Tanto amó Dios al mundo ...

Reflexión semanal en el domingo de la Santísima Trinidad

“Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el Hijo de Dios, no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios.” (Jn. 3,16-18 versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy).


En el día de hoy el cristianismo celebra la Santísima Trinidad. El Misterio Divino en sí mismo. Un misterio que la Primera Carta de Juan lo define como AMOR: Dios es Amor (1Jn. 4,8). La esencia misma, del Ser Indecible que llamamos Dios, es Amor. Pero no cualquier amor.

Una primera pista de reflexión nos sugiere que el amor divino está comprometido en la historia de las personas vulneradas en sus derechos y dignidad (Ex. 34,4-9). El Dios que se revela a Israel y que nos manifiesta Jesús está comprometido en el acontecimiento histórico con cada hombre y con cada mujer de este mundo. Un compromiso llevado al extremo.  Dios asume la naturaleza humana (Jn. 1,14) acampando en medio del devenir histórico (cf. Ex 40,34-38). Se hace solidario en la cotidianidad de las personas y los pueblos, dignificando al ser humano y haciéndolo partícipe de la liberación e inclusión de otros seres humanos.

Una segunda pista de reflexión nos sugiere que el amor de Dios no discrimina, no excluye, no rechaza, no juzga. La misión que el Padre entrega al Hijo es que comunique vida plena, digna y abundante a todas las personas sin excepción. Y esa fue la tarea de Jesús durante su ministerio público. Manifestar el rostro materno y misericordioso de Dios que sale al encuentro de todas las personas, pero lo hace preferencialmente con quienes están vulneradas en sus derechos y su dignidad.

Una tercera pista de reflexión nos sugiere que ese amor solidario de Dios a la Humanidad, es el modelo a desarrollar en la historia humana por los seres humanos; porque “quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1Jn. 4,20-21). La fraternidad y solidaridad, son los caminos que nos dejó Jesús para continuar revelando a cada tiempo, el misterio trinitario:  "la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo" (2 Cor 13, 13).

La celebración del Misterio Trinitario, Misterio Divino, es una invitación a emular a Dios: familia – comunidad – sociedad, en este mundo para transformar sus estructuras de injusticia, discriminación y exclusión en otro mundo de justicia, solidaridad, equidad, cooperación e inclusión.

Buena semana para todas y todos.

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