El versículo 12 hace referencia inmediata al acto eucarístico: “tomó en sus manos” y “se los dio”.

Otro aspecto simbólico a tener en cuenta es el número de peces en la red. La red es símbolo de la Iglesia, contenedora de la diversidad de pueblos. Los ciento cincuenta y tres peses son símbolo de los ciento cincuenta y tres pueblos que eran reconocidos en ese momento histórico.

Segunda escena: el diálogo entre Jesús y Pedro. Un diálogo que tiene tres aspectos importantes.

En primer lugar, la triple afirmación de Pedro (Juan 21,17-17) es la reparación de su triple negación (Juan 18,17-27). El final del versículo 17 es el reconocimiento de la limitación humana frente a la exigencia radical del seguimiento evangélico: “Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”.

En segundo lugar, la imagen de ovejas o rebaño y pastor era una imagen utilizada en la iglesia antigua para referirse a su ministerio (Hechos 20,28; Efesios 4,11; 1 Pedro 5,2). Jesús resucitado confía a Pedro, el que lo negó tres veces, liderar el proceso de fe de su comunidad.

En tercer lugar, la invitación al seguimiento de Juan 21,19, tiene una connotación totalmente diferente a la primer invitación de Juan 1,42; allí Jesús le invita a participar de la misión, aquí le invita a participar de las consecuencias del primer seguimiento, la posibilidad de la persecución, la posibilidad de la ejecución, la posibilidad de la muerte (Juan 21,18-19).  Jesús le transmite a Pedro, que existe la posibilidad de que quien lidera la comunidad, deba transitar el mismo camino del Maestro.


2.    El texto en nuestro contexto:

Algunas pistas para la Iglesia en la actualidad:

-       La Iglesia tiene que buscar la presencia del Señor resucitado en aquellos escenarios fuera del espacio sagrado, eso significa Galilea, tierra de personas empobrecidas, oprimidas, de dudosa reputación. Nuestro primer desafío como comunidad eclesial.

-    La Iglesia tiene que buscar la presencia del Señor resucitado en la vida cotidiana de las personas vulneradas en sus derechos y su dignidad (Mateo 25,35-40). Nuestro segundo desafío como comunidad eclesial.

-       La Iglesia tiene que buscar la presencia del Señor resucitado en la Eucaristía celebrada en comunidad. Este es el espacio privilegiado de adoración y de renovación de la experiencia de fe. Nuestro tercer desafío como comunidad eclesial.

-       La Iglesia tiene que salir de sí para ir en busca del Señor resucitado que está presente en la diversidad de pueblos, en la diversidad de culturas, en la diversidad de personas. Nuestro cuarto desafío como comunidad eclesial.

-      La Iglesia en diálogo con Jesús, su Señor y su Maestro, y en diálogo con la sociedad y la cultura de la cual proviene, reconociendo como Pedro sus limitaciones, está llamada a realizar un seguimiento radical de Jesucristo. Nuestro quinto desafío como comunidad eclesial.

Diversidad Cristiana, que reconoce en la iglesia antigua el modelo a seguir, estamos llamadas y llamados a revisar nuestra práctica eclesial, a la luz de estas pistas que nos aporta el Evangelio de Juan. Estos son los mojones que nos marcan el camino del seguimiento en el discipulado y definen nuestra identidad como comunidad eclesial.


Buena semana para todos y todas.
+Julio, obispo de Diversidad Cristiana
Tercer domingo de Pascua.

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