1 de Mayo con dignidad y derechos


Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras


 Estimadas Comunidades tenga paz y alegría en este primer domingo de Pascua!

Este primero de Mayo, en todo el mundo habrá actos recordando a aquellas personas que hace ya muchos años, en Chicago sembraron la reivindicación del movimiento obrero por aquellas cosas que, en material laboral, hacen a una vida digna y justa.

En dichos actos, se plantearán diversas plataformas reivindicativas que aspiran alcanzar mejores niveles de vida y mejor calidad del trabajo.

En este día, quiero proponerle a nuestra Iglesia, reflexionar sobre la situación de tres categorías de trabajadores y trabajadoras que, por su situación de exclusión y vulnerabilidad social, seguramente están en los últimos lugares.


“He visto lo mucho que ha sufrido mi pueblo y he escuchado sus quejas pidiendo ayuda” (Ex. 3,7)[i]


1-    Las personas que viven con VIH y SIDA.

Ellas se encuentran en una situación particularmente difícil. Unas corren el riesgo de perder su fuente de trabajo si se hace público el diagnóstico. Otras, al haber permanecido por largos períodos de internación en el Seguro de Salud y haberse hecho público el diagnóstico, enfrentan situaciones de discriminación. Otras, no consiguen trabajo estable por la fragilidad de su salud. Todas, viven la violación a sus derechos y su dignidad.

Este colectivo de personas se caracteriza por ser jóvenes, por lo tanto, se encuentran en edad laboralmente activa.

El Estado y la Sociedad, tienen la obligación de buscar soluciones a las problemáticas de desempleo, precariedad o discriminación en el empleo; de generar ámbitos de información y educación hacia la opinión pública; de generar espacios de trabajo protegido, una alternativa al desempleo o la pensión, que permita sentirse útiles y productivas a estas personas; generar la reconversión laboral hacia actividades que les permita desarrollar una tarea remunerada, poner su creatividad y su fuerza de trabajo en actividades dignificantes.


2-    Las personas travestis.

Otro colectivo con graves dificultades de acceso al mercado laboral es el de personas travestis.

El prejuicio y la discriminación son los grandes obstáculos que urge sean derribados, para que estas personas accedan al mercado laboral y puedan participar de empleos dignos que les permita llevar una vida digna.

El Estado y la Sociedad, están obligados a generar oportunidades laborales para este colectivo. Para ello es necesario brindar capacitación para que alcancen niveles de calificación que les habilite competir en el mercado laboral o generar sus propios emprendimientos.

Para derribar las barreras de la discriminación y la exclusión por orientación sexual, deben establecerse políticas claras y concretas, seguidas por  acciones por parte del Estado que:

-          estimulen al sector empresarial para la contratación de las personas travestis, una vez calificadas;

-          generen la creación de emprendimientos personales o asociativos con estudios de viabilidad, préstamos blandos y seguimiento una vez lograda la necesaria calificación.


3-    Las niñas y los niños en situación de explotación laboral.

Sin lugar a dudas, las niñas y los niños en situación de calle son un colectivo que debe desaparecer.

El trabajo infantil viola los Derechos de los Niños y de las Niñas. Es responsabilidad del Estado legislar en tal sentido, establecer los mecanismos de control necesarios, los estímulos a las familias empobrecidas para que no envíen a sus hijos e hijas a trabajar a edades tempranas, las sanciones necesarias a quienes incumplan en este sentido.

Es escandalosa, la cantidad de niños y niñas que circulan por las ciudades, especialmente en Montevideo y zonas cercanas, vendiendo en los ómnibus (caramelos, curitas, marcadores) y en las calles, recogiendo basura que luego es reciclada y comercializada.

Muchos de estos niños y de estas niñas no concurren al sistema escolar, reciben una mala alimentación, no cuentan con protección social, trabajan muchas horas al día expuestos/as a riesgos de todo tipo.

Las personas adultas que no tomamos acciones en defensa de los Derechos de los Niños y las Niñas somos cómplices, por acción u omisión, de la violación a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, ratificada por el Estado Uruguayo a través de la Ley 16131.


A manera de conclusión.

Sin lugar a dudas, estos colectivos se encuentran muy lejos de contar con voz en los espacios de decisión política,  sindical y social.

Entonces, la Iglesia debe asumir esa voz profética para denunciar la violación a sus derechos y su dignidad, porque ese es el ejemplo que recibimos de Jesús.

Somos nosotras y nosotros, las discípulas y los discípulos de Jesús, que tenemos que levantar esa voz para que sea oída en los distintos ámbitos políticos, gubernamentales, sindicales y sociales.

Las distintas denominaciones cristianas, tenemos el inmenso desafío de mantener viva la persona y el mensaje de Jesucristo en medio de nuestra sociedad uruguaya; porque la discriminación, la exclusión, la explotación laboral y el trabajo infantil vulneran los derechos humanos y la dignidad de las personas, por lo tanto son contrarios al Evangelio que es Buena Noticia para todos y todas.


“Vengan a mí los que estén cansados y agobiados… conmigo encontrarán descanso” (Mt. 11,28-29)[ii]


1 de Mayo de 2011.
Obispo Julio.



[i] La Biblia – Palabra de Dios para Todos (PDT), Centro Mundial de Traducciones de la Biblia.
[ii] Ib.

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